
TRES ARROYOS.— Tras romper el récord de 2022, el complejo de cebada y malta exportó en 2024 más de US$450 millones, superando por primera vez el millón de toneladas despachadas —una suba del 29% respecto de 2023, cuando se exportaron 820.000 toneladas—. La actividad se consolida así como uno de los pilares del complejo agroindustrial argentino, aunque de cara al futuro enfrenta desafíos de competitividad. En este marco, según expertos, la Argentina se posiciona hoy como el principal exportador de cebada y malta de Sudamérica y el cuarto a nivel mundial, detrás de Australia, Rusia y Europa.
“Para este año, la expectativa tanto de rindes como de calidad es muy buena, comparada con campañas anteriores”, explicó a LA NACION Martín Del Arco, director regional de Agronegocios de Cervecería y Maltería Quilmes.
“Hablamos de cebada cervecera y de calidad cervecera, con algunos puntos de riesgo por la caída de frío de las últimas semanas, pero la perspectiva es positiva”, señaló.
Martín Del Arco, director regional de Agronegocios de Cervecería y Maltería Quilmes
El ejecutivo destacó que el país exporta cerca del 70% de la malta que produce, con Brasil como principal comprador, seguido por Bolivia y Paraguay. “Tenemos dos plantas de producción de malta en el sur bonaerense y el 65-70% de ese volumen se exporta. Hemos logrado colocar cebada en India y Colombia, y malta en México, pero los desafíos son principalmente de competitividad y costos logísticos”, advirtió.
Según Del Arco, la clave del negocio radica en el trabajo conjunto con los productores. “La cebada es nuestra materia prima, lo que más impacta en el costo de la malta y lo que define nuestra competitividad. Hay que ser eficientes en la producción y en la logística: simplificar procesos, aprovechar trenes, bitrenes y cualquier medio que permita reducir los costos de exportación”, sostuvo.
Para el directivo, el escenario global también plantea presiones adicionales. “Australia tendrá una cosecha récord, lo que aumenta la competencia. Nuestro desafío es mantenernos como proveedores confiables para China y abrir nuevos mercados sin perder rentabilidad”, subrayó.
Por su parte, el ingeniero agrónomo Mario Cattáneo, referente y asesor técnico en cebada en la región, recordó que el cultivo tiene una larga tradición en el país y que su despegue se produjo en los años 90, impulsado por la integración del Mercosur y la expansión de las malterías.
Mario Cattáneo, referente y asesor técnico en cebada
“El otro gran salto fue en 2006, cuando la intervención del mercado de trigo llevó a muchos productores a buscar alternativas y encontraron en la cebada una opción rentable, especialmente en el sudeste bonaerense”, explicó.
A partir de 2010, tras una fuerte sequía en Rusia y Ucrania, principales productores globales, la Argentina se consolidó como proveedor mundial de cebada forrajera. “Fue el gran salto del cultivo. Pasamos de 400.000 hectáreas a 1,5 millones en 2012”, señaló Cattáneo. Actualmente, el área sembrada se estabilizó en torno a 1,2 millones de hectáreas, con una producción de entre 4,5 y 5 millones de toneladas.
“La Argentina es un jugador importante tanto en cebada cervecera, por su mercado en Brasil y Latinoamérica y; en forrajera, con exportaciones al Medio Oriente”, indicó.
Sin embargo, el contexto internacional muestra señales de enfriamiento. “Bajó el consumo global de cerveza y hay una sobreoferta de cebada. Este año hay muy buena producción en Europa, Rusia y Canadá, lo que complica el escenario”, advirtió.
En el país, los precios de la cebada cervecera rondan los US$200 por tonelada, un nivel similar al del trigo, aunque el cultivo suele ofrecer mayor rendimiento y cosecha anticipada, lo que beneficia a los productores. “En el sudeste bonaerense se obtienen entre 500 y 1000 kilos más por hectárea que con el trigo, y al desocupar antes los lotes, permite sembrar cultivos de segunda como girasol”, explicó.
Cattáneo consideró que, pese al contexto global adverso, “el cultivo se va a mantener” y destacó que “la producción siempre encuentra destino gracias a sus ventajas agronómicas y comerciales”. Para crecer, dijo, “necesita que se recupere el consumo de cerveza a nivel mundial”.
Para Enrique Rada, gerente comercial de cebada de la empresa, la postcosecha es hoy un factor crítico para la rentabilidad. “Tener una buena cosecha es solo ganar el primer tiempo del partido. Falta el segundo, que es conservar bien el grano y mantener la calidad”, afirmó. El especialista señaló que la expansión del cultivo en la última década cambió el modelo comercial: “El productor hoy puede cosechar en diciembre y entregar la cebada recién en septiembre u octubre del año siguiente. Ya no se trata solo de producir, sino de saber conservar”.
Para Enrique Rada, gerente comercial de cebada de la empresa alimenticia, la postcosecha es hoy un factor crítico para la rentabilidad
En ese sentido, Rada subrayó la relevancia de los silobolsas, una tecnología que “vino para quedarse”. “La Argentina produce 130 millones de toneladas de granos, pero tiene capacidad estática de almacenaje de 75 millones. Los otros 50 millones están en silobolsas en los campos. En cebada, 2 millones de toneladas de las cinco producidas se almacenan de este modo”, precisó.
Sin embargo, advirtió sobre los riesgos de un manejo inadecuado. “En cebada, el primer factor que se deteriora es la capacidad germinativa, clave para la industria maltera. De 197.000 toneladas analizadas en Necochea, el 70% de los camiones rechazados fue por grano pelado o humedad. Eso significa que se cosechó y se conservó mal ”, afirmó.
“Una cebada que no germina no es cervecera. Si la almacenamos mal, la transformamos en forrajera, y eso puede representar una pérdida de entre 130 y 140 dólares por hectárea”, detalló Rada
“Una cebada que no germina no es cervecera. Si la almacenamos mal, la transformamos en forrajera, y eso puede representar una pérdida de entre 130 y 140 dólares por hectárea”, detalló. Rada recomendó un monitoreo constante del grano almacenado: “Hay que controlar cada 60 días, verificar humedad, hermeticidad de las bolsas y actuar rápido ante roturas. No se puede dejar abandonado el silobolsa”.
En este contexto de alta competitividad, la empresa agroindustrial presentó dos nuevas variedades de cebada cervecera, Malkia y Florence, resultado de una inversión de US$6 millones y de más de 10 años de investigación. “Para ser competitivos, tenemos que desarrollar variedades con buena performance en el campo y en nuestras malterías. Trabajamos para mejorar lo que ya existe, haciendo cruzamientos dirigidos, de forma manual y con mucha paciencia”, explicó Alejandra Gribaldo, gerenta de Investigación y Desarrollo del Centro de Investigación de Cebada Cervecera en Tres Arroyos.
“Buscamos variedades con excelentes rendimientos y calidad maltera, con mejor eficiencia en el uso de insumos y buena sanidad, que permitan una producción más sustentable”, agregó.
Alejandra Gribaldo, gerenta de Investigación y Desarrollo del Centro de Investigación de Cebada Cervecera en Tres Arroyos
Según detalló, Malkia es una variedad de ciclo intermedio, similar a Andreia -desarrollada hace 14 años-, que ofrece estabilidad frente a condiciones restrictivas como falta de agua o altas temperaturas. En cambio, Florence, parecida a Montoya (creada hace ocho años), presenta un alto potencial de rendimiento, ideal para ambientes sin limitaciones climáticas.
Así, tras un año récord en exportaciones, el complejo de cebada y malta argentino se prepara para enfrentar una nueva etapa: consolidar su presencia en el mercado global con innovación, eficiencia y una cadena más integrada.




