
El Gobierno llevó a cabo una reestructuración en el Banco Nacional de Datos Genéticos (BNDG) con el propósito de optimizar los recursos públicos y mejorar la eficacia administrativa.
Esta transformación se hizo efectiva tras la publicación del decreto 351/2025 en el Boletín Oficial, firmado por Javier Milei y Guillermo Francos, estableciendo que el BNDG pasará de ser un organismo descentralizado a uno desconcentrado.
Este cambio refleja un esfuerzo por avanzar hacia una gestión más eficiente y ágil de las entidades estatales en un contexto de emergencia pública, que abarca diversas áreas, incluyendo la administrativa y económica.
El decreto otorga al Poder Ejecutivo Nacional la facultad de modificar o eliminar competencias de los organismos centralizados y descentralizados cuando su utilidad no esté justificada.
Según sostiene la normativa, esta maniobra se encuadra dentro de las atribuciones del Ejecutivo para reformar y racionalizar la estructura estatal, con el objetivo de disminuir el sobredimensionamiento que ha contribuido al déficit financiero del país.
La reestructuración del BNDG responde a un análisis de sus funciones y organización, concluyendo que los cambios no comprometerán las competencias esenciales del organismo. Estas modificaciones permitirán una reducción del gasto público y una mejora en la coordinación administrativa sin menoscabar la calidad de los servicios proporcionados.
Con la nueva configuración, el BNDG se integra a la Secretaría de Innovación, Ciencia y Tecnología, que forma parte de la Jefatura de Gabinete de Ministros.
La adecuación tiene como objetivo no solo mejorar la eficiencia administrativa, sino también fortalecer la capacidad de respuesta y simplificar la organización, logrando una integración más efectiva de las áreas de apoyo del BNDG con la administración pública central.
El proceso de transformación también implica cambios en la organización y dirección del BNDG. El organismo estará liderado por un Director General Técnico, un Subdirector Técnico y un Subdirector Administrativo, quienes serán seleccionados a través de concursos públicos que aseguren la idoneidad de los candidatos.
Adicionalmente, todos los movimientos de personal derivados de esta reestructuración requerirán la aprobación de la Secretaría de Transformación del Estado y Función Pública, garantizando un control riguroso sobre las modificaciones realizadas.
Pese a las modificaciones estructurales, se ha decidido mantener al personal actual del BNDG en sus respectivos roles y provincias, hasta que se apruebe una nueva estructura organizativa. Esta medida asegura la continuidad en el funcionamiento del organismo durante el proceso de reestructuración.
El decreto también asegura que los recursos financieros y presupuestarios del BNDG se transfieran de manera adecuada a su nuevo marco, garantizando que la entidad cuente con la capacidad necesaria para cumplir con sus funciones críticas bajo la nueva estructura.
El BNDG, una herramienta clave para los derechos humanos
El Banco Nacional de Datos Genéticos fue pionero y continúa siendo uno de los pocos en el mundo. Fundado en 1987 para facilitar la identificación de niños y niñas que nacieron en cautiverio y fueron robados durante la última dictadura, ha sido un referente en la resolución de filiaciones y otros casos no relacionados con lesa humanidad, en una época en que los análisis genéticos no se realizaban de forma masiva ni con el desarrollo actual. En la última década, además, ha implementado modelos bioinformáticos para optimizar la búsqueda que motivó su creación.
“¿Nuestra sangre servirá para identificar a nuestros nietos?”. Sin saberlo, esta pregunta formulada por las Abuelas de Plaza de Mayo en los tempranos años ochenta mientras buscaban herramientas para encontrar alrededor de 500 bebés —hijos de sus hijos e hijas desaparecidas, que habían sido robados como parte de un plan sistemático implementado por la dictadura cívico-militar argentina—, impulsó un avance en la ciencia.
La prehistoria del BNDG se remonta a este hecho: las abuelas compartieron su inquietud con Víctor Penchaszadeh, un médico genetista argentino que se encontraba exiliado en los Estados Unidos; él, a su vez, las conectó con otros especialistas (genetistas, antropólogos, estadísticos matemáticos) que viajaron a Argentina en 1984, como parte de una comitiva de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia, y desarrollaron un “índice de abuelidad.”