
Una capital europea ha logrado una hazaña que hasta hace poco parecía inalcanzable para cualquier gran metrópoli del continente: doce meses completos sin registrar víctimas fatales en accidentes de tránsito. Este éxito, resultado de una estrategia integral basada en una planificación urbana avanzada, límites de velocidad rigurosos y un firme compromiso con el transporte público y la tecnología aplicada a la seguridad, se ha convertido en un referente internacional en materia de prevención y movilidad sustentable. Este nuevo paradigma responde a un nombre: Helsinki.
Según informó Yle News, durante los últimos 12 meses que concluyeron en julio, la capital de Finlandia no lamentó ninguna víctima mortal a causa de accidentes viales. El último incidente fatal ocurrió en el distrito de Kontula, y desde entonces, la capital finlandesa ha celebrado un año sin tristes notificativas a familias y seres queridos. Este logro no es producto de la casualidad, sino de políticas deliberadas y sostenidas que han puesto la seguridad de peatones, ciclistas y conductores en el centro de la planificación urbana.
La dirección adoptada por Helsinki ha sido considerada “positiva durante años” por las autoridades locales, quienes subrayan que en 2019 tampoco se registraron muertes de peatones en el tráfico de la ciudad. El objetivo de eliminar por completo las fatalidades viales ha pasado de ser una aspiración a convertirse en una realidad tangible y medible.
El modelo de Helsinki se basa en un enfoque multifacético que involucra la colaboración activa entre las autoridades municipales y la ciudadanía. Un primer pilar ha consistido en la reducción progresiva de los límites de velocidad en áreas urbanas, que se han disminuido de los tradicionales 30 mph (48 km/h) a solo 18 mph (29 km/h) en la mayoría de los carriles de la ciudad.
“Muchos factores han contribuido a esto, pero los límites de velocidad son uno de los más importantes”, declaró Roni Utriainen, ingeniero de tránsito de la División de Medio Ambiente Urbano de la ciudad, a Yle News.
Simultáneamente a estas restricciones, la ciudad ha promovido mejoras continuas en el transporte público. La optimización de rutas y la expansión de servicios como autobuses y tranvías han reducido la dependencia del automóvil particular, alentando a los ciudadanos a optar por medios de transporte más seguros, ecológicos y eficientes. El transporte colectivo, además de contribuir a la disminución de la siniestralidad, mejora la calidad del aire y la convivencia vial.
La planificación urbana también merece un apartado especial: los puntos críticos han sido rediseñados para priorizar la seguridad de ciclistas y peatones, incorporando carriles segregados, áreas peatonales ampliadas y sistemas de cruce más inteligentes.
En la década de 1980, Helsinki vivía una realidad radicalmente diferente. En aquel entonces, la ciudad promediaba alrededor de 30 muertes anuales por accidentes de tráfico, con una cifra mucho mayor de heridos en cientos de colisiones. La normalidad de estos eventos marcaba la cotidianidad de las familias finlandesas, que sufrían periódicamente la repentina pérdida de un ser querido debido a circunstancias tan fortuitas como el transitar diario hacia el supermercado.
Sin embargo, el avance en materia de movilidad urbana y seguridad vial ha sido constante en las últimas décadas. A medida que los buses y tranvías ampliaron su alcance y frecuencia, los automóviles comenzaron a perder protagonismo como principal medio de transporte diario. Además, los vehículos particulares aumentaron su estándar de seguridad, incorporando sistemas de protección pasiva y activa para sus ocupantes. Aun así, las muertes viales continuaron produciéndose de forma habitual hasta que se implementaron medidas más drásticas en los últimos años.
El impacto de las decisiones de diseño urbano sobre la seguridad vial ha sido crucial. Un enfoque basado en el análisis de datos permitió identificar los puntos críticos de la red vial y rediseñarlos para minimizar riesgos, incorporando infraestructuras más seguras tanto para ciclistas como para peatones. La instalación de más cámaras de tráfico y mecanismos automatizados de control de velocidad ha facilitado el cumplimiento de las normativas, disuadiendo comportamientos peligrosos y agilizando las sanciones ante infracciones.
La ciudad ha realizado inversiones constantes en tecnologías de monitoreo y en la modernización de sus métodos de gestión del tráfico, asegurando que cada reforma esté respaldada por evidencia que valide su eficacia. Este proceso de revisión continua ha permitido avanzar hacia el objetivo de cero muertes, ajustando la estrategia conforme surgen nuevas necesidades.
Aunque el logro de Helsinki es innegable, las autoridades reconocen que la naturaleza de la movilidad urbana está en constante evolución. La proliferación de nuevos vehículos personales, especialmente los patines eléctricos, ha planteado desafíos emergentes que requieren adecuaciones a la normativa y a la infraestructura existente. La administración municipal sigue monitoreando las tendencias para garantizar que el récord alcanzado no sea un punto de llegada, sino el inicio de una cultura permanente de seguridad y movilidad sostenible.
El caso de Helsinki confirma que las ciudades pueden transformar radicalmente su realidad vial con voluntad política, planificación y adaptación tecnológica continuas, ofreciendo un modelo inspirador para urbes de todo el mundo en su lucha contra la siniestralidad en las calles.