Martes, 23 de septiembre de 2025   |   Internacionales

La asombrosa historia de Annette Herfkens, la única sobreviviente de un accidente aéreo en la selva de Vietnam

Soportó heridas graves, soledad absoluta y el duelo de haber perdido a su prometido en el accidente. En medio del sufrimiento, descubrió una impensada fortaleza interior
La asombrosa historia de Annette Herfkens, la única sobreviviente de un accidente aéreo en la selva de Vietnam

El destino de Annette Herfkens se transformó para siempre tras un trágico accidente aéreo en Vietnam en 1992. Esta ejecutiva holandesa del sector financiero emprendió lo que sería una escapada romántica junto a su prometido Willem, apodado Pasje, a pesar de sus reservas sobre la aeronave de fabricación soviética y su propia claustrofobia.

El vuelo, que duraría apenas 55 minutos, transcurría sin contratiempos hasta que todo cambió drásticamente al aproximarse al aeropuerto de Nha Trang. “Escucho cómo los motores aceleran. Se descuelga de nuevo. La gente grita. Él me mira. Yo lo miro. Nos agarramos de la mano y entonces todo se vuelve negro”, recordó Herfkens en una entrevista con BBC Mundo.

En diálogo con el pódcast ESDLB, Herfkens detalló que el impacto fue devastador. Casi todos los pasajeros y miembros de la tripulación murieron, salvo ella. Al recuperar la conciencia, se encontró rodeada por la densa vegetación vietnamita, inmóvil y atrapada entre los restos del avión, con fracturas en las caderas, un pulmón colapsado y la mandíbula rota. Junto a ella yacía el cuerpo sin vida de Pasje, cuya expresión aparentaba aún conservar una sonrisa, un detalle que subrayaba la magnitud de la tragedia a la que debía enfrentarse en absoluta soledad.

Durante las primeras horas tras el impacto, un hombre vietnamita, otro pasajero, también sobrevivió. Le ofreció unos pantalones para proteger sus piernas heridas de los insectos, un gesto de humanidad que, según la propia Herfkens, podría haber sido crucial. Sin embargo, el hombre no resistió sus heridas y falleció al final del primer día, dejándola completamente aislada.

La vida en la selva se convirtió en un desafío físico y mental extremo. Herfkens reveló en su libro *Turbulencias* que carecía de experiencia en técnicas de meditación, pero se aferró a su instinto para combatir el pánico y resistir ante la desesperación. Decidió observar y aceptar su situación sin juicio, enfocando su atención en el presente y evitando pensamientos que pudieran socavar su resistencia.

Su supervivencia dependió del ingenio: improvisó recipientes con espuma aislante del avión para recolectar agua de lluvia y halló un poncho entre el equipaje de otra pasajera que la protegió del frío nocturno.

La escasez de alimentos y la deshidratación complicaron su frágil estado, pero logró refugiarse mentalmente en la observación de la naturaleza circundante. “Cuanto más me concentraba en las hojas, en las gotas sobre las hojas y en cómo la luz se reflejaba en las gotas, más hermosa se volvía”, relató.

Para evitar caer en el dolor por la pérdida de Pasje, Herfkens decidió prohibirse pensar en él y se aferró a los recuerdos felices de su familia, convencida de que no dejaban de buscarla. A medida que pasaban los días, su estado empeoró y comenzó a alucinar. En el sexto día, creyó ver a un hombre vestido de naranja. Pensó que era producto de su imaginación, pero esa misma visión anticipó el rescate.

Al octavo día, un grupo de rescatistas vietnamitas localizó la zona del accidente. Tras confirmar su nombre en la lista de pasajeros, le proporcionaron agua y la trasladaron sobre una lona improvisada.

El primer sentimiento de Herfkens ante el rescate fue el pánico, ya que abandonar aquel lugar donde había experimentado momentos de extraña paz le resultaba abrumador. Los rescatistas, entendiendo su estado, optaron por acampar junto a ella antes de evacuarla del sitio.

El regreso a la vida civil fue tan impactante como el aislamiento en la selva. En Ciudad Ho Chi Minh, su colega Jaime la recibió antes de que llegaran los familiares de Pasje y de su propia madre. La noticia de su supervivencia sorprendió a todos; en los Países Bajos ya se habían publicado esquelas y cartas de condolencias.

La recuperación física requirió varias intervenciones quirúrgicas en su mandíbula, pulmón y caderas, y los médicos vietnamitas lograron salvarle las piernas de la gangrena, un logro que los especialistas aseguraron que difícilmente habría sido posible en su país.

El duelo por la pérdida de Pasje se convirtió en una experiencia devastadora. El funeral estuvo marcado por la presencia de amigos que originalmente hubiesen asistido a una boda, convirtiéndose en una ceremonia nupcial invertida. “La selva se volvió un lugar seguro. El mundo real se convirtió en un sitio aterrador, porque yo siempre lo tenía a él, a Pasje. Él siempre estaba ahí”, confesó Herfkens a BBC Mundo. El proceso de reconstrucción personal fue prolongado, incluyendo todas las etapas del duelo y la necesidad de aceptar una vida profundamente distinta a la que había imaginado.

Con el tiempo, Herfkens encontró apoyo en Jaime, quien nunca perdió la fe en que ella sobreviviría. Finalmente se casaron y formaron una familia. El diagnóstico de autismo de su hijo Max le permitió aplicar muchas de las lecciones aprendidas durante su supervivencia en la selva: la aceptación de las circunstancias y la capacidad de descubrir belleza en lo inesperado.

“Así como acepté mi situación después del accidente, también lo hice tras el diagnóstico de mi hijo. Así vi lo que él es: una hermosa fuente de amor incondicional”, compartió.

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