
-Javier Milei llegó al poder como un outsider. ¿Usted también?
-En Chubut el fenómeno fue totalmente outsider. Acá, como en muchas provincias, hay un linaje de los partidos más antiguos. Es muy difícil meterte en política si no tenés familiares que hayan estado antes o sin un padrinazgo. Yo no los tenía. De hecho a Mauricio Macri lo conocí realmente después de 2019. Yo vengo de una familia del sector privado, nada que ver con la política. Si bien había sido diputado y senador, no tenía centralidad en el PRO, al punto de que cuando quise competir contra el radicalismo mi propio partido me pedía que me bajara. Demostramos que se le podía ganar esa interna a un partido centenario.
-¿Cómo es su relación con Mauricio Macri?
-Mi relación con Mauricio es más sincera y más franca que nunca. Hablo desde otro lugar. No hay un condicionamiento desde la toma de decisiones, si bien nunca lo tuve. Hay palabras de consejo, con buena fe, y también de consulta. Hablamos, por lo menos, una vez por semana. Es una buena relación, porque nos podemos decir que no coincidimos en alguna cuestión y respetar esas diferencias como lo hicimos siempre. No hay lugar, ni de un lado ni del otro, para tirarse flores gratuitamente.
-¿El PRO es hoy un partido macrista? ¿O hay lugar para diferentes matices dentro de su estructura?
-Yo creo que se viene un espacio frentista, donde el PRO va a ser parte. En Chubut lo logramos, somos un frente transversal, donde está el radicalismo, el PRO e incluso un sector del peronismo. Eso se va a traspolar a nivel nacional. Por ejemplo, yo pienso que alguien con un perfil como el de (Juan) Schiaretti va a ser parte de un frente federal y republicano. Eso es lo que me motiva y entusiasma como alternativa a nivel nacional. Argentina necesita ese tipo de frente, para fortalecer las instituciones.
-¿La idea de instituciones fuertes no va a contramano del gobierno de Milei?
-El Gobierno está encorsetado en una misión, que no está mal. Es una discusión preideológica, que no es liberal-libertaria en materia económica, sino que es de sentido común, básica, donde lo que se plantea lo mismo que plantea Chile, que es un gobierno socialista: equilibrio fiscal, tipo de cambio flotante e ir hacia la normalidad. En esa discusión, son más las coincidencias que tenemos con el Gobierno que las diferencias. ¿Dónde surgen las diferencias? A partir de ahora, cuando hablamos de cómo agregarle valor a nuestros recursos, cómo ser un país competitivo sin que eso implique una destrucción del empleo a nivel nacional.
-En la idea de promover el frentismo, ¿hay límites acerca de con quién negociar?
-Sí, hay límites porque en Argentina lo que no es nítido o claro, es impostado y no convence a nadie. Por eso cuando hablo de un frente no hablo de un amontonamiento, sino de construir une espacio republicano y federal demostrando gestión. Amontonar por amontonar no sirve.
-¿No fue eso la experiencia fallida de Juntos por el Cambio?
-Juntos por el Cambio tuvo nitidez pero también tuvo amontonamiento. Hay algo en lo que tenemos que ser autocríticos: hemos tenido dentro de la gestión a funcionarios dentro del Ministerio de Economía con miradas totalmente antagónicas. Eso pasó y fue claramente un error, que no se tiene que cometer. El rejunte de la avenida del medio está acabado en Argentina. No es lo que necesita el país. Necesitamos una renovación dirigencial de la mano de un proyecto de país. Esos rejuntes de centro buscan amontonar dirigentes para ver cuántos diputados meten. Por eso no creo en el frente del PRO con La Libertad Avanza.
-Por diferencias centrales. Si no hay una agenda parlamentaria común, no tiene sentido. En muchas cosas estamos de acuerdo y acompañamos, pero en otras no. Si no estamos de acuerdo, por ejemplo, en la necesidad de un plan de infraestructura serio, en la concepción de lo que tiene que contemplar las obligaciones de un Estado nacional, o en las formas…, ¿para qué te juntás? No tiene sentido. Es acomodaticio hacerlo, es mediocre. Es mi posición, pero sé que no es la de todo el espacio. Yo creo que primero tiene que haber una depuración interna en el PRO y quién quiera irse tiene a La Libertad Avanza tiene el derecho de hacerlo sin que exista una inquisición. Pero no hay que impostar un frente en el que no tenemos nada que ver.
-¿Si no cierra con La Libertad Avanza, el PRO no puede convertirse en un espacio muy minoritario?
-De qué sirve ir a resguardo de los vencedores si te traicionas a vos mismo. Lo único que queda en la carrera de un político es la coherencia. En política es imperdonable traicionarse a uno mismo y traicionar al electorado.

-¿Se rompió la relación entre los gobernadores y el Gobierno después de la presentación del proyecto de ley reclamando más fondos?
-Si vamos unos meses hacia atrás, el Gobierno anuncia una reforma fiscal profunda, de la que las provincias somos vinculantes. Ahí surgen un montón de frases hechas que se repiten sistemáticamente hay que desmitificar, como que la presión fiscal es más fuerte por impuestos provinciales que nacionales. Eso es una mentira. Nosotros, en Chubut, aportamos más del doble de lo que nos corresponde a esa entelequia que es Nación, que gasta y no genera, y recibimos menos del 40% de lo que generamos. Es una matriz distorsiva, que asfixia a la Argentina que produce. Ante ese anuncio del Gobierno nacional, en el CFI planteamos dar esa discusión, pero con responsabilidad. Nadie habla de tratar un tema que tema impacto en las arcas nacionales. Lo que proponemos es lo mismo que el Gobierno dijo hace no tanto tiempo: “Hay que terminar con los curros de los fideicomisos”. Planteamos eso. Por eso no hay un conflicto conceptual. Es muy difícil para el Gobierno decir “las provincias quieren atentar contra el equilibrio fiscal”. No es dinero de la Nación, es para rutas, o de las provincias.
-¿No cree que de tensarse más el diálogo con el Gobierno puede ser una mirada posible esa?
-Yo creo que hubo un gesto de parte del Gobierno, que fue reactivar el famoso Pacto de Mayo, donde hay una mesa común para avanzar con temas como la reforma fiscal, previsional o laboral. Creo que el Gobierno tiene vocación reformista, pero no todas tienen que ser a favor de Nación.
-¿Qué piensa de la lógica de confrontación constante a la que recurre Milei contra políticos, periodistas y artistas?
-Relativizar la impronta que generan las formas de manejarse del Presidente hacia quien no piensa cómo él, creo que es torpe más que peligroso. Muchas veces se fomentan las burlas, los comentarios racistas, homofóbicos, escatológicos, chabacanos. A mí no me gusta eso. La firmeza se demuestra con hechos y no necesariamente el que grita más fuerte tiene la razón. Yo respeto mucho de Milei que es nítido, cuando da una pelea la da de frente, y eso hace digno a cualquier rival. Quienes le celebran y amplifican lo otro, no se dan cuenta del daño que hacen. Eso no es parte de la batalla cultural, eso atrasa, es irrespetuoso. Son peleas inconducentes las que tiene Milei con Lali Espósito o con (Ricardo) Darín por el precio de las empanadas. Hay otras discusiones que son más importantes.
-Con Cristina Kirchner presa, ¿cambia el mapa político?
-El hecho de despersonalizar las discusiones para mí es favorable. Podemos discutir futuro sin caer en los nombres de siempre. Discutir sobre la situación procesal de Cristina, corre de eje discusiones sobre el futuro. No hubo un levantamiento popular como algunos decía que iba a haber. En eso el Gobierno nacional cae en la trampa de abrir heridas del pasado, con el fetiche setentista. Los que somos hijos de la democracia creemos que hay otras discusiones para dar. Nosotros en Chubut, por ejemplo, estamos dando una pelea muy fuerte contra el corporativismo judicial y por eso estamos planteando la eliminación de fueros.
-¿Cuánto tiempo le dedica a la campaña local?
-Por ahora nada. Yo creo que a partir de ahora va a ir habiendo más clima electoral. Sí trabajamos en el frente, que es Despierta Chubut, y que nos llevó a ganar la gobernación.

-¿Esta elección define algo muy importante? ¿Puede complicarle la gobernabilidad a nivel provincial?
-Todas las elecciones son importantes y hay que pelearlas de frente. Alguno te puede decir que es una elección incómoda, que se puede nacionalizar mucho… Hoy estamos discutiendo en Chubut dos bancas a nivel nacional, no discutimos senadores, por eso desde lo parlamentario no tiene el peso de la elección anterior. Pero nos sirve para sostener esta construcción, que queremos mantener que trasciende a Nacho Torres, y que tiene que ver con seguir sosteniendo una marca provincial desde estos cimientos que costaron mucho armar después de 20 años de desidia en la gestión de la provincia.
-¿Cuánto tiempo tiene para dedicarle a la coyuntura nacional?
-Los límites son difíciles de trazar entre la política nacional y la provincial. Una condiciona a la otra. Las provincias tienen que estar en la discusión porque son vinculantes. Chubut es la cuarta provincia exportadora del país. ¿Cómo no vamos a estar en las discusiones nacionales?
-¿Tiene un plan de carrera medioplacista o largoplacista?
-Disfruto mucho la gestión, ver resultados tangibles en mi provincia y quiero seguir sosteniendo esa transformación en los próximos años. Me imagino dejando la gobernación el día de mañana y pudiendo caminar con la frente en alto y de la mano con mi hijo, orgulloso de la gestión que hicimos en Chubut. Me psicoanalizo desde siete años, yo no tengo problemas de ego ni ninguna ambición más allá de apuntar a un cambio en Chubut que sea para siempre. No se va a poder hacer en dos o cuatro años. Es necesario que haya dos gestiones para terminar de consolidarlo.
Su inminente paternidad y el desafío de ser el gobernador más joven del país
Cuando ganó la elección a gobernador en Chubut, en julio de 2023, Ignacio Torres tenía 35 años recién cumplidos, edad en la que muchos jóvenes empiezan a desarrollar funciones en puestos intermedios en sus respectivos trabajos.
Hoy, dos años después, a los 37, sigue siendo por mucha diferencia el jefe provincial más joven del país, dato que, asegura, no le juega ni a favor ni en contra a la hora de gestionar. “La política naturalmente tiene aversión a la juventud, sobre todo de parte de los partidos más tradicionales”, analiza quien recuerda cierta hostilidad en el trato que recibió por ser joven cuando fue senador nacional, de 2021 a 2023.
“En el Senado me pasó mucho, a diferencia de Diputados. Entraba por la puerta principal y me decían ‘che, pibe, es por el otro lado’. Siempre tenía que romper esos prejuicios acerca de la inexperiencia o de la juventud, tenía que demostrar más que otro que tenía mayor edad”, comenta.
A nivel provincial, Torres recuerda que en la campaña que se hizo en contra suya en la elección pasada “me pegaban porque no tenía hijos, como si fuera una virtud o un defecto para poder gobernar”. A la distancia, sostiene que “lo que te da músculo político son los resultados. Podés tener la que tengas, pero sin resultados, vas a pasar sin pena ni gloria”.
Además de contar ya con una década encima en diferentes cargos estratégicos a nivel político, Torres le agregará otro ítem a su CV: será papá el mes que viene, por primera vez, junto a su pareja Ornella, a quien conoció hace 12 años.
Habla con cautela sobre su inminente paternidad. “Todavía falta un mes para que nazca Victorio. El año pasado perdimos un bebé, y en la vorágine de la diaria y por la exposición que tengo en Chubut fue difícil”.
Y describe, a la distancia, lo que significó salir adelante de esa situación: “Atravesamos ese momento, que fue duro, y lo vivimos con tranquilidad, en la intimidad. Es indispensable sostener eso, más allá de los quilombos y la vorágine diaria. Sino, te volvés loco. Sería un mal gobernador si no le puedo dedicar el tiempo necesario a los afectos”, reflexiona.
Itinerario

Ignacio Agustín Torres nació el 4 de mayo de 1988 en Trelew. Se recibió como licenciado en Administración de Empresas en la UADE, en 2013, y desde sus tiempos de estudiante milita en el PRO. A partir de 2015 se hizo cargo de la Fundación Pensar en Chubut, think tank local del partido que presidió hasta 2020. Previamente, en 2017, durante el gobierno de Mauricio Macri, integró el directorio de PAMI en representación de Chubut, y también fue parte de la Mesa de Desarrollo Patagónica que había conformado el entonces ministro del Interior, Rogelio Frigerio . En 2019 asumió como diputado nacional, logrando el 32,3% de los votos en una lista que terminó segunda. Su gran salto en la política se dio en 2021, cuando lideró una lista en las legislativas que sacó el 38% de los votos, diez puntos más que el candidato peronista, y se convirtió en senador nacional. Apuntalado por esa performance, en 2023 se presentó para competir por la gobernación y el 30 de julio de ese año fue electo gobernador de la provincia, el más joven de la historia, con 35 años, y tras imponerse en un comicio muy cerrado, por 1,5 puntos de diferencia sobre su rival, el justicialista Juan Pablo Luque. Lleva 18 meses como mandatario chubutense.
Al toque
Un desafío: Dos. Ser recordado como un gran gobernador y ser un buen padre.
Un sueño: Cumplí los dos sueños que tenía, ser gobernador de mi provincia y conformar una familia.
Un proyecto: Ser parte de la construcción de una alternativa republicana y federal en Argentina.
Un libro: El día que Nietzche lloró.
Una película: Como si fuera la primera vez.
Un El pinot noir chubutense.
Un prócer: José de San Martín.
Un líder: Ángel “Chacho” Peñaloza.
Un placer: Desayunar con mi pareja, a la mañana, temprano.
Un recuerdo de la infancia: El primer viaje en familia a Brasil.
Una sociedad que admire: La chubutense.