
Averiguare indagar son sinónimos. Dos palabras diferentes con un significado semejante.Pero hay vocablos cuyos sinónimos son voces contrarias. Un ejemplo es”encuentro”, que puede ser acercamiento o confluencia, pero encuentro tambiénes combate o enfrentamiento, lo contrario de lo anterior. Algo así sucedecon “entrar” y “acceder”. Son sinónimos, sin dudas, pero mientras “entrar” es simplemente”ingresar”, da la sensación de que “acceder” es “entrar y alcanzar”. Enese sentido, “entrar” a la universidad parece posible para muchos mientras que”acceder” a la universidad, en la realidad argentina, es para pocos.
El 28 deseptiembre, hoy, se reconoce el Día mundial de Acceso a la Información Públicay no es lo mismo entrar a la información que acceder a ella. Para hacerse de los datos de los diversos Estados (nacional,provincial y municipal), como de cada organismo público, no basta con lavoluntad del ciudadano/a de intentar proveerse de documentos públicos, sinotambién de las facilidades u obstáculos que aporten los funcionarios de turno.Además, juegan la prontitud, la veracidad, la claridad y la contemporaneidad delo publicado.
Existe una Ley Nacional (27.275) y veinte provincias tienen leyde acceso a la información. Un informe detallado, con algunas perlas, ha sidopublicado en el portal elauditor.info. Este señala que Formosa no tiene ley,pero responde de manera ágil, mientras que, Entre Ríos, que sí tiene norma enla materia, obliga a hacer el pedido de información de modo presencial, esdecir, hay que concurrir o, en su defecto, mandar carta, eludiendo las bondadesdel acceso digital y sus soportes.
El concepto de “público” también conduce aambigüedades. Público puede ser el espectador que asiste a una representación,una noción algo pasiva. Pero “público”, en otra definición, es lo sabido pormucha gente, lo que se conoce y lo que se da a conocer. Información públicadeberían ser los datos sustanciales que se revelan de la gestión de gobierno,no la propaganda sino aquellos resultados que permitan a laciudadanía ampliar la información común y contrastarla con la realidad.
Elacceso a la información pública es una obligación para los Estados, pero ademáscompromete nuestro comportamiento cívico. El saber, el poseer información, elconocer, sacude la indiferencia y alienta nuestra participación. Nos permite elcontrol social.
Ahora bien, vivimos en un mundo de redes sociales en las quepululan las noticias falsas o parcialmente engañosas. Incluso la ciudadaníamedianamente informada no pasa de conocer algunos índices. El de inflación, dedesocupación, de pobreza o de deserción escolar. Estos datos, a veces, formanparte de nuestra conversación cotidiana y los candidatos de un lado y del otronos abruman con números alejados de nuestra posibilidad de comprobarlos.
Atanta información circulando le desconocemos su origen y sus consecuencias o,llanamente, no la comprendemos. Esta maraña de datos nos va llevando a unasimplificación improductiva y al desinterés de usarla en beneficio común. Estanto lo que estamos en condiciones de saber que optamos, por temor, ignoranciao vergüenza, por no saber nada.
Pareciera que este mundo global necesita algode rebeldía individual. Comprender que esta información universalizada no es eltodo, ni la verdad. La información es un insumo al que aplicar nuestracapacidad de discernir.
La información pública, entonces, es el dato frío einamovible; acceder a ella es darles a esos documentos el valor agregado denuestro interés, entendimiento y competencia.
El 28 de septiembre, hoy, es elDía Mundial de Acceso a la Información Pública. También se lo conoce como elDía Internacional del Derecho a Saber. Ante este llamado los argentinos debemossostener el mandato de nuestra historia y comprometernos a “saber de qué setrata”.
(*) Por Federico Recagno. Secretario general de la Asociación del Personal de los Organismos deControl (APOC) y secretario general de la Organización de TrabajadoresRadicales (OTR-Capital).




