El cuerpo de José Daniel Eudosi apareció dentro de su humilde casa, en una chacra de la zona, carente de energía eléctrica y en condiciones edilicias deficitarias.
La abuela de la víctima se trasladó a caballo desde su casa en Colonia Gestido donde vive, para visitar a su hija y a su nieto. Al arribar, no encontró a ninguno de sus dos familiares y, al pretender abrir la puerta, no pudo hacerlo y vio algo similar a una mano en el piso, por lo que salió en búsqueda de ayuda y encontró un marinero.
Al llegar autoridades de Prefectura, abrieron la puerta de la vivienda y hallaron el cuerpo de Eudosi, que tenía en su cabeza una bolsa de nylon con la inscripción y logo de una empresa de limpieza para la que trabajaba, en la represa. Posteriormente, fue hallada en una de las habitaciones de la vivienda un arma de fuego calibre .22.
Eudosi vivía con su madre, Carmen Luján, quien no fue localizada en su casa y se solicitó de inmediato su ubicación a nivel nacional.
No obstante, una persona que circulaba en una moto náutica por el citado lago, observó sobre la superficie del agua un objeto similar a la cabeza de una persona, por lo que avisó a Prefectura. Poco después, fue extraído el cadáver de una mujer en un estado de descomposición tan avanzado que impidió su reconocimiento, aunque se tiene la convicción de que se trata de Carmen Luján, ya que es la única desaparecida y el lago donde fue hallado el cuerpo está situado a apenas mil metros de su casa.
El cadáver había sido atado con alambre a una estructura de hormigón del tipo de las utilizadas como marco en las cloacas, con el propósito de facilitar el hundimiento del cuerpo. Presentaba al menos siete disparos de un arma Cal. 22 y el forense actuante estimó que la muerte se produjo hace al menos tres días. Sin ninguna pista, el personal abocado al esclarecimiento de los crímenes trabaja intensamente, descartándose que el móvil haya sido el robo, debido a la humilde condición de las víctimas. El Sol.
