La decisión unipersonal de Javier Milei de incluir a su hermana Karina en el acto de cierre de Moreno desconcertó a los miembros del equipo de campaña libertaria. Según los manuales de comunicación política, lo aconsejado es exactamente lo contrario: ocultar los problemas y evitar darles protagonismo, tal como el Presidente hizo con su secretaria general. Vapuleada por las encuestas de imagen, que ya antes del Coimagate la situaban en el fondo de la tabla junto a personajes tan poco populares como Máximo Kirchner, los nuevos sondeos realizados tras el escándalo de corrupción -que por razones evidentes no se hicieron públicos- desalentaban la idea de mostrar a la hermana presidencial en público. Sin embargo, Milei tomó la decisión de hacerlo: la colocó a su lado en el acto de cierre, la abrazó y la destacó en su peor momento. Y lo hizo porque no podía actuar de otra manera: él y Karina son una unidad indivisible. No puede gobernar sin ella y ella no podría recaudar sin él.
Si uno cae, el otro seguirá su rumbo. Karina no es un fusible, sino una parte esencial del poder.
A medio del peor temporal, los hermanos Milei llegaron al Día D, un momento que podría ser el trampolín para consolidar su poder o el tobogán que los devuelva al llano. Ante un resultado desastroso en la Provincia, como predicen algunas consultoras cercanas al peronismo, la situación se les haría muy complicada. Los mercados del día siguiente, ese temido lunes, podrían sacudirles el piso. El dólar y el riesgo país podrían seguir en ascenso. Las elecciones de octubre se convertirían en un peligro inminente. Las presiones para una devaluación que corrija el atraso cambiario del que habla el establishment aumentarían. Y esa devaluación repercutiría en los precios, socavando la única bandera que el Gobierno sostiene, que es la lucha contra la inflación.
Sin duda, un panorama complicado.
Pero si, por el contrario, el Gobierno supera con éxito la prueba electoral en su bastión, la Provincia -también hay encuestadoras que arriesgan ese resultado-, se abriría una nueva senda. Significaría que los Milei son inmunes, ni siquiera un escandaloso caso de corrupción en medio de una recesión económica conseguirá derribarlos. Por supuesto, lo interpretarían como un cheque en blanco. Y eso también representa un riesgo.
Los Milei llegan juntos al gran día, como siempre lo hicieron. No hay Javier sin Karina.
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