
Tras el revuelo suscitado por el proyecto de ley presentado por la diputada provincial de Unión por la Patria, Lucía Klug, para crear la Tasa Ambiental sobre el Metano en Buenos Aires (Tamba) —un tributo que gravaría las emisiones de metano generadas por la actividad ganadera— especialistas y organizaciones del sector cuestionaron la iniciativa. Sostienen que iniciativas de este tipo generan incertidumbre en la producción, desalientan inversiones y podrían provocar una reducción del stock ganadero.
Klug, militante del espacio Patria Grande y cercana a Juan Grabois, dejará su banca la próxima semana. No obstante, deja un proyecto que provocó gran malestar en el ámbito agropecuario, pese a no contar con respaldo suficiente dentro de la Legislatura. El texto propone crear la Tamba con el objetivo de “mitigar la emisión de gas metano y hacer factible a largo plazo la actividad económica”, aplicando el principio de responsabilidad extendida del productor. Desde que se conoció la iniciativa, distintas entidades respondieron a la diputada, entre ellas Ignacio Kovarsky, presidente de la Confederación de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa (Carbap).
Andrés Costamagna, director de la Sociedad Rural Argentina (SRA) y co-coordinador de la Comisión de Sostenibilidad, explicó que el metano producido por la ganadería forma parte del ciclo biogénico del carbono: las plantas absorben carbono mediante la fotosíntesis; los rumiantes lo consumen y lo liberan después como metano. Ese gas se oxida en la atmósfera en un plazo de 7 a 10 años, transformándose de nuevo en CO₂ disponible para la vegetación.
Andres Costamagna, director de la Sociedad Rural y co-coordinador de la Comisión de Sostenibilidad
Señaló que equiparar ese mecanismo natural con las emisiones fósiles —que provienen de carbono almacenado durante millones de años y que se acumula a largo plazo en la atmósfera— es un error metodológico. El metano de la ganadería, dijo, corresponde a “un carbono nuevo, producto de la fotosíntesis”.
Recordó que durante la pandemia quedó en evidencia lo erróneo de comparar vacas con industrias: “Se frenaron actividades industriales y el transporte, las ciudades se descontaminaron, y las vacas siguieron rumiando. La gente entendió que no se puede comparar actividades naturales con actividades industriales”.
Para Costamagna, imponer una tasa así se traduce directamente en aumentos en los precios de los alimentos: “El error de la diputada es que se pague sobre un producto del que se toma leche o come el asado, subiendo el precio de los alimentos y yendo directamente al trabajador argentino y las economías familiares. Hay que estar mejor asesorado a la hora de tirar estas iniciativas”.
El ciclo del carbono en la producción ganadera
El especialista remarcó que el metano es un gas de vida corta, que se descompone entre 7 y 10 años, a diferencia del dióxido de carbono, que puede permanecer un siglo en la atmósfera, o de otros gases cuya vida se mide en siglos o milenios. Y concluyó: “Es una narrativa vieja. La comunidad global ya sabe que no es así: dato mata relato”. Recordó que en el mundo hay 920 millones de cabezas vacunas, según datos del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA).
Ernesto Viglizzo, miembro correspondiente de la Academia Nacional de Agronomía y Veterinaria, criticó el enfoque ideológico del proyecto. Afirmó que “se ha mezclado la ignorancia y la ideología, y eso genera una propuesta insensata”.
Agregó que detrás existe “un trasfondo político-ideológico que ve en la producción pampeana cierta injusticia social”. Señaló que “los rumiantes siempre han existido en el planeta y siempre han emitido metano”, ya que su sistema digestivo, si bien ineficiente, “les permite convertir fibra y pastos duros en proteínas de alto valor biológico”.
Ernesto Viglizzo, miembro correspondiente de la Academia Nacional de Agronomía y Veterinaria
Subrayó que el debate suele sustentarse en una visión incompleta: “el ganado bovino produce aproximadamente el 15% del metano global”, mientras que “el otro 85% proviene de fuentes como la industria petrolera, los basurales y los humedales”. Además, advirtió que se minimiza el papel del dióxido de carbono, “el gas responsable de más del 80% del calentamiento global”, que puede persistir hasta 1000 años en la atmósfera, frente a los “10 a 12 años” del metano. Recordó también que el óxido nitroso, “el gas más potente en términos de calentamiento”, permanece alrededor de un siglo. Por eso insistió en que “no se pueden juzgar bajo la misma regla gases con naturalezas tan distintas”.
Juan José Grijera Naon, presidente de la Oficina Permanente Internacional de la Carne y miembro de la Academia de Agronomía y Veterinaria, coincidió en que el metano de los rumiantes integra un ciclo natural: “Es cierto que emiten metano, pero no se acumula como el dióxido de carbono. Se degrada en la atmósfera y vuelve a la tierra como insumo para la fotosíntesis”.
Puso de relieve que el metano perdura “decenas de años”, mientras el CO₂ lo hace “cientos de años”. Además, alertó que en foros internacionales se intentó desviar la atención del dióxido de carbono hacia el metano “por intereses creados de la industria de combustibles fósiles”. A nivel técnico, destacó que el IPCC debería contabilizar también el secuestro de carbono en los sistemas pastoriles, un aporte que aún no está plenamente incluido en los inventarios.
Juan Jose Grijera Naon, presidente de la Oficina Permanente Internacional de la Carne, y miembro de la Academia de Agronomía y Veterinaria
Recordó que la Argentina representa apenas “alrededor del 1,2% de las emisiones globales” sumando todos los sectores, y que existen prácticas que reducen naturalmente el metano, como mejorar la digestibilidad del pasto o aplicar dietas balanceadas en los feedlots. Sobre la iniciativa de la diputada fue categórico: “Hubo falta de información y de asesoramiento”. Añadió que medir al ganado como si fuera una fábrica desconoce la lógica biológica del sistema: “Sería como ponerle un impuesto a la fábrica de automóviles por emitir, y no se lo ponen”.
La Cámara Argentina de Feedlot publicó un comunicado en rechazo a la propuesta, a la que calificó como un intento de “aumentar la presión fiscal bajo argumentos ambientales”. La entidad sostuvo que la tasa “no busca cumplir con la normativa ambiental”, sino crear un nuevo mecanismo recaudatorio para financiar la gestión de residuos urbanos. Y cuestionó el criterio del tributo: “Pretende establecer una nueva tasa por el simple hecho de que el ganado respire”.
El ciclo del carbono en la producción ganadera
El doctor en Ciencias Agrarias José Jáuregui advirtió que persiste un desconocimiento profundo sobre la actividad ganadera y, en particular, sobre el metano. Explicó que la emisión de metano por rumiantes es un proceso natural de la digestión: el carbono procede del CO₂ atmosférico capturado por las plantas, consumido por el ganado y transformado por bacterias en el rumen. Subrayó que se trata de un ciclo biogénico que se recicla con rapidez, con una vida media de aproximadamente diez años hasta volver a convertirse en CO₂ disponible para la fotosíntesis. En contraste, señaló que “el metano que debería preocupar proviene de basurales y fugas, porque ese sí constituye un incremento neto en la atmósfera”.
Para ejemplificar, recordó que Nueva Zelanda en 2022 implementó un impuesto al metano y terminó eliminándolo por sus efectos en la producción y la competitividad. Indicó que, aunque el sector ganadero suele representar alrededor del 12% de las emisiones totales —directas e indirectas—, la atención se concentra en las vacas por motivos que atribuyó a un lobby que encuentra más fácil apuntar a un sector atomizado.

