
Lanaturaleza es sabia, pero los hombres somos necios. Tanto que lasintervenciones sobre el ambiente continúan modificando dramáticamente el climay, con ello, el entorno. Tras aquella impresionante sequía que golpeó en 2018,actualmente amplias regiones de nuestro país vienen soportando temporales delluvia que, si bien se repiten cíclicamente con cierta frecuencia, hanalcanzado la semana pasada índices inéditos por volumen, cobertura yrepetición, que los expertos atribuyen al inicio de la corriente de El Niño.
Lamentablemente, una vez más hay que contabilizar la pérdida de vidas humanas yun número de evacuados en constante crecimiento. Ayer, los evacuados superabanlos 3000 tan solo en la provincia de Chaco, donde productores se quejabanamargamente por el abandono que padecen de parte de las autoridades y por losefectos de los canales tapados que no dejan escurrir el agua. También es muyalto el numero de personas afectadas que se van sumando en otros distritos,como Corrientes, Santa Fe y Entre Ríos. En Santiago del Estero, la situaciónparecía haberse normalizado, aunque se esperan nuevas lluvias, lo cualdificulta la asistencia ante la gran cantidad de agua acumulada. En Chaco,además, se aproximan al máximo registro histórico para enero: ubicada en unvalle entre lagunas y ríos, entre el 40 y el 50% de la ciudad de Resistencia seencuentra inundada. El riesgo para Córdoba, Salta y Buenos Aires es tambiéncreciente.
Numerosas localidades han quedado aisladas sin accesos por víaterrestre o fluvial, por lo que se declaró la emergencia hídrica en numerososdepartamentos. Ríos y lagunas crecidos han servido de escenario para dramáticasimágenes viralizadas de animales luchando por sobrevivir en las correntadas ode cosechadoras trabajando sobre espigas que apenas asoman. Los dramáticoscambios de escala que alcanzan los fenómenos climáticos plantean desafíosimpostergables que el Estado debe asumir, encarar y coordinar.
La solidaridad de los argentinos es puesta una vez más a prueba. Cáritasrecorre las zonas afectadas, acompaña a las familias y coordina la ayuda, quees articulada con los municipios y abarca las diócesis de Rafaela y Reconquista(Santa Fe); Corrientes, Goya y Santo Tomé (Corrientes); Paraná y Concordia(Entre Ríos); Tucumán y Añatuya (Santiago del Estero), y Merlo-Moreno (BuenosAires), entre otras.
Para que la entrega de alimentos, calzados, artículos delimpieza e higiene y ropa de cama, entre otros tantos enseres imprescindibles,llegue de manera más rápida y concreta, se habilitó una cuenta bancaria (caritas.org.ar/donaciones-emergencia). También solicitan donaciones la CruzRoja Argentina ( cruzroja.org.ar), la Fundación Sí ( fundacionsi.org.ar) y laRed Solidaria ( redsolidaria.org.ar).
Se trata de familias que, en muchoscasos, han perdido todo y que aguardan la bajada del agua para volver aempezar, momentos tanto o más difíciles que los que hoy ya transitan y quesuman problemas sanitarios. Las lluvias, generalmente de verano, llegan cuandolos productores aguardan la cosecha, lo que anula la posibilidad de recupero desu inversión. En Santa Fe, por ejemplo, se ha perdido el 80% de la producciónde algodón. Algo similar ocurre con el girasol y con los recortes de siembra desoja, además del enorme impacto sobre el sector ganadero.
Aun cuando estemprano para estimaciones precisas, en muchas localidades las pérdidas ya sontotales. Confederaciones Rurales Argentinas (CRA) calificó la situación de”insalvable”, al tiempo que afirmó que fijar la emergenciaagropecuaria no soluciona nada y acusa al gobierno nacional de inacción. Desdela Sociedad Rural Argentina (SRA) se habla de más de 500.000 hectáreas anegadasy más de 2.000.000 afectadas, y se reclaman exenciones, diferimientos ypostergaciones de impuestos y pagos para los productores afectados. Además delas obras que todos demandan, Coninagro pide una asistencia financiera especial-muchos productores ya cargaban con un fuerte endeudamiento previo y laaprobación de un seguro multirriesgo y un fondo anticíclico para las economíasregionales.
Lamentablemente, el país carece de un plan nacional destinado a laprevención de las inundaciones. Se realizan algunas obras en varias provincias-incluso a veces en perjuicio de otras-, pero no más que eso. El plan contralas inundaciones debería potenciarse tanto como el de riego, que sí estáfuncionando. Urge finalizar aquellas obras en proceso y encarar las que prioritariamentese consideren necesarias para reducir el impacto del cambio climático a futuro,incluyendo las hídricas de menor cuantía y de caminos rurales. Las grandesobras de infraestructura deben ser políticas de Estado que se sostengan en eltiempo más allá de las distintas administraciones, encaradasinterjurisdiccionalmente para que sean efectivas.
Los dramáticos cambios de escala que alcanzan los fenómenos climáticosplantean desafíos impostergables que el Estado debe asumir, encarar ycoordinar, comprometiendo para ello los esfuerzos de todos los sectoresinvolucrados.