
Los errores cometidos durante la fertilización de los cultivos pueden resultar sumamente costosos. Costosos, cuando se aplican nutrientes en áreas de un lote donde no son necesarios, lo que incrementa los costos de producción sin generar un retorno adicional; costosos cuando se usan niveles de fertilización insuficientes para maximizar el rendimiento en ciertas condiciones o partes del campo (lo que compromete la rentabilidad); y costosos para el medio ambiente, cuando, debido a un diagnóstico incorrecto o impreciso, se aplican nutrientes en sitios donde, por diversas razones, el cultivo no puede absorberlos, lo que los deja vulnerables a contaminar el agua o el aire.
En la actualidad, productores y agrónomos encuentran en las tecnologías de agricultura de precisión un aliado estratégico para mejorar el manejo nutricional de los cultivos. En este sentido, el manejo sitio-específico de nutrientes se define como una tecnología de procesos que busca una mejor comprensión de los factores que determinan la respuesta de los cultivos a la fertilización dentro de un lote y lo lleva a la práctica a través de la aplicación de nutrientes y enmiendas con dosis variables. Su objetivo principal es maximizar la eficiencia en el uso de los recursos en los cultivos, incrementando la rentabilidad de la producción y minimizando el impacto ambiental. Generalmente, implica un esfuerzo interdisciplinario que combina conocimientos agronómicos básicos con herramientas tecnológicas, como sistemas de geolocalización (GPS), sistemas de información geográfica (GIS), monitores de rendimiento, sensoramiento remoto y de contacto, y maquinaria equipada para realizar dosificación variable de insumos.
Recientemente, también se han incorporado aportes de tecnologías más avanzadas de aprendizaje automático (“machine learning”) y otros tipos de inteligencia artificial. Aunque la potencialidad de esta tecnología ha demostrado ser enorme, su adopción masiva a nivel nacional ha enfrentado varios obstáculos de diversa índole. Algunos de estos desafíos se han ido resolviendo gradual y satisfactoriamente en los últimos años, como la madurez general de la tecnología, la capacitación de agrónomos y operarios, y el soporte técnico de las empresas proveedoras. Sin embargo, otras barreras que han retardado la implementación de estas prácticas siguen representando un desafío, como la necesidad de contar con recomendaciones zonales de fertilización que posean el nivel de precisión y resolución espacial que la tecnología exige, y la dificultad para evaluar su eficacia comparada con enfoques de producción más tradicionales de manejo uniforme.
Durante el Simposio Fertilidad 2025, se presentaron diversas experiencias de distintas regiones del área productiva argentina que evidencian cómo las herramientas de agricultura de precisión, la integración del conocimiento básico sobre fertilidad de suelos y nutrición de cultivos, y la investigación en campos de productores (“on-farm research”) pueden mejorar el manejo de nutrientes en los sistemas agrícolas.
La nutrición mejora los cultivosSoru Epotok – Shutterstock
Para el manejo del nitrógeno (N), es crucial considerar la oferta y la demanda de este nutriente de forma integrada al generar una prescripción de fertilización nitrogenada con dosis variable, ya que cuantificar la demanda de forma aislada (por ejemplo, utilizando mapas de rendimiento de años anteriores o imágenes multiespectrales correlacionadas con la productividad vegetal) podría no ser la estrategia más acertada para distinguir áreas dentro del lote con diferentes requerimientos de N. De igual manera, la cuantificación de la oferta de N de manera individual (como el análisis de N inorgánico en el suelo o algún índice de mineralización de N) sin tener en cuenta el potencial de rendimiento del ambiente tampoco parece ser un enfoque recomendable en regiones con pluviometría variable, donde las pérdidas de N del sistema pueden ser significativas. En este sentido, estudios internacionales sugieren que aquellas recomendaciones de fertilización que ignoran completamente el potencial de rendimiento del ambiente tienen un éxito de apenas un 50% en el mejor de los casos.
Por otro lado, el manejo del fósforo (P) presenta menor complejidad, especialmente en regiones con suelos poco fijadores como los de la región templada argentina. Sin embargo, al considerar la variabilidad espacial de la disponibilidad de P para los cultivos, el manejo de este nutriente se vuelve considerablemente más complejo. Para evaluar la viabilidad económica de la fertilización fosforada con dosis variable en la región pampeana, se realizó un estudio en 342 lotes de producción muestreados en grilla, con una intensidad aproximada de 1 muestra por hectárea. Los resultados muestran que la fertilización variable presentó un margen bruto considerablemente mayor que la fertilización con dosis uniforme, y su impacto económico fue más significativo para el trigo (incremento de margen bruto promedio de 39 US$/ha) y algo menor para el maíz y la soja (30 y 27 US$/ha, respectivamente).
El desafío consiste en seguir aplicando y maximizando las ventajas de la agricultura de precisión, profundizando en la comprensión de las capacidades de esta tecnología para que, cuando su implementación se masifique en Argentina, se aproveche su máximo potencial.
El autor es docente, investigador independiente y director del Laboratorio Clarion.