Lunes, 9 de junio de 2025   |   Campo

Hartos de la inacción, vecinos enfrentan a los ladrones de vacas que azotan la región nuevamente.

Hartos de la inacción, vecinos enfrentan a los ladrones de vacas que azotan la región nuevamente.

La inseguridad rural en la provincia de Buenos Aires continúa sin cesar. Tras conocerse el caso del productor Federico Peón, a quien le faenaron 25 animales en cinco meses en Benito Juárez, se sumaron nuevos incidentes a una preocupante cadena que alarma a los ganaderos. En esa misma zona, Juan Carioli, productor agropecuario, recientemente vivió un episodio de abigeato con la faena de dos vacas, lo que pone de manifiesto la impunidad con la que operan los delincuentes en los campos bonaerenses.

“La carneada es un tema recurrente cada año. En algunas épocas más que en otras, pero siempre ocurre. Ahora se ha vuelto notablemente más frecuente”, relató Carioli a LA NACION. Su testimonio refleja de manera cruda la sensación de abandono que siente el sector, así como la naturalización de estos delitos por parte de ciertos sectores políticos.

Carioli trabaja en un campo llamado La Gabriela, situado en el cuartel 11 del partido de Benito Juárez. Según explicó, el ataque tuvo lugar entre la tarde-noche del jueves y la madrugada del viernes. “Lo encontré el viernes por la mañana. Es un campo que se encuentra entre Laprida y Benito Juárez, a lo largo de un camino vecinal. Los animales fueron sacrificados dentro del campo y arrastrados hacia la calle, donde los despostaron en la orilla del camino vecinal”, detalló.

“Cortaron los alambrados y nos faenaron dos vacas. Dejaron las vísceras, la cabeza y el cuero, llevándose las paletas y los cuartos. Este es un problema constante en la zona. A pesar de estar a 50 kilómetros de la cabecera del partido, igual lograron hacerlo”, lamentó.

Aunque es la primera vez que sufre un robo de esta índole, reconoció que es una situación común entre sus vecinos. “Nos faenaron dos vacas. Dejaron las vísceras, la cabeza y el cuero, y se llevaron las paletas y los cuartos. Es algo recurrente en la zona. A pesar de estar a 50 kilómetros de la cabecera del partido, lograron hacerlo”, se quejó.

La mecánica del incidente es clara. “Cortaron los alambres de abajo, había un vehículo en la calle, los sacaron con una rastra hasta la cuneta, donde se nota que los despostaron. Ahí se lo llevaron”, explicó.

La brutalidad y rapidez con que operan los delincuentes apuntan a bandas organizadas. “No sé qué hacen con la carne, pero me llama la atención que hayan sido dos vacas. Eso no es por hambre, debe ser para venta, o tal vez ambas cosas”, opinó.

Carioli realizó la denuncia y recibió la visita de la patrulla rural: “Fueron a chequear, sacaron fotos, tomaron muestras de carne por las dudas, pero no mucho más. Siempre hay que esperar, pero todo termina en la nada”

Ante lo sucedido, Carioli hizo la denuncia y recibió la visita de la patrulla rural. “Fueron a chequear, sacaron fotos, tomaron muestras de carne por si acaso, pero no mucho más. Siempre hay que esperar, pero todo se convierte en un círculo vicioso”, expresó con resignación.

Para el productor, el problema no radica únicamente en la falta de vigilancia, sino también en la ausencia del Estado. “Hay una patrulla rural, además de la policía bonaerense, pero el Poder Ejecutivo provincial nunca se hace presente en el sector. No se observa que existan estrategias para mejorar la seguridad rural”, afirmó.

Si bien el territorio es extenso y difícil de controlar, sostiene que hay herramientas tecnológicas que podrían marcar la diferencia. “Hoy en día, con el uso de cámaras, domos y otros recursos, se podría hacer algo más, pero ni siquiera están disponibles. La situación se mantiene igual; no se ha resuelto nada, por el contrario, ha ido en aumento”, advirtió.

La falta de acción genera una sensación de desasosiego entre los productores. “Queda una sensación de impotencia y desamparo, porque se nota que nunca pasa nada. Si al menos se utilizaran las herramientas que existen en el mercado, mi percepción no sería tan negativa. Producir así se nos torna extremadamente difícil”, insistió.

Carioli también demandó una colaboración coordinada entre los municipios para enfrentar el delito de manera más efectiva. “Debería existir un registro del movimiento de vehículos y patentes durante la noche, porque se desplazan libremente por las rutas. Al menos, trabajar en conjunto para crear anillos de monitoreo”, sugirió.

En este contexto, los productores comienzan a considerar la posibilidad de organizarse y presentar propuestas a las autoridades, tal como lo han hecho en ocasiones anteriores. Sin embargo, el escepticismo prevalece. “Siempre termina todo a medias y nunca se encuentra el apoyo, ni por parte de la política ni de los representantes del sector”, sostuvo.

El abigeato no solo representa una pérdida económica directa, sino también una agresión simbólica hacia quienes producen en el interior. La ausencia de respuestas concretas intensifica el sentimiento de inseguridad y abandono. Mientras tanto, los productores bonaerenses continúan esperando medidas efectivas, ya que la faena clandestina, que alguna vez fue esporádica, se ha convertido en una rutina.

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