
Aunque la incertidumbre electoral y el aumento del precio de la carne presionaron la inflación mensual hacia el final del año, 2025 cerrará con la tasa anual más baja desde 2017, el segundo año de gestión de Mauricio Macri, cuando el guarismo fue del 24,8 por ciento.
El acumulado de enero a noviembre de este año es del 27,9% y, con la inflación de diciembre estimada entre 2,5% y 2,8%, la variación anual quedará en cualquier caso por debajo del 32%; incluso si el dato de diciembre llegara a 3%, el anual cerraría en 31,7 por ciento.
Teniendo en cuenta la herencia recibida y la inercia de los precios a fines de 2023, cuando asumió el actual gobierno, este resultado constituye el principal logro del primer bienio de la gestión del presidente Javier Milei.
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En 2023 la inflación fue del 211,4%, aunque la tendencia en los últimos meses de ese año la superó con creces. Durante los cuatro años de su mandato, el gobierno de Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner acumuló una inflación del 1.146 por ciento.
Incluso la inflación del 36,2% en el primer año de gestión de los Fernández tuvo poco mérito, ya que correspondió a un período en el que, entre pandemia y cuarentenas, el PBI se contrajo un 10 por ciento.
Desde entonces la inflación ascendió sistemáticamente hasta 2023, duplicándose año a año, pese a que 2022 y 2023 fueron años de recesión y caída del PBI, lo que normalmente tiende a contener el alza de precios.
En su primer año de gestión, el gobierno actual redujo la inflación anual en casi 100 puntos porcentuales, del 211,4% de 2023 a 117,8% en 2024, con una caída relativamente moderada del PBI —1,7% en el dato anual— que ya mostraba un crecimiento trimestral del 1,4% a fines de ese año.
Este año la inflación cerrará —como ya se indicó— por debajo del 32%, a pesar de que el dato mensual viene en aumento desde mayo, impulsado por el continuo aumento de las tarifas de servicios públicos (parte del ordenamiento fiscal para reducir subsidios) y, desde noviembre, por el incremento en el precio de la carne; en contrapartida, la apertura importadora ejerció presión a la baja sobre los precios en sectores como textiles, indumentaria, calzado y electrodomésticos. La inflación mensual más alta del año se registró en marzo: 3,7 por ciento.
Previsión para 2026
El presupuesto aprobado anoche en el Senado prevé para 2026 una inflación del 10,1 por ciento. Es una proyección desfasada: el proyecto se presentó en septiembre y, por caso, estimaba para fines del próximo año un dólar a $1.423, mientras que el ajuste por inflación de la banda cambiaria que el gobierno anunció y aplicará desde enero fija un techo de $1.565 a fines del mes próximo.
Entre mayo y agosto pasados la inflación mensual osciló entre 1,5% y 1,9%, pero mantenerla por debajo del 2% se volvió más difícil desde entonces: en septiembre alcanzó 2,1%, en octubre 2,3% y en noviembre 2,5%. Los pronósticos para diciembre varían entre 2,5% (lo que dejaría la inflación anual en 31,1%) y 3% (31,7% anual).
En los últimos 50 años, a partir del “rodrigazo” de junio de 1975, la Argentina vivió casi permanentemente en alta inflación, salvo el período 1991-2001, durante la convertibilidad, y entre 2003 y 2007, en los primeros años del kirchnerismo.
Dada la historia reciente y no tan reciente de la Argentina, es un logro relevante. En los últimos 50 años, a partir del “rodrigazo” de 1975, el país vivió casi de forma continuada en alta inflación, salvo en 1991-2001 durante la convertibilidad y entre 2003 y 2007 en los primeros años del kirchnerismo.
Entre 1975 y 1992, el único año con inflación de dos dígitos fue 1986 (90%, durante el Plan Austral), y recién en 1994, cuarto año de la convertibilidad, la tasa anual cayó a un dígito.
El aumento de la inflación —el impuesto “no legislado” más regresivo— vino acompañado de un incremento sostenido de la pobreza: se pasó de 800.000 pobres a fines de 1974, cuando la tasa de pobreza no llegaba al 4% de una población cercana a los 24 millones, a cerca de 18 millones en la actualidad.
Es decir, en los 50 años posteriores al rodrigazo y la entrada en un régimen no sólo de alta sino de altísima inflación, mientras la población del país se multiplicó por dos, el número de pobres lo hizo por más de veinte.
Por eso la reducción de la inflación no es un logro despreciable, aunque requiere consolidación y debe ir acompañada de crecimiento de la actividad, del empleo y de los ingresos. Según un estudio de BBVA Research, entre 2025 y 2027 la economía argentina podría encadenar tres años consecutivos de crecimiento por primera vez desde 2006, hace veinte años.
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