Jueves, 4 de septiembre de 2025   |   Internacionales

Genética revela el origen y la expansión de los eslavos en Europa Central y Oriental

El análisis de más de 550 genomas antiguos permitió trazar la ruta migratoria de esta civilización surgida de grandes desplazamientos y mestizaje. Las claves de un estudio internacional que redefine uno de los capítulos más importantes en la historia del continente
Genética revela el origen y la expansión de los eslavos en Europa Central y Oriental

El trabajo internacional impulsado por la Sociedad Max Planck revela cómo la combinación de poblaciones y la flexibilidad social transformaron la diversidad cultural y genética de Europa Central y Oriental. El origen y la expansión de los eslavos, uno de los mayores enigmas de la historia europea, quedaron aclarados gracias a un estudio genético de alcance continental.

Al analizar más de 550 genomas antiguos, los investigadores demostraron que la transformación de Europa Central y Oriental durante la Edad Media fue resultado de migraciones masivas y mestizaje, redefiniendo así la composición genética y cultural de la región. El impacto de estos movimientos perdura en la actualidad.

El consorcio HistoGenes, que incluye a expertos de Alemania, Austria, Polonia, Chequia y Croacia, publicó en Nature el primer análisis exhaustivo de ADN antiguo de poblaciones eslavas medievales.

Los resultados situaron el origen de los eslavos en una franja que abarca desde el sur de Bielorrusia hasta el centro de Ucrania, una localización que concuerda con las hipótesis previas basadas en lingüística y arqueología.

Joscha Gretzinger, genetista del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva y autor principal, explicó a la Sociedad Max Planck: “Nuestros resultados genéticos ofrecen las primeras pistas concretas sobre la formación de la ascendencia eslava, apuntando a un probable origen en algún lugar entre los ríos Dniéster y Don”.

Desde el siglo VI d.C., los datos genéticos revelaron grandes movimientos de población desde el este hacia amplias áreas de Europa Central y Oriental. Este proceso alteró la composición genética de regiones como Alemania Oriental y Polonia, resultando en un reemplazo casi total de la población local por los recién llegados.

No obstante, la investigación subraya que la expansión eslava no seguía un patrón de conquista militar, sino que surgió a partir de migraciones familiares y comunidades flexibles, unidas por lazos de parentesco. La diversidad de este fenómeno se reflejó en distintos escenarios. En Alemania Oriental, tras la caída del reino de Turingia, más del 85% de la ascendencia genética correspondía a migrantes del este.

El yacimiento de Brücken, en Sajonia-Anhalt, evidenció la transición de una población cosmopolita a una sociedad fundamentada en grandes linajes familiares, con un perfil genético próximo al de los actuales grupos eslavoparlantes del este de Europa. La minoría sorbia de Alemania Oriental todavía conserva un legado genético vinculado a aquellos primeros colonos eslavos.

En Polonia, los análisis genéticos y arqueológicos, como los del yacimiento de Gródek, refutaron la noción de una continuidad poblacional prolongada. La población original, conectada con el norte de Europa y Escandinavia, desapareció casi por completo desde los siglos VI y VII d.C., siendo reemplazada por migrantes del este. Aunque el reemplazo fue dominante, los estudios identificaron cierta mezcla con las poblaciones locales, aumentando así la complejidad genética y lingüística.

En el caso de Croacia y los Balcanes del Norte, se observó un patrón diferente. Aquí, la llegada de los eslavos promovió una integración más que un reemplazo. El ADN antiguo muestra que la ascendencia del este representa cerca de la mitad —o menos— del acervo genético moderno.

En yacimientos como Velim, los enterramientos eslavos más antiguos revelan una mezcla significativa, con hasta un 30% de ascendencia local. Este mestizaje contribuyó a la diversidad cultural y lingüística que caracteriza a la península balcánica.

Una confirmación independiente provino de Moravia, en Chequia, donde un estudio publicado en Genome Biology, con la participación de la Dra. Zuzana Hofmanová, identificó un cambio poblacional asociado con la llegada de los eslavos.

Los individuos vinculados a la cultura de Praga-Korchak presentaban afinidades genéticas con el noreste de Europa, manteniendo esa señal hasta los siglos IX y X, periodo de consolidación del principado de Moravia y nacimiento de la primera lengua eslava literaria.

El análisis de la Sociedad Max Planck propone nuevas perspectivas sobre el éxito de esta expansión. Walter Pohl, medievalista y coautor, señaló: “La migración eslava representa un modelo fundamentalmente diferente de organización social: una difusión demográfica, a menudo en pequeños grupos o alianzas temporales, que ocupa nuevos territorios sin imponer una identidad fija ni estructuras de élite”.

Esta flexibilidad social, sumada a una economía de subsistencia y capacidad de adaptación, permitió a los eslavos prosperar durante la inestabilidad y decadencia de los imperios vecinos.

Las pruebas genéticas confirman que, aunque los eslavos comparten un origen ancestral común, la diversidad regional resultó del grado de mezcla con las poblaciones locales. En el norte, los antiguos pueblos germánicos dieron paso a los eslavos, mientras que en el sur, la fusión con las comunidades existentes originó una amplia variedad de culturas, lenguas y perfiles genéticos.

Zuzana Hofmanová sintetizó la complejidad del fenómeno: “La expansión eslava no fue un evento monolítico, sino un mosaico de diferentes grupos, cada uno adaptándose y fusionándose a su manera, lo que sugiere que nunca existió una sola identidad ‘eslava’, sino muchas”.

Johannes Krause, director del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva, destacó: “La expansión de los eslavos fue probablemente el último acontecimiento demográfico a escala continental que transformó de forma permanente y fundamental el panorama genético y lingüístico de Europa”.

La investigación liderada por la Sociedad Max Planck ha permitido rastrear el verdadero alcance de las migraciones eslavas y entender cómo su legado continúa manifestándose en la variedad de lenguas, culturas y perfiles genéticos que distinguen a Europa Central y Oriental en la actualidad.

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