
En el departamento correntino de Santo Tomé, muy próximo al límite con Brasil, el productor y alambrador Rubén Oscar “Nego” Herrera atraviesa uno de los peores momentos de su vida. En Las Pérez, un campo que alquila desde hace dos años en la costa del río Uruguay, un grupo de delincuentes brasileños le mató a tiros once vacas preñadas de un rodeo de 200 animales; varias estaban a punto de parir. Solo una quedó herida en el lote. No es la primera vez que sufre un ataque de este tipo: en el último año ya perdió al menos 30 cabezas de ganado.
“Estoy apichado con este vandalismo por parte de los brasileños que cruzan en barcazas, matan, carnean y se llevan la carne”, contó a LA NACION con mucha impotencia. “Estoy buscando campos donde ir, acá no se puede tener más animales porque te los matan”, agregó, con la voz cargada de bronca y cansancio.
El ataque ocurrió el domingo pasado por la tarde. Según relató el productor, los delincuentes cruzaron el río desde la localidad brasileña de San Borja en lanchas y comenzaron a disparar contra su hacienda.
”Fueron los de Prefectura y la Policía los que se tirotearon con los delincuentes cuando ya habían matado mis vacas. Por eso huyeron y dejaron los animales enteros en el lado argentino”, explicó HerreraGza.
“Fueron los de Prefectura y la Policía los que se tirotearon con los delincuentes cuando ya habían matado mis vacas. Por eso huyeron y dejaron los animales enteros en el lado argentino”, explicó.
El episodio fue advertido por un vecino, que había notado movimientos extraños cerca de la costa. “Los de Prefectura vieron pasar unas lanchas y llamaron a mi vecino para preguntar si las había visto. Él fue hasta la costa del río, que está a unos mil metros de su casa, pero no vio nada. Cuando volvió, me contó que empezaron los tiroteos. Entonces llamó a Prefectura y les dijo que estaban tirando mi campo”, relató.
En cuestión de minutos, tres efectivos de Prefectura llegaron al lugar en una lancha; al verse rodeados, los atacantes abandonaron los animales muertos. No alcanzaron a llevarse la carne. Todo indica que se produjo un intercambio intenso de disparos con efectivos de la fuerza de seguridad, lo que habría obligado a los delincuentes a huir sin poder cargar los animales.
El intercambio de disparos con una fuerza de seguridad habría frustrado su intento de carnear las vacasGza.
“Si no hubiera sido por ellos, se llevaban toda la carne que podían”, lamentó el productor. “Más de 10 millones de pesos perdí en una tarde”, calculó, con una mezcla de rabia y resignación.
El drama no es nuevo. Herrera ya había sufrido otros ataques similares en los últimos meses. “Tiempo atrás me mataron siete animales, ahí se llevaron todos los cuartos y un pedazo del costillar, y después me robaron otros tres animales más. Para peor, no miden qué animales matar: me asesinaron vacas preñadas, y ahora me mataron once más”, dijo.
Los delincuentes, contó, usan armas de grueso calibre. “Tiran con balas muy pesadas, y son brasileños que cruzan el río en lanchas monstruosas desde San Borja hasta los campos del deslinde del río del lado argentino. No soy el único que sufrió esto, hay otros productores que también pasaron por lo mismo”, explicó.
El drama no es nuevo. Herrera ya había sufrido otros ataques similares en los últimos mesesGza.
La violencia y el abandono en la zona fronteriza se sienten cada vez más. En su relato, Herrera recordó otro episodio que lo marcó: “La vez que me carnearon tres animales, fue un vecino el que me avisó. Me llamó a las nueve de la noche y me dijo: ‘Nego, mirá que paró una lancha en tu campo’. Al otro día fui, y había tres vacas carneadas. Los terneritos andaban ahí balando sin las madres. Encontré solo las cabezas”.
En total, ya lleva contabilizadas unas treinta vacas muertas o faenadas ilegalmente. “Esta gente hizo un desastre. Tengo 63 años, y mis hijos me dicen que largue todo. Y yo ya no tengo más ganas de pelearme. El señor que me alquila es una excelente persona, pero, ¿qué va a hacer? No se puede seguir así”, reconoció.
Por su parte, el fiscal de la causa, Martín Leiva, explicó que el hecho continúa bajo investigación y que una de las hipótesis apunta a que los autores materiales podrían ser de nacionalidad brasileña, aunque no se descartan otras líneas. “El martes se realizó una inspección ocular en la zona y, durante el rastrillaje, se hallaron vainas servidas calibre 22 y Winchester”, detalló. Los casquillos fueron enviados a analizar para detectar su procedencia. Además, indicó que se solicitó un informe a la Prefectura Naval Argentina, donde reconocieron que “hubo un intercambio de disparos por parte de los efectivos de la fuerza para intimidar y repeler a los posibles delincuentes, que ya se encontraban en la costa brasileña”.
El fiscal precisó que se trataba de “dos embarcaciones muy precarias sobre la margen brasileña”, pero insistió en que “no se descarta ninguna hipótesis”. Agregó que no se encontraron huellas en el lugar y que “la costa es una zona de monte muy frondoso, por lo que se presume que pudieron haber ingresado por el descampado. No es la primera vez que ocurren delitos de este tipo”, señaló.
Leiva comentó también que la Prefectura viene realizando patrullajes constantes en la zona desde hace tiempo, aunque reconoció que “la inmensidad del río y los recursos limitados hacen que los baqueanos del lugar conozcan muy bien dónde esconderse”. Finalmente, destacó que, ante el incremento de este tipo de hechos, “la Prefectura y la Policía Militar de Brasil están trabajando en forma conjunta para intentar reducir la frecuencia de los delitos”.
Herrera, que toda su vida trabajó como alambrador, había logrado con esfuerzo reunir un pequeño rodeo propio. “Siempre fui alambrador, ando por todas las estancias de la zona, y con eso me pude comprar mis vaquitas. Ahora voy a ver si consigo un campo para llevar las vacas que me quedan. Tengo mis caballos también, hice mucho esfuerzo para hacerme de este capital”, contó con tristeza.
El futuro, sin embargo, se le presenta incierto. “Espero encontrar un campito, sino voy a vender todo nomás. No quiero que me joroben más. Uno trata de ahorrar, de no gastar de más, y en un rato te hacen un desastre y se te llevan todo el esfuerzo de una vida”, expresó.
La escena que quedó en el campo fue desoladora: once cuerpos de vacas preñadas tendidos en el suelo, algunas aún con signos de los disparos que las mataron. “Tengo una bronca bárbara. Aparte mis vacas son mansitas, a menos de 30 metros les tiraban con las armas. Te da mucha pena, son unos asesinos”, expresó.
Cápsulas de los fusiles que utilizaron los delincuentes y una cuchilla para el desposte que abandonaron en la huidaGza.
Según contó Herrera, realizó la denuncia correspondiente y en el lugar trabajaron agentes de la Policía y de Prefectura, pero poco pudieron hacer. “Hice la denuncia y estuvieron los de Prefectura y la Policía, pero ya no había nada que hacer”, lamentó.
La zona de Santo Tomé, donde el río Uruguay marca la frontera con Brasil, viene registrando desde hace tiempo hechos de abigeato y caza furtiva. Sin embargo, la ferocidad y la impunidad con la que actúan estos grupos preocupa cada vez más a los productores de la región.
“Ya no se trata solo de robo. Es una agresión directa, una crueldad. Cruzan, matan, y si los descubren, abandonan todo. Pero nadie los detiene”, dijo y comentó que un vecino también sufrió ataques similares.
El caso de “Nego” Herrera volvió a poner en evidencia la vulnerabilidad de los productores rurales en las zonas limítrofes y la falta de control efectivo en la fronteraGza.
El caso de “Nego” Herrera volvió a poner en evidencia la vulnerabilidad de los productores rurales en las zonas limítrofes y la falta de control efectivo en la frontera. Para Herrera, la herida es profunda. “Te da mucha pena ver a los animales así, tirados, muertos. Uno se levanta todos los días a las cinco de la mañana, trabaja, se cuida, y viene esta gente y te arruina todo”, dijo.
Mientras espera una respuesta de las autoridades, el productor evalúa qué hacer con lo poco que le queda. “Uno ama el campo, pero cada vez cuesta más seguir”, concluyó Herrera.