Johnatan Paul Ramírez tiene 19 años y se lo acusa de haber asesinado a otro joven, Benigno Daniel Paz, alias El Gato, con una brutal y profunda puñalada efectuada con una faca, mientras bebían vino y cerveza en un kiosco de calle Ameghino al final, zona de acceso al Volcadero Municipal de Paraná.El hecho ocurrió el 10 de julio de 2005 y ayer, al comenzar el juicio, Ramírez, asistido en la defensa por el doctor Héctor Bergara, optó por declarar, comenzando por manifestar que era inocente. “La noche anterior fuimos a un baile y me pasé la noche tomando vino. Volví totalmente amanecido y lo que me acuerdo es que después del mediodía me desperté escuchando un revuelo tremendo y gente que gritaba que El Gato estaba muerto y algunos me acusaban que había sido yo… Pero verdaderamente yo no me acuerdo de nada, lo único que me acuerdo es que llegué pasado de vino y me quedé dormido. Me acuerdo que me gritaban que me iban a matar por lo que había hecho, y uno de los que estaba ahí, que le dicen Rabito, me apuntaba con un arma y me acusaba de esa muerte y yo le pedía que me explique qué había pasado y él me contestaba gritando ¡explicáme vos!… Y como vi que la cosa empezaba a traer problemas para mi familia me entregué, pero no como culpable, sino para que no tomen represalias contra ellos”, comenzó diciendo.La primera testigo en declarar fue la doctora Ismelda Corbalán, quien asistió a Ramírez durante varios meses en el Hospital Neuropsiquiátrico Antonio Roballos cuando tenía 16 años. “Es un muchacho que presentaba episodios psicóticos, con alucinaciones y una probable esquizofrenia”, reconoció la profesional.Ante la consulta del tribunal, sobre si era posible que el acusado, con esta patología, y tras haber abandonado su medicación pueda escuchar voces en su mente que le ordenen defenderse ante un ataque inexistente, la doctora Corbalán respondió que sí.También expuso como testigo el licenciado en psicología Alejo De Zan, quien no descartó la esquizofrenia como patología pero que en los peritajes que se le realizaron no existió una manifestación explícita, por lo que no se lo llegó a declarar inimputable, ya que “esquizofrenia no es sinónimo a que no puede comprender sus actos”, manifestó.Declararon finalmente dos mujeres, Lilia Medina, dueña del kiosco donde bebían los que acompañaban a Gato Paz y a Johnatan Ramírez, y Estela Calderón, concuñada del acusado.Comentaron que por versiones que escucharon –ya que niegan haber presenciado el homicidio–, “fue todo por defenderlo a un tal Rabito, que estaba con ellos. Se comentaba que Gato le quería pegar un tiro a Rabito y que Ramírez lo apuñaló para defenderlo”. Pero nadie entiende porqué el mismo Rabito le recriminó a Ramírez lo que dicen que hizo. Quizá estas dudas puedan develarse hoy, cuando los integrantes de ese grupo ofrezcan su testimonio frente al tribunal de la Sala Segunda de la Cámara del Crimen, que ayer estuvo a poco de dejar presas por reticentes y por falso testimonio a las dos mujeres, las que lograron hacer memoria de algunos tramos de esta historia sólo luego de que el presidente del Tribunal, doctor Jorge García, les expusiera claramente en forma individual “si no dice la verdad, va a terminar presa”. (El Diario)




