
No hubo estridencias ni quejas efusivas del arco político sobre el acuerdo. Salvo los cuestionamientos de rutina, acaso obligados, una suerte de “conste en actas”. Si bien era un hecho su inminencia, como había anticipado el canciller Pablo Quirno, el anuncio subrepticio, con Milei en Corrientes y comunicado a través de la Casa Blanca, dejó márgenes para la sorpresa. Máxime cuando apenas horas antes se había llevado a cabo la Conferencia Industrial de la UIA, con participación de Luis Caputo, de Martín Menem, de gobernadores, de Jorge Macri y de los principales empresarios del país. Un timing de relojero al que nos tiene acostumbrados la administración Trump.
paolo rocca uia
Sin embargo, hubiese sido ilustrativo conocer en caliente, con el shock inicial, la opinión de los industriales respecto al acuerdo, con menos casette y menos tono institucional del que deslizaron luego, vía comunicados y reparto de “off” masivos. En líneas generales, los sectores afectados no mostraron mayores resistencias y hasta ven viable que se abra una oportunidad de llegar con buenas condiciones a Norteamérica. Hay cautela, no obstante, hasta no conocer la letra chica: el cómo y el cuánto, esa es la cuestión.
Gobernadores, raleados pero con peso
Todo el preludio pone sobre la mesa que el Gobierno avanza sobre seguro, a raíz de la diáspora opositora. Milei decidió abiertamente apoyarse en los gobernadores, y Diego Santilli estrenó su cargo con una gira por las provincias, con escalas en Entre Ríos, Mendoza y Neuquén. Tendrá que ajustar su relación con Axel Kicillof a los términos institucionales en lugar de acogerse a la chicana tuiteril. Y resolver el culebrón de las internas propias, que amagaron con recorte de funciones y la asignación de una oficina no acorde al rango de un ministro.
Santilli Figueroa 2
Como sea, los peronistas que se volvieron díscolos ya dejaron de lado el tono combativo. El catamarqueño Raúl Jalil o el tucumano Osvaldo Jaldo tienden puentes tras la campaña electoral. El pampeano Sergio Ziliotto fue invitado al convite despedida de Guillermo Francos, en una señal de que hay mandatarios PJ dispuestos a sentarse en la mesa. Respecto a los dialoguistas no alineados, el fracaso electoral de Provincias Unidas pone a ese conjunto de gobernadores en la necesidad de volver a negociar, en un nuevo clima de abrazos y apretones de mano, pero subsumidos a los designios libertarios.
Aunque herido el proyecto nacional para 2027, de todos modos los jefes provinciales podrán ser los árbitros de las peleas en el Congreso, que tendrán como fuerzas mayoritarias al peronismo y a LLA, engrosada con los exiliados del PRO. Según un informe de La Sastrería, 28 de los 72 senadores, es decir un 39% de la Cámara alta, responde a gobernadores. Incidencia que en Diputados cae al 25% (64 de 257).
En ese poroteo gana fuerza el santiagueño Gerardo Zamora, líder del Frente Cívico, aliado circunstancial del panperonismo. El actual gobernador se mudará a la Cámara alta en diciembre y responderán a su liderazgo también los otros dos senadores. Tiene bajo su órbitra los tres escaños del Senado (bajo la táctica de salir primero con el Frente Cívico y segundo con una suerte de colectora: Fuerza Patria, Frente para la Victoria o como se llame la alianza del PJ ese año) y además 7 diputados. Nadie tiene tantos alfiles que le respondan, y por eso Zamora también se coló en las negociaciones subterráneas que este medio contó respecto a los lugares en la Corte que tiene como protagonistas a Cristina Kirchner y a Karina Milei.
Sin embargo, en el derrotero del PJ también asoma la posibilidad de un interbloque en Diputados. Para algunos, sería la pérdida del principal activo del peronismo en la era Milei: haber mantenido unidad y coherencia pese a las internas en un solo espacio comandado por el santafesino Germán Martínez. Para otros, la figura del interbloque permitiría incorporar a alguna bancada light a figuras que temen quedar pegadas al kirchnerismo, como Natalia de la Sota, entre otros legisladores de distinta procedencia, bajo la premisa de ser opositores a Milei.
Esa posibilidad viene ganando fuerzas. En el massismo buscan despegarse de esa potencial estrategia ya que algunos sectores le endilgan la propuesta al Frente Renovador. Intentan cerca de Massa resaltar que el tigrense busca garantizar la unidad y rechaza las divisiones. “Los matices y las diferencias entre nosotros tienen que encontrar su cauce y los mecanismos adecuados para resolverlos. Pero nunca perder el foco del objetivo central. De las divisiones del peronismo sólo se beneficia este gobierno”, dijo en un extenso tuit el diputado electo Sebastián Galmarini, espada renovadora.
También el posible interbloque fue parte de la conversación que mantuvieron en San José 1111 Cristina Kirchner con el gobernador riojano Ricardo Quintela días atrás. La expresidenta pidió “que no se dividan los armados del bloque de las cámaras”. Vale destacar que en el Senado ya hubo separatismo provincial cuando se conformó el bloque Convicción Federal, que integra a Fernando Salino, Carolina Moisés, Guillermo Andrada y Fernando Rejal, este último ligado a Quintela. Desde este espacio intentan, justamente, atraer a más figuras provincialistas que se sumarán el 10 de diciembre.
De consagrarse el interbloque, quienes quedarán en posición incómoda son los peronistas silvestres, que no se encolumnan en La Cámpora, ni el Frente Renovador, ni el kicillofismo. “Dónde quedamos nosotros”, se preguntaba un referente que ingresará a Diputados en tres semanas. Sí hay conciencia, más allá de las internas, de la necesidad de ampliar el PJ.
“Las últimas elecciones demostraron que es más fuerte el antiperonismo que el peronismo. Y se necesita sumar desde la izquierda hasta el cordobesismo. Esos votos valen en primera vuelta. En la segunda rinden menos, porque ya no alcanza para el balotaje”, analizaba un peronista que pasó por altos cargos ejecutivos. ¿Será la figura de un interbloque la posibilidad de pescar con red? ¿O derivará en una mayor grieta dentro de un partido que no termina de consensuar liderazgos?
Dique de contención amarillo
También el PRO quedó en corrido de la escena. Los amarillos que se integran al Gabinete lo hacen a pesar de Mauricio Macri. Santilli, por ejemplo. Por eso, y ante la fuga de diputados a LLA, el expresidente convocó al Consejo Nacional del partido.
“Recuperar la identidad del PRO”, fue el concepto que brotó del encuentro, que intentó ser un dique de contención. Estuvo presente Soledad Martínez, vice del partido e intendente de Vicente López. Junto con Jorge Macri, apuestan a sostener el amarillo contra el violeta, y siempre renegaron de la alianza electoral que le cedió color y nombre a Milei. En especial, tras los cortocircuitos que tienen en sus gestiones con los libertarios, que no se condice con las ayudas del PRO a Milei en el Congreso Nacional.
El porteño, por caso, convive con trabas en la Legislatura que parten del bloque de Pilar Ramírez, mano derecha de Karina. Un test se viene ahora: el Presupuesto de la Ciudad. Además, sigue penando para recibir los fondos coparticipables que tienen sentencia de la Corte Suprema favorable a la posición de CABA. La reunión con Luis Caputo fue amable, pero en Parque Patricios deslizaron que no van a negociar por un tema en que la Justicia ya falló. Será intransigencia, pese a que Jorge Macri se queda con el saludo afectuoso de Milei, una especie de borrón y cuenta nueva tras una serie de desaires.
Jorge MAcri Luis Caputo
“Somos los que somos, estamos los que estamos”, expresó en el cónclave uno de los dirigentes del riñón de Macri, quien sabe que su poder de daño se limita a los amagues de presentar candidato en 2027 y a complicar votaciones con un menguante bloque propio, comandado por Cristian Ritondo.
No se asustan en el PRO por las fugas. “Siguen siendo amarillos, incluso Santilli”, dicen, con optimismo. Es que, recuerdan, los radicales en la gestión de Juntos por el Cambio nunca dejaron de ser boina blanca, por más que se hayan enrolado en el macrismo de manera eventual.
La reconstrucción del PRO, ya como partido de nicho, apunta a la gestión distrital, a la coherencia programática y a sostener una nitidez como partido. A pesar de que el liderazgo de Macri está atado con alambres y es mirado de reojo incluso por quienes acuden a sus convocatorias.




