Sábado, 6 de diciembre de 2025   |   Campo

La célebre estancia de pioneros escoceses donde se tomó la primera imagen de un asado

La célebre estancia de pioneros escoceses donde se tomó la primera imagen de un asado

John Gibson (h) desembarcó en Buenos Aires en 1819, casi con el nacimiento de la patria, como representante de la firma Gibson & Co. de Glasgow (Escocia), entonces reconocidos fabricantes y exportadores textiles, con oficinas en Bruselas (Bélgica) y en Singapur (el corazón marítimo del sudeste asiático).

La Estancia “El Carmen”, también conocida como “Rincón de Ajó”, fue adquirida por Gibson e hijos & Co en 1825; sin embargo, popularmente quedó bautizada como la estancia de los ingleses y terminó llamándose “Los Yngleses”. Al hallarse fuera de la línea de protección contra los indígenas, sufrió dos incursiones de malones. Cabe señalar que todos los edificios del casco fueron construidos —o mejor dicho, dispuestos— en círculo para proteger todos los flancos, con los cañadones del Tuyú a sus espaldas que impedían ataques por ese lado. En cuanto al casco, recién en 1882 se le levantaron paredes de ladrillo y adobe y se cubrió el techo de paja con tejas importadas de Francia. Su arquitectura remite a lo que se observa en muchos pueblos y ciudades de Escocia.

La Estancia Los Yngleses fue también escenario de la revolución “Libres del Sud”, adonde llegaron las fuerzas derrotadas, que permanecieron cuatro días consumiendo 40 novillos por día, para luego dispersarse por Ajó o embarcarse rumbo a Montevideo. Detrás vinieron don Prudencio Rosas y 3.600 hombres, que durante tres días consumieron la carne con cuero de 60 novillos por día.

George Gibson y familia Estancia “Los Yngleses” Ambrotipo. Circa 1860. George Corbett (atribuido)

Los Gibson, pioneros en la ganadería ovina, tuvieron su primera majada de 570 ovejas criollas en 1828, a la que incorporaron carneros Romney Marsh, Lincoln, Cotswold y Leicester. Desde 1865 se optó por la raza Lincoln. La crianza atravesó distintos períodos y, para 1883, el número de ovejas alcanzó las 100.000 cabezas, produciendo 220.000 kilogramos anuales de lana. Construyeron uno de los primeros bañaderos de ovejas y combatieron la sarna con un producto elaborado a base de tabaco cosechado en la misma estancia; además importaron la primera prensa de lana al país para enfardarla, acondicionando los fardos y los cueros en su propia barraca. Con reconocimiento internacional, exportaban directamente desde el puerto de Ajó hacia Liverpool y Amberes.

En 1843 se inauguró la primera grasería, donde ovejas viejas se reducían en tachos importados de Inglaterra, con el fin de exportar “sebo” destinado a maquinaria y a la producción de velas para el alumbrado; esta industria se instaló en el mismo año y mes que una similar en Australia. La operación se realizaba llevando las ovejas hasta el borde de la Ría Ajó, donde el buque exportador a Inglaterra aguardaba el resultado de la faena. El encuentro entre peones y marinos dio lugar a una pulpería y alrededor de ella se asentaron las viviendas que luego formarían la localidad que hoy lleva el nombre de General Lavalle.

Thomas y Ernest Gibson con peones. Estancia “Los Yngleses”. Ambrotipo. Circa 1860. George Corbett  (atribuido)

La Estancia Los Yngleses se asienta sobre tierras que ofrecen la inmensidad sublime de la pampa: llanura despojada, casi abstracta, con la línea de horizonte dividiendo cielo y tierra, un panorama que para los viajeros del siglo XIX resultaba monótono y para sus pintores desconcertante, y que la tradición acuarelística inglesa supo plasmar en papel. Don Thomas Gibson (1816-1903) pintó paisajes apaisados de sus campos; con la libertad que confiere la soledad, realizó óleos de gran tamaño donde se ven carretas llevando lana al puerto de Ajó y quizá otras hacia Buenos Aires. También dejó una pequeña acuarela que, con pocos trazos, reproduce el azaroso viaje de una diligencia rumbo a Dolores que atraviesa un profundo cañadón que casi la oculta. Gibson describe al dorso la complicada maniobra para sortear el obstáculo y vale la pena transcribir textualmente el párrafo pertinente: 16 caballos y 8 postillones para 12 pasajeros; los primeros 6 postillones tienen un par cada uno tirando, el “mayoral” maneja 4 caballos en el palo desde el dique, y una posición (próxima a la derecha) acompaña para llevar de vuelta los caballos a la posta (sumando 17 caballos). Cerca de 140 caballos fueron usados en total para las 15 leguas. Llevó un día y medio (Paisaje, 29 de agosto 1878).

Esquila en la estancia Los YnglesesGeorGe Corbett

Los ambrotipos tomados por George Corbett (1838-1915) en “Los Yngleses” hacia 1860 constituyen las primeras imágenes de un asado criollo, de un mate junto al fogón, del primer carruaje y de la primera esquila en Argentina. Fueron realizados tanto como registros familiares como documentación empresarial para la firma Gibson de ultramar. George Corbett, cuñado de Thomas Gibson, aporta, entre otros, dos registros panorámicos de las rústicas edificaciones de techos de paja del casco “Los Yngleses” (5,5 x 16,8 cm cada uno): ambos son los primeros panoramas fotográficos ejecutados en el país. Pero, sobre todo, destaca un ambrotipo de un asado en el campo, donde en pleno invierno 15 hombres se reúnen junto al fuego, rodeados de damajuanas de vino y con el infaltable mate criollo, pasándolo de mano en mano (8,3 x 10,7 cm). Por su fuerza y representatividad se la considera la imagen emblemática de esta singular saga.

Vista panorámica de la Estancia “Los Yngleses”, Ambrotipo. Circa 1860,
George Corbett (atribuido)

Don Ernesto Gibson (1855-1919), hijo mayor de Thomas, se destacó como estudioso detallista de la rica avifauna del Tuyú. Recorriendo cañadones y bañados, reunió copiosas notas en sus diarios sobre las aves de la región, que fueron publicadas en la revista científica londinense “The Ibis”. Guillermo Enrique Hudson, en sus excursiones por la pampa, visitó “Los Yngleses” y pasó largas jornadas conversando con don Ernesto. La relación entre ambos naturalistas perduró por correspondencia y Hudson remitía las anotaciones de su amigo a los científicos del Museo Británico.

Inconmensurables experiencias de mis propios antepasados, que formaron parte de lo que marcó la Estancia Los Yngleses; ellos, como su historia y sus archivos, están llamados a iluminar nuestro pasado, servir a nuestro presente y contribuir a la construcción de nuestro futuro.

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