
Tiempos de gran inmoralidad. Un gobierno fragilizado por la multiplicación de incertidumbres, de escándalos de corrupción, de estafadores y de gran recesión económica. Un modelo que hasta los propios califican como una quimera impracticable, refleja una sensación de no futuro. Rogelio Frigerio y Francisco Azcue, cuando ya nadie quiere ser parte de esta locura libertaria, siguen en cuclillas apoyando al ecosistema de crueldad desinhibida y reaccionario sobre las funciones del Estado, obliga a preguntar ¿qué fuerza puede tener sus promesas, cuáles son las razones?
Memoria y promesa. Una relación maquiavélica
La memoria no tiene que ver solo con el pasado. Tiene que ver con el futuro. Siempre las promesas nos sumergen al entrelazado de la realidad y la fantasía, entre los deseos y las consecuencias. Frigerio no viene de un repollo, tiene un largo recorrido neoliberal, con recursos oratorio de alto componente fascinador, a sabiendas de las falsedades que propala. Miles de concordienses con el afán esperanzador de cambio, les dieron crédito a sus promesas.
El gobernador, que entroniza el modelo libertario, prometió “Concordia va a dejar para siempre la estigmatización como una ciudad pobre. Va a ser una ciudad de producción, de desarrollo, de trabajo y fundamentalmente de transparencia. Es una ciudad que tiene suficientes riquezas como para tener chicos con hambre”. Esto mismo lo volvió a decir cinco meses después de apoyar la aprobación del DNU 70/23, la Ley 27.742 de “Bases y Puntos de Partida para la Libertad de los Argentinos” y las delegaciones legislativas. Leyes apoyadas por el senador Kueider, coincidiendo con Frigerio-Azcue que era necesario “darles las herramientas necesarias a Milei para la transformación”.
Frigerio, que habla de pobreza, pero oculta sus causas, mando a sus legisladores a apoyar 75 de decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) y 82 delegados, de los cuales 61 se auto amparan en la Ley Bases y desregulaciones tan profundo que deja a la población a expensas de la voracidad del sector privado. Es oportuno que, en esta campaña legislativas que encabeza, explique a quienes confiaron con sus votos, como y porque impacto en sus vidas las herramientas de transformación que apoyaron con fervor.
El gobernador sabe que una ciudad más justa guarda una relación más lógica con los ricos que con los pobres, ya que el nivel de restricción fiscal de los ricos es la clave de la desigualdad social. Defender a ultranza el dogma del superávit fiscal para cerrar los números como único objetivo, como lo apoya el gobernador y el intendente, es una decisión moralmente reprochable, porque es un arma redistributiva de los pobres hacia los ricos y de achicamiento del Estado, deteriorando los ingresos de los trabajadores, de los jubilados, discapacitados, de la salud, educación, el entramado industrial, hasta los propio ingresos provinciales y municipales.
Las cosas pasan tan rápido que no recordamos que Frigerio como ministro de Macri, fue protagonista fundamental con el brutal endeudamiento con el FMI, incluso defendió en el Congreso los ajustes de partidas a los sectores más vulnerables como consecuencia del endeudamiento. Luego terminar admitiendo “forme parte del gobierno más débil de Argentina en el último siglo”. Está claro que la lógica moral de Frigerio está más cerca del enfoque estratégico de Maquiavelo, “gobernar es hacer creer”, basado en que no importa que responda a la verdad, mientras la gente se lo crea. Los concordienses deben tener en claro que el 26 su voto es vital para que no se profundice la lógica libertaria que Frigerio apoya.
La puerta de entrada a la intendencia de Francisco Azcue fue el desafecto político del peronismo. Llego con pretensiones refundacionales. Prometió romper con la decadencia, acabar con la corrupción e inaugurar una nueva era. Es totalmente cierto que Concordia merece ser la causa de un cambio profundo, pero muy difícil llevarlo a cabo cuando se subordina a un modelo dirigido por quien dice que “prefiere la mafia antes del Estado. Ser un topo para destruir desde adentro al Estado”. Es preciso recordar que esta idea lo aprobó Azcue con “un 8 muy bien”. Tuvo su Pacto de Julio con el propósito de encontrar una visión compartida con las instituciones.
Planteo una nueva cultura política para afrontar la deuda social. Si hacemos una trazabilidad de los puntos que componen el pacto a casi dos años de gestión, se asoma muchas contradicciones. Una, sin las fuerzas políticas y los trabajadores, no se construye gobernabilidad para lo que sostiene el documento base “lo importante es lo que viene”. Otra contradicción de fondo es respaldar el rumbo libertario y tener que enfrentar diariamente sus efectos más dolorosos.
Su apoyo muestra la arquitectura perfecta que legalizar la precariedad de la vida de la mayoría de los concordienses y de la informalidad laboral. No alcanza un pacto de lindos conceptos que no ofrece resultados concretos. El escenario actual de nuestra ciudad sigue siendo un enigma muy complejo de solucionar. A esta complejidad se suman muchas otras. Entre ellas la falta de claridad respecto a los mecanismos de generación de políticas productivas y laborales, producto de una administración “loteada”. Falta de información sobre las metas lograda en las mesas de trabajo interdisciplinario. Como no hay nada que mostrar cargan las tintas en la “herencia recibida”. Acordarse de esto a casi dos años de gestión, deja en claro ausencias de herramientas para resolver la coyuntura y esto desgrada la credibilidad. Su tarea se reduce a administrar escasez y contener conflictos. Eso no alcanza.
(*) Ex diputado provincial