

Avisó unas horas antes de su presencia y el personal de la Cámara de Diputados corrió para organizarle el palco. Javier Milei decidió dar una fuerte señal de cambio la semana pasada, un ensayo de su propia deconstrucción, que incluyó aguantarse casi cuatro horas de ceremonia de jura de los nuevos legisladores para dejar en claro que ya no será ajeno al armado de su gobernabilidad. Finalmente, se entregó a la construcción política que no hizo en estos dos años.
Lejos del fastidio que le provocaba la casta, quienes compartieron unos minutos con el Presidente lo vieron entusiasmado, arengando y hasta disfrutando la pelea de tribunas que se dio en el recinto el miércoles, acalorada por momentos, con el protagonismo sin disimulos de Lilia Lemoine, la estrella de un oficialismo que mostró que con poder va por todo. Estratégicamente, el presidente del cuerpo, Martín Menem, decidió que Lemoine, desde la primera fila y en la primera butaca, le arruinara la fiesta a la oposición. “Ahora van a saber lo que es el bullying”, avisó ella.
El director de cámaras del congreso aportó lo suyo. Cada vez que un legislador se salía de la tradicional fórmula, lo sacaba de plano para ponchar a la libertaria. Así, las juras de la izquierda, de Juan Grabois, o de Martín Lousteau terminaron con el protagonismo de sus espaldas. “A mí me tocó el rol de ser el azote de los kukas. Les arruiné la jura. Era como el recuerdo de tu primera comunión pero saliste con un moco en la nariz”, contó después la diputada, para que no quedaran dudas de su jugada preparada. Lilia tuvo su premio. Tras su desempeño entre las bancas, acompañó a Milei al Abierto de Polo. De paso le retocó el maquillaje, previo a su presentación en un foro empresario, minutos más tarde.
El propio Milei se encargó de darle sustentabilidad política a su proyecto de reelección, algo que no se discute en la Casa Rosada. Será el Presidente quien irá por otros cuatro años más. Su presencia en la casa de la rosca fue un aval para las negociaciones que vendrán para poder demostrar una relación más pragmática. Es un nuevo diálogo abierto con la política, que al menos en el último tramo previo a las elecciones de medio término, había abandonado.
Con la presencia de Milei, el Gobierno se adueñó del Congreso. Una oposición inmóvil por la derrota electoral y las internas le habilitó también el avance a los libertarios. Martín Menem aprovechó el envión y se llevó puesto el acuerdo previo para el reparto de comisiones. Con su nueva mayoría, logró aprobar la delegación de facultades para que sea él quien defina los lugares. “Arrancó rompiendo todos los pactos”, se quejaba un legislador más veterano.

El Gobierno construyó en este mes y medio su propio quórum. No sólo fichó diputados para el bloque de La Libertad Avanza, que quedó con 95 integrantes y se convirtió en la primera minoría, sino que se aseguró el apoyo cerrado de otros 22 diputados del nuevo bloque sin nombre, que conformaron sobre el filo de la definición de espacios el desgajado PRO, la UCR, el Movimiento de Integración y Desarrollo (MID) y los monobloques de Adelante Buenos Aires, de Karina Banfi, y Por Santa Cruz, de José Luis Garrido. A eso se le suman los 7 de Innovación Federal, que se amplían a 13 si se agregan los 3 que responden a Osvaldo Jaldo, gobernador de Tucumán, y los 3 de Raúl Jalil, de Catamarca, que dejaron el bloque de Unión por la Patria para colaborar con Milei. Son 130 de una, sin contar los 2 de San Juan, una diputada por Neuquén y el puntano Jorge Gato Fernández, otro que abandonó al peronismo esta semana. Fácil: 136 sin demasiado esfuerzo. “Barato”, se quejan en otros bloques, en referencia a que, para la Casa Rosada, un acuerdo por la deuda de la Nación con la caja de jubilaciones no transferidas representa para Chaco unos $40.000 millones y para Santa Fe o Córdoba arranca en los $800.000 millones.
Con esos aliados firmes, el oficialismo entregará representación simulada en las comisiones para hacerse también de las mayorías necesarias para sacar o bloquear dictámenes. Es parte del reproche del resto de las bancadas por estas horas sobre Martín Menem, ratificado como presidente. Según cuentan, rompió el pacto de definir por sistema D’Hondt el reparto. E incluso, jugó fuerte para sacarle la tercera vicepresidencia al nuevo bloque Unidos, que conformaron los 18 diputados de Provincias Unidas, el espacio de los gobernadores más distantes como Maximiliano Pullaro o Martín Llaryora, sumado a los 2 de Encuentro Federal, y los 2 de la Coalición Cívica. Quienes participaron de las negociaciones previas sostienen que Menem le había anticipado a Gisela Scaglia, la nueva jefa de bloque de ese espacio, que le correspondía la tercera minoría, pero a la hora de la definición la durmió. Armó rápido el bloque aliado, que empató en 22 integrantes, y logró postergar la definición. Está claro que cuando se vote, en una próxima sesión, es posible que LLA ceda algún integrante al bloque sin nombre para hacerse así de la vice tercera. Scaglia deberá afinar la práctica legislativa para sobrevivir.
El cronograma en el Congreso es tan ajustado que en la oposición empezó a circular la versión de que el Gobierno no está del todo interesado en avanzar con la aprobación del presupuesto. Con el llamado a sesiones extraordinarias demorado hasta el final, Presupuesto y Hacienda, que seguirá presidiendo Bertie Benegas Lynch, debería arrancar esta misma semana, el miércoles o jueves, el debate del dictamen para pasar al recinto el 17 o el 18 de diciembre. En las últimas horas se empezó a definir que todo podría compactarse en una semana. Necesitan brindarle tiempo al Senado, que podría darle sanción definitiva el martes 30. Esta semana que se inicia se conformarán sólo las comisiones necesarias: además de Presupuesto, Legislación General, Penal y Recursos Naturales.
El Gobierno está trabajando a toda máquina para presentarle pasado mañana al Presidente los dos proyectos más complejos: la reforma laboral y el nuevo Código Penal. La idea de Patricia Bullrich es usar como tema de agenda el último, y por eso apura su redacción. Quiere aprovechar la ventana del verano para crear una comisión bicameral, de 30 miembros, que debata el proyecto. Eso la pone a la cabeza de lo que el propio Manuel Adorni calificó como “doctrina Bullrich”. Los penalistas más prestigiosos del país observan con estupor el escenario político que se abrirá con este tema. Por ahora no hay académicos que hayan salido a dar la discusión, como ocurrió por ejemplo con el código civil, cuando el entonces presidente de la Corte de entonces, Ricardo Lorenzetti, se puso al frente.

El articulado, además, se debate en ámbitos no jurídicos. La última reunión de la mesa política para presentar el nuevo código penal se hizo en el despacho de Santiago Caputo. Allí estuvo el vice ministro de Justicia y del riñón del asesor presidencial, Sebastián Amerio; Bullrich y su mano derecha, Fernando Soto; además de la secretaria de Legal y Técnica, María Ibarzabal.
Buena parte de lo que pasará en estos meses con este tema hay que leerlo en clave de batalla cultural. Un ejemplo de eso tiene que ver con el agravante de violencia de género, el llamado femicidio. Si bien no se sacará del nuevo código, se incorporarán otras figuras que “consagran”, según un funcionario que participa de la redacción, “la igualdad entre hombres y mujeres ante la ley”. Algo así como el masculinicidio. En la explicación escueta que dan sobre los cambios, incluyen “agregar supuestos hoy no comprendidos como en el caso Lucio Dupuy”. En definitiva, no quitarán el inciso 5 entre los agravantes del homicidio como es matar por placer, codicia, odio racial, religioso, de género o de orientación sexual, ni tampoco el 11, que contempla el caso de un hombre que mata a una mujer en el contexto de violencia de género. Pero sí hay que esperar alguna equiparación en la redacción sobre el homicidio cometido por mujeres. Se crean, según quienes conocen la letra chica, “agravantes especiales”. En principio, no se toca la ley de interrupción voluntaria del embarazo.
El otro punto de conflicto con el nuevo código es que al ser de cumplimiento efectivo y elevar las penas en la mayoría de los delitos, el sistema carcelario colapsaría más aún de lo que está. Sin inversión en prisiones difícilmente tenga éxito la nueva política a implementar, que requerirá además la adhesión de las provincias, otro punto de disputa. Desde el inicio del gobierno de Javier Milei, los casos de torturas y tratos crueles en las cárceles de todo el país crecieron por encima del promedio histórico. Está 15% por encima del promedio anual, según un informe que presentó el Comité Nacional contra la Prevención de la Tortura (CNPT) ante el Comité contra la Tortura (CAT) de la ONU. La semana pasada, además, renunció el subsecretario de Derechos Humanos, Alberto Baños, a cargo de defender al Ejecutivo en los organismos internacionales. En Unión por la Patria están trabajando ya para elegir entre los senadores y diputados, 15 de cada cuerpo, que irán a la comisión bicameral que tratará el tema, donde desfilarán expertos.
Es casi imposible que el nuevo código pueda tener sanción en sesiones extraordinarias, incluso en las de febrero. Para dar una idea, el Código Civil y Comercial tuvo 2 años y 4 meses de debate académico y político.
El otro eje de la batalla cultural, donde el Gobierno apunta que tiene plafón social para avanzar, es la reforma laboral. Sin diálogo con la CGT, el gabinete terminó de redactar lo que esta semana se divulgó como el borrador oficial, donde la mano del ministro de Modernización, Federico Sturzenegger, se ve en su redacción. También se incorporó un capítulo de Luis Caputo, referido a la promoción del empleo.
En el articulado se dan situaciones no aptas para libertarios paladar negro. Con tal de hacer exitoso el fondo de cese después de retar a los empresarios por no adherirse, a Sturzenegger se le ocurrió convertirlo en obligatorio, creando algo así como las AFJP de los despidos, pero con recursos estatales. El proyecto establece que ese Fondo de Asistencia Laboral, llamado FAL, se conformará con un monto equivalente al 3% del salario, pero acto seguido, establece que reducen en un 3% las contribuciones al sistema de seguridad social. O sea: Anses quedaría más desfinanciada para pagar las indemnizaciones de los privados.

Los líderes sindicales se llamaron a silencio público, pero están trabajando por lo bajo para conseguir voluntades que frenen esta versión de la reforma. La semana pasada se reunieron con Maximiliano Pullaro, y por estos días lo harán con el bloque de Unidos. También almorzaron con Sergio Massa. UP presentará propuestas alternativas.
El Gobierno por ahora se aferra a cierta calma cambiaria como eje central del triunfo electoral, que se tradujo en un aire nuevo para Milei. Todavía está lejos de ganar la batalla cultural, y va cambiando de ejes. Cambió también su propio contexto. Un estudio realizado por las consultoras Trespuntozero y Alaska concluye que en estos dos años de gestión, el Presidente “no sólo no ha logrado reconfigurar la matriz ideológica de la Argentina., sino que, por el contrario, su insistencia radicalizada ha revitalizado valores que parecían dormidos o en disputa”. Y advierte que “las preferencias de los argentinos siguen estando marcadas por la valoración de la educación pública, la defensa de los activos estratégicos del Estado (YPF, Aerolíneas) y una demanda de protección estatal ante el mercado”. Aporta además que “la propuesta cultural del gobierno ha retrocedido en casi todos los frentes medidos: desde la discusión sobre el aborto hasta el rol del Estado en la economía”. Por ejemplo, una abrumadora mayoría del 77,7% está en contra de la reducción de la indemnización por despido; un 59,1% cree que hay que aumentarle los impuestos a los que más tienen o un 69,9% está de acuerdo con que se proteja a la industria nacional.
Mientras tanto, Milei ensaya una tregua en la interna entre el karinismo y las Fuerzas del Cielo. La semana pasada reapareció con todo Santiago Caputo. Sacó al saliente jefe de la SIDE, Sergio Neiffert (antes su aliado) y puso a su reemplazo, Cristin Auguadra. Mantuvo, además, la jefatura del bloque libertario en la legislatura bonaerense, a cargo de Agustín Romo. La disputa con Sebastián Pareja sigue intacta, pero Romo tiene diálogo directo con Milei y el Presidente le renovó el crédito. Son sólo dos legisladores, contra 20 del otro lado. En el karinismo rezongan por el poder de persuasión que dicen que tiene Caputo sobre Miei para lograr estas decisiones.
La ajetreada madrugada bonaerense en la que Axel Kicillof consiguió sortear con éxito el proyecto de financiamiento dejó heridos en el mundo libermacrista. “La lógica provincial no es la misma que la nacional”, explica un negociador para dar cuenta de cómo consiguió el peronismo los avales parlamentarios de PRO, la UCR y la Coalición Cívica. Refieren que el liderazgo está más bien fragmentado dentro de cada partido. Más librepensadores. No fueron necesarias todas las manos tampoco. Por ejemplo, Gustavo Coria, que asumirá como secretario de Interior junto a Diego Santilli, no votó. Entendible. En ese equilibrio finito, quién sí votó a favor fue Agustín Forchieri, también del riñón del ministro del Interior.

La disputa más notoria se dio entre los libertarios, que siguen desconfiando del karinismo. Los dardos apuntaron otra vez a Ramón “Nene” Vera. “Me quedé dormido”, se excusó al inicio de la sesión, ante su ausencia. Finalmente votó en contra. La guerra se mantiene, pero Milei decidió seguir administrando la interna.
Lo que dejó claro el palco que lo acompañó a la Cámara de Diputados es que, en la negociación grande, Caputo quedó marginado. Hace menos de un año, el asesor se llevaba todo el protagonismo en la asamblea legislativa del 1 de marzo cuando se terminó peleando con Facundo Manes. Ese palco lo tuvo como protagonista a él y al Gordo Dan. El miércoles, los flashes retrataron a Karina, Adorni y Santilli.
El Gobierno termina esta semana la ronda de diálogo que le habilitó a Santilli con los gobernadores. Les falta Pullaro, que se resiste a verlos, sin respuestas. Hay gobernadores que no esperan nada. Saben que el Gobierno, además, les va a disputar territorio en 2027 y van delineando un perfil obligadamente más opositor. En la mayoría de los casos, sin demasiada convicción. Santilli disfruta de la campaña gratis que consiguió con su asunción como ministro. Se lo vio moverse con soltura en la fiesta de la revista Gente, junto a Patricia Bullrich, como personajes del año. También estuvo ahí Gerardo Zamora, el hombre fuerte de Santiago del Estero, que ahora como senador, arranca su campaña presidencial. En el peronismo tomaron nota de la repentina farandulización del santiagueño. Sobre todo en la provincia.
A Axel Kicillof le llegó la hora de enfrentarse a sí mismo. La distancia con Cristina Kirchner sigue vigente, pero con su triunfo electoral de septiembre y sus leyes aprobadas, saldrá a construir su perfil nacional. Algo de eso se vio el viernes, cuando apuró con un “rapidito, Toto” al ministro de Economía para que le apruebe los avales para la reestructuración de la deuda. “Si nos ponen trabas nos dejan la campaña servida”, dice un ministro provincial, para dar cuenta de que el gobernador intentará alejarse de la disputa interna para concentrarse en Milei. Lo que necesitaba era aprobar las leyes, dicen en su entorno, por eso entregó por séptimo año consecutivo la presidencia de la Cámara de diputados provincial al acuerdo de La Cámpora y Massa. “Si la ley no salía, hubiese sido el punto de quiebre definitivo”, sostienen cerca del gobernador.

Lo cierto es que con esta tregua también provincial, los ministros que responden a Cristina seguirán en el gabinete. Si no había ley, el camino definido iba a ser la expulsión del camporismo. Es paradójico el juego massista.
Mientras en territorio bonaerense acuerdan con Máximo Kirchner, en el bloque nacional promueven un recambio por estar la conducción demasiado cristinizada. Eso se vio el martes, en la reunión de catarsis de UP donde un sector, encabezados por Victoria Tolosa Paz y Guillermo Michel, promovieron intentos por rearmar liderazgos. “La conducción del bloque no es un lugar para experimentar”, cruzó uno de los más conocedores de la cultura parlamentaria. Como buenos peronistas, crearon comisiones para postergar el debate: una mesa política federal, con dos integrantes por regiones, y representación gremial. Las dudas en UP recaen en la convivencia con Grabois. En el encuentro del martes el líder de Patria Grande no habló. Pero en la jura hizo la suya. Michel en público salió a diferenciarse. Al Gobierno se le abre otra grieta para explorar.




