
La figura de Federico Andrés “Fred” Machado emergió casi como un susurro, apenas mencionado en algunos medios. Luego, se transformó en el huracán que arrasó la candidatura del libertario José Luis Espert para renovar su banca en la Cámara de Diputados. Tras dialogar con PERFIL el pasado viernes, el empresario dio ahora declaraciones a Noticias Argentinas y a Radio Rivadavia.
“No soy narco, soy un tipo que se equivocó”. Así comienza el relato de Fred Machado, con una voz que mezcla bronca y cansancio. “Me convirtieron en radiactivo”, insiste, convencido de que lo manipularon para ocultar una red de mayor alcance que involucra aviones, dinero, política y justicia internacional.
Machado habla para intentar aclarar su situación y dice estar harto. Quiere dejar todo en claro: “Yo no fumé en mi vida, no tomé. Ya está. Apoyé a Espert, el tipo me negó, ¿qué querés que le haga?”.
Durante la charla, el empresario investigado por narcotráfico no se detiene. “Hicieron un personaje que no existe, y eso aceleró mi causa. Es una locura.”
Su relato combina frustración y desencanto. “Todo esto se volvió una bola de nieve que me afecta a mí. No es culpa mía que Espert me haya negado. Es un error, porque no fue un apoyo oculto ni millonario. Le presté un avión de un amigo, lo ayudé con unos mangos”.
Fred Machado sobre el contrato con Espert: “Lo hice por lástima”
La relación con José Luis Espert, a quien dice haber apoyado al inicio de su carrera, es uno de los puntos más sensibles. “Él no miente cuando dice que hubo un contrato, lo hice en el 2019, es más de 200 mil dólares. Lo contraté como para darle una mano”, cuenta Machado desde su prisión domiciliaria en Río Negro.
Agrega detalles: “La transferencia se hizo desde Aircraft Guaranty en 2020. Después vino la pandemia. Me llamó y me dijo: ‘vamos a retomar lo del trabajo este’, y yo ya estaba con este problema porque empieza en septiembre del 2020”.
“El tipo me dio lástima; no era el Espert de ahora, el de ‘cárcel o bala’. En ese momento me pareció un tipo macanudo, con una causa noble”, afirma el empresario.
Machado niega haber financiado campañas multimillonarias. “No fueron millones. Hablan muchas tonterías. Lo ayudé con un contrato, con logística y algunos gastos. Nada más.”
Fred Machado: “Yo movía mi plata por Aircraft Guaranty”
Su explicación sobre el entramado financiero y aeronáutico resulta compleja. “Yo movía toda mi guita por Aircraft Guaranty”, admite, al referirse a la compañía estadounidense que quedó en el centro de la investigación por la causa que involucra a su socia y titular, Debra Lynn Erwin.
Según Machado, la empresaria “no tenía idea” de lo que realmente ocurría con los más de 1500 aviones registrados bajo el sistema fiduciario del trust, un mecanismo en el que un administrador conserva los documentos de propiedad aunque no siempre sepa cómo se usan en la práctica.
Relata un episodio que, asegura, se usó en su contra: “Había un video de un avión que aterrizó en la selva. Le mandé el link a Debra en chiste: ‘ese avión está en tu trust’. Cuando los agentes lo vieron, me lo usaron en contra.”
Machado explica el mecanismo técnico que, a su juicio, se volvió en su contra: “En Estados Unidos comprás un avión y, si sos extranjero, lo registrás vía un trust. Es lo que tenía Debra”, dice en referencia a Aircraft Guaranty. “Es como cuando te compran un auto y te dicen: ‘ponelo a tu nombre’”.
A partir de allí formula su hipótesis más polémica dirigida a los investigadores estadounidenses: “A los agentes les dije: ustedes capturaron a Saddam Hussein; si quisieran, con un destructor en el Golfo de México ven todos los vuelos”.
Según su relato, “los estadounidenses detectan a 200 millas una pelota de golf, ¿cómo no iban a ver estos vuelos?”, y agrega que “en Guatemala abrías un diario y caía un avión todas las semanas, de todo tamaño, muchos con matrícula venezolana”.
“Yo nunca conocí un narco en Guatemala, pese a que muchos la llamaban ‘narcoestado’”, sostiene.
Guatemala, Minas del Pueblo y los agentes estadounidenses
Antes de que su nombre apareciera en expedientes y notas, Machado había hecho toda su vida alrededor de los aviones. “Yo tenía una empresa de aviación, siempre me dediqué a eso”, recuerda. Empezó a trabajar a los 15 años en la herrería de su padre y, ya en Estados Unidos, hizo de todo: cargaba combustible, manejaba autos, organizaba tours, reparaba piezas. “Era una máquina de trabajar y creo que ese fue mi problema”, afirma.
Tras décadas en la actividad, asegura haber llegado “con el bocho fundido” a Guatemala, donde intentó empezar de nuevo. Allí impulsó un emprendimiento llamado Argentina Los Alpes, convencido de haber encontrado su lugar en el mundo.
“La gente me adoptó, me recibieron con cariño; hasta hoy me escriben ‘patrón, ¿cómo estás?’ porque allá no existe el Estado”, cuenta. También recuerda los ataques de la prensa local: “Me pegaron más los sectores de izquierda que los de derecha. Yo les estaba dando de comer a más de 15 mil personas de comunidades indígenas y aun así me destrozaron.”
El testimonio de un ex empleado de Minas del Pueblo
“Fred fue un ángel que Dios mandó”, dice Elmer Orellana, exresponsable de logística en Minas del Pueblo, en el departamento de Tucurú. En diálogo con Agencia Noticias Argentinas asegura que el empresario “nunca le negó ayuda a nadie” y que “dio trabajo” a habitantes de siete comunidades. “Acá había gente que comía una vez al día. Con Fred hubo salarios quincenales y comercios que antes no existían.”
Orellana describe a Machado casi en términos eclesiásticos. Afirma que compró tierras a particulares para donarlas a familias locales y que financió una clínica, féretros y gastos funerarios cuando fue necesario. “Compró una bloquera para que tuviéramos casas de bloque; los inviernos acá son duros”, relata.
También admite que la empresa minera nunca llegó a operar: “Se montaron estructuras y se hicieron pruebas, pero no se extrajo mineral. Cuando instalaron todo, ya no alcanzó el dinero y esto empezó a quebrar”. En ese marco, responsabiliza a Iván Morales (presentado como representante legal) por “mala administración y dinero que no apareció”.
La avioneta en la pista de Minas del Pueblo y los rumores
“Yo sí escuché de eso y lo vi: había una avioneta y se usaba para trasladar personal de planta. Muchos eran peruanos sin vehículo. Nunca mandaron buses, por eso los movían en avioneta”, relató Orellana.
El exfuncionario cuenta un incidente: “Un día el tren delantero no abrió y aterrizó de panza; se arrastró y se quebraron las otras dos patas. La recogieron y la taparon, pero jamás escuché que bajaran ni que encontraran algo dentro. Aquí la gente es muy celosa con eso; yo nunca escuché nada raro.”
Fred Machado: “Esto fue una tortura”
Machado compara su historia con un film noir. “Esto fue una película de los Coen Brothers, todo absurdo. Me decían que los inversores eran sucios y que los delatara. Yo no delaté a nadie. Me equivoqué, sí, pero no soy un delincuente.”
Afirma haber sido sometido a un proceso kafkiano. “Los tipos (los agentes estadounidenses) me hablan en Guatemala. Yo les digo: esto es un tema de plata, les debo guita, los llamo y lo arreglo. Me contestan: ‘no los llames’. Me tuvieron cinco meses así, una tortura.”
Recuerda a un agente en particular, a quien define como “un reverendo desgraciado”. “Me presionaban para incriminar a la gente que me dio dinero. Y yo no iba a hacer eso. No soy ningún santo, pero no soy un delincuente.”
Y concluye: “Eran siete u ocho inversores que usaba para proyectos aeronáuticos, no dos mil. Hice un mal uso de los fondos; me equivoqué, pero no hice nada ilegal.”
La desconfianza hacia la justicia estadounidense atraviesa toda la conversación. “En Estados Unidos te pueden meter 30 años preso y después te dicen ‘nos equivocamos’. Te dan una palmadita y se van.”
Machado asegura que nunca estuvo preso en territorio estadounidense, aunque reconoce que la exposición pública y la presión judicial lo destruyeron. “Los gringos hacen lo que quieren. Te agarran en la calle, te inventan una causa y listo.”
Los aviones, los pilotos y la sombra de Gustavo y Eduardo Juliá
Machado también se refirió a los hermanos Gustavo y Eduardo Juliá, los pilotos argentinos detenidos en Barcelona en 2011 con 944 kilos de cocaína. “El avión que agarraron no era mío. A Juliá le alquilé un avión, me lo pagó, me lo devolvió y después cayó en ese otro vuelo grande.”
Sobre el piloto detenido en ese caso añadió: “Usó el sistema de mi empresa para hacer el plan de vuelo, pero eso no me vincula. Si alguien roba un banco con tu DNI, no significa que seas vos.”
Machado recuerda que conoció al entonces presidente guatemalteco Jimmy Morales. “Lo conocí porque un amigo mío le ofreció un vuelo. El tipo se quedó sin conexión y yo tenía un avión y se lo presté. Después me agradeció, pero cuando se hizo público lo negó.”
Fred Machado: “El error de Espert fue negarme”
El capítulo argentino reaparece con frecuencia. Machado habla de traición: “El error de Espert fue negarme. Porque se iba a saber. Hay fotos, hay testigos. No era un secreto. Si hubiera dicho ‘sí, lo conocí, me ayudó y después se metió en un lío’, nadie lo hubiera crucificado. Pero prefirió negarlo.”
Con decepción agrega: “Cuando lo conocí, estaba presentando su primer libro. Yo le dije, ¿cómo te puedo ayudar? Me dijo que necesitaba moverse. Le alquilé un avión. Voló dos veces conmigo. En política es plata, le dije, y él lo sabía.”
“A Viedma fuimos en mi avión y luego creo que fuimos a Catamarca. Él voló dos veces en ese avión. Además, él volaba en otro avión que le había puesto, que tampoco era para la campaña, era más que nada para la presentación del libro. Ese avión lo tuvo 3 o 4 meses. Yo no estaba en Argentina, estaba en Estados Unidos, lo vi 3 o 4 veces y cada vez que lo veía era muy bizarro. Tenía a Nazareno, a Clarita, después no tenía nada más. Después vino Dick Morris, y ahí apareció Rosales.”
La camioneta Jeep prestada a José Luis Espert en 2019
Sobre la camioneta que se dijo sufrió un ataque, Machado aclara: “Esa camioneta era de un primo mío (en referencia a Claudio Ciccarelli, dueño de la camioneta Jeep Grand Cherokee negra blindada que Espert utilizó en 2019 para los traslados de su campaña presidencial). No fue un atentado. No fue un tiro. Pasó por la Villa 31 y le metieron dos piedrazos.”
Entre lo que extraña, menciona a su perro, un mastín que murió a los tres años. En este punto comparte algo curioso con Javier Milei: “Ese perro me hablaba en los sueños’, confiesa. “Por eso quise conocer a Milei, porque me encantan los perros, pero Espert se me rió: “¿vos dormís con los perros también?”, me dijo como burlándose.”
El capítulo político le deja el sabor más amargo. “El error de Espert fue negarme”, repite, mientras enumera fotos, vuelos y testigos. “No me defendió nadie. Todo el mundo me soltó la mano.”
Hoy se define “en mi casa, aislado”, y afirma: “Me convirtieron en radiactivo”. Para cerrar, evoca la icónica frase de Diego Maradona que eligió como símbolo de su historia: “Me cortaron las piernas”.