
La vicepresidenta Victoria Villarruel se vio envuelta en una nueva polémica dentro del oficialismo al reclamar más financiamiento para el Senado, en un marco de ajuste del gasto público impulsado por el presidente Javier Milei en todas las áreas del Estado. Su postura fue duramente cuestionada por La Derecha Diario, que la acusó de traicionar el espíritu del recorte libertario.
A esa crítica se sumó Nicolás Márquez, biógrafo de Milei y referente de la ultraderecha, quien empleó sus para arremeter contra la vicepresidenta. En un mensaje que provocó amplio repudio, Márquez escribió: “Que deje de contratar villeros marginales con sueldos muy por encima de lo que estos lúmpenes valen”.
La respuesta de Villarruel llegó de inmediato y fue igualmente contundente. Desde su cuenta de X, la vicepresidenta retrucó: “No deja de llorar ni en Navidad este señor extrañamente rubio. Qué existencia más triste debe tener. Rezo por él y por todos los que sufren y hacen sufrir a otros. Rezo por los que por una limosna insultan, injurian y llenan de odio las redes. Y, ya que estamos, que Dios los ilumine para no exigir cosas que no dependen de mí, dado que las que sí dependen, las estoy haciendo”.
El cruce volvió a poner en evidencia las tensiones internas del espacio libertario, donde Villarruel mantiene una relación cada vez más tensa con los sectores alineados al núcleo duro del mileísmo. El pedido de fondos para el Senado fue interpretado por esos sectores como una muestra de autonomía política que choca con la narrativa del ajuste sin concesiones.
El intercambio además reavivó un episodio del pasado que aportó un matiz personal a la disputa. Según contó el propio Márquez en una reciente entrevista radial, ambos mantuvieron una relación personal hace muchos años. En esa entrevista, el biógrafo de Milei reconoció el vínculo y pronunció una frase que volvió a circular en redes tras el escándalo: “Los caballeros no tienen memoria”.
De ese modo, una discusión por el presupuesto del Senado derivó en un enfrentamiento público cargado de insultos, referencias personales y viejas historias, que volvió a sacudir la interna libertaria y dejó al descubierto las fisuras dentro del oficialismo.





