
Pocos días en Japón se traducen en aprendizajes significativos, gracias al intercambio de experiencias y observaciones entre los integrantes del grupo. Si bien seis días en este país pueden parecer breves desde una perspectiva individual, la participación de 17 personas bien preparadas amplifica estos días, equiparándolos a más de 100 jornadas de observaciones.
Al pensar en Japón, automáticamente lo vemos como un lugar geográficamente distante, el extremo opuesto del mundo. Sin embargo, esta lejanía física no hace más que resaltar la necesidad de un considerable esfuerzo para lograr una comprensión mutua.
No intentamos, con pocas palabras, desentrañar las diferencias que nos separan de una cultura milenaria que nos supera en siglos en cuanto a organización y desarrollo. Al observar el orden, el respeto por la planificación a corto y largo plazo, las formalidades en las interacciones y la distancia que se mantiene en los espacios individuales, todo esto contrasta con nuestra informalidad, la priorización de la flexibilidad y nuestra visión a corto plazo.
El grupo de productores argentinos que visitó Japón
La cultura se manifiesta en cada aspecto, desde la arquitectura hasta el diseño refinado de los objetos, abarcando también los movimientos en el transporte público, la limpieza omnipresente y la amabilidad de las personas. A modo de anécdota, es cierto que casi no hay basura en las calles, y a pesar de ello, todo se mantiene sorprendentemente limpio.
Nos impactó profundamente cómo un cambio de planes o un imprevisto puede generar parálisis; en algunos casos, esto se traduce en una sensación de falta de flexibilidad y pragmatismo desde nuestra perspectiva. Pero, como meros observadores externos, entendimos que las relaciones son lentas pero duraderas, y que las decisiones no se apresuran por razones de corto plazo.
Casi un millón menos
Las presentaciones durante las charlas comenzaron siempre con el planteamiento de desafíos, tanto por parte de funcionarios públicos y empresarios como de emprendedores de startups, quienes introdujeron sus exposiciones resaltando las dificultades que enfrentan.
Uno de los principales desafíos de la agricultura japonesa es el envejecimiento de sus productores y cómo pueden adaptarse cultural y tecnológicamente para continuar con la producción. Este fenómeno de envejecimiento y despoblación rural, que ya habíamos discutido durante la preparación del viaje, se tornó aún más real al observar los datos y las expresiones de los funcionarios del Ministerio de Agricultura (MAFF) al hablar de este tema.
La delegación argentina que visitó Japón
Los subsidios que han recibido son de un valor incalculable para los productores argentinos, quienes han contribuido con más de 200.000 millones de dólares, únicamente a través de Derechos de Exportación destinados al bienestar y desarrollo de la sociedad argentina.
Los datos son elocuentes: en los últimos 20 años, la población rural ha disminuido en un 40%, y el 60% de los agricultores supera los 70 años, lo que implica que en los próximos años muchos de ellos dejarán de ejercer la agricultura, al menos como lo han hecho hasta ahora. Este fenómeno también se observa en las ciudades, donde la baja natalidad se refleja en el hecho de que en Tokio es común ver carritos de bebés en las calles, pero con perros dentro.
El fenómeno de la caída de la natalidad se ve en Tokio, donde es común ver carritos de bebés en las calles, pero con perros adentro
El gobierno japonés tiene programas muy agresivos para estimular a nuevos productores, financiándolos con tasas irrisorias durante sus inicios y hasta el quinto año de operación. También subsidia la compra de maquinaria moderna para mejorar la eficiencia agrícola de cualquier actividad. A través de las conversaciones sobre este tema, pudimos discernir la importancia cultural del arroz, que no se considera un simple commodity cuando se habla de producción local.
Para ilustrar, el valor de una hectárea dedicada al cultivo de arroz es de aproximadamente 60.000 dólares, y nos sorprendieron los bajos valores de arrendamiento, que apenas alcanzan los 600 kg de arroz. La necesidad de controlar las malezas es constante durante el ciclo del cultivo, lo que exige una vigilancia permanente, y el costo de los arriendos es bajo. La preocupación por el futuro es considerable, ya que mantener la producción y la productividad representa un gran desafío.
Actualmente, los agricultores japoneses generan el 31% de las necesidades energéticas de su población; de los países desarrollados, Japón es el que más alimentos importa en relación a su consumo nacional. Las soluciones que contemplan incluyen el incremento de la superficie cultivable mediante nuevos agricultores que deseen arrendar y operar mayores áreas, el desarrollo de cooperativas u otras asociaciones que reúnan a los productores actuales, y en cualquier caso, una aceleración en la adopción de tecnologías agrícolas digitales en todas sus formas. La alta edad promedio de los productores también limita la incorporación de nuevas tecnologías, tanto en insumos como en procesos.
Las relaciones comerciales con Argentina son relativamente bajas, a pesar de que Japón cuenta con una de las economías más importantes del mundo. Somos importantes compradores de autopartes y actualmente hay más de 30 empresas japonesas que han invertido en nuestro país. En este momento, están evaluando inversiones en minería y en la extracción de litio como proyectos relevantes.
En cuanto a las exportaciones argentinas hacia Japón, en 2024 alcanzaron los 540 millones de dólares. El maíz es un producto que les interesa, aunque no se exporte todos los años; mientras que los calamares, langostinos y otros productos pesqueros siempre ocupan un lugar relevante, complementándose con exportaciones de jugos de fruta.
Las exportaciones de carne son muy limitadas, ya que sólo puede exportarse desde la Patagonia, donde reside menos del 2% del stock nacional. Las negociaciones para la apertura de la carne proveniente del norte del país comenzaron hace varios años, pero han avanzado lentamente debido a la complejidad del proceso en Japón y porque los requerimientos informativos son exigentes y no siempre han sido una prioridad para los distintos gobiernos en los últimos años.
En todas las reuniones comerciales, lo que más se solicita es calidad y un precio competitivo. La inflación de los alimentos ha sido uno de los temas más discutidos en los meses recientes, causando cambios en el gabinete debido al aumento en el precio del arroz.
La cultura y la confianza son fundamentales para lo que se puede lograr en Japón, y la modernidad es desigual según el contexto; por ejemplo, observamos un robot asistente de seguridad en un centro de convenciones, mientras que en otros aspectos aún utilizan el fax para algunos trámites.
La recesión económica, de la que hablan muchos analistas, es poco perceptible en la microeconomía cotidiana, aunque se hace evidente al observar la cantidad de trabajadores en servicios de bajo valor, contrastando con el desarrollo urbano que observamos en China.
El rol del Estado en Japón difiere notablemente de lo que percibimos en China; sin embargo, se trata de un Estado muy presente. Nos sorprendió el vínculo estrecho entre las empresas, el partido gobernante y el Estado, especialmente al hablar de las grandes compañías que operan en nuestro país. China es su principal socio comercial, pero existen diferencias significativas. Por ejemplo, en China observamos una gran diversidad de marcas de automóviles, mientras que en Japón apenas hay cinco o seis.
El orden y la atención meticulosa a los detalles son constantes, especialmente en espacios tan reducidos; en el diseño, la simplicity y originalidad captan la atención en todo lo que vimos. Sin embargo, en algunos casos, esa perfección puede resultar exhaustiva para nuestra perspectiva, como por ejemplo, cuando todos los árboles de una plaza se podan de la misma manera. La amabilidad del pueblo japonés y la cálida recepción que tuvimos en cada reunión quedarán como un grato recuerdo de nuestra experiencia en Japón.
Gavaldá es director de Globaltecnos; Negri es productor y profesor, exsecretario de Agricultura y expresidente del Senasa