
La diplomacia comercial del presidente Donald Trump puede tener repercusiones devastadoras para la agroindustria argentina, especialmente para el complejo sojero.
Argentina lidera las exportaciones mundiales de harina y aceite de soja, dos productos que en 2024 generaron divisas por aproximadamente US$17.000 millones de un total de US$20.000 del complejo, el cual representa el principal sector exportador argentino.
Sin embargo, este liderazgo está siendo desafiado por los dos principales productores mundiales de la oleaginosa: Brasil y Estados Unidos. En los últimos doce años, las exportaciones de harina de soja de Brasil aumentaron un 62% y las de Estados Unidos un 51%, mientras que las de Argentina crecieron solo un 22%. Esto resultó en una pérdida de 9 puntos porcentuales en la participación de nuestro país en el comercio global, pasando del 46% en 2013/14 al 37% en la última campaña.
La razón detrás de este retroceso, que obedece a una tendencia más que a un hecho aislado, es el estancamiento y la declinación de la producción de soja en Argentina. En la campaña 2014/15, se lograron 61,4 millones de toneladas, con una industria que había invertido en plantas de trituración para procesar 70 millones de toneladas. Cambios en las regulaciones a partir de diciembre de 2015, que mantuvieron un 30% de retenciones a la soja mientras que se eliminaron para otros cultivos, llevaron a una caída de la producción, que se situó en 44 millones de toneladas en 2021/22, con una leve recuperación en las últimas dos campañas, alcanzando entre 48 y 49 millones.
En el mismo período, Brasil duplicó su producción, alcanzando unas 170 millones de toneladas, y Estados Unidos incrementó un 50% hasta las 120 millones. Ambos países se centran ahora en aumentar sus exportaciones de harina de soja: Brasil busca reducir su dependencia de las exportaciones de poroto a China, mientras que Estados Unidos lo hace debido al uso de aceite de soja en biocombustibles.
Desde RIA Consultores, hemos observado que la estrategia estadounidense se enfoca en ampliar la capacidad de trituración en los estados del Midwest, dirigendo la producción de aceite hacia los fabricantes de biodiésel y diésel renovable. Esto permite exportar la harina de soja hacia los puertos del Pacífico, desde donde los costos de flete son significativamente más bajos en comparación con los puertos de Argentina, Brasil e incluso del Golfo de México.
Gracias a un programa de checkoff, en el que los productores de soja estadounidenses aportan, la cadena de valor sojera lleva a cabo un plan agresivo para penetrar en los mercados globales, especialmente en el sudeste asiático.
Apalancada en la guerra de tarifas y la diplomacia comercial, a principios de junio una misión vietnamita estuvo en Estados Unidos, especialmente en Iowa (un productor icónico de soja), para formalizar un acuerdo comercial. En este marco, la principal empresa importadora de materias primas, Khai Anh Bình Thuận Co., acordó la compra de un millón de toneladas de harina de soja a AGP, una cooperativa estadounidense que no solo muele soja, sino que también está ampliando su capacidad de carga de harina de soja en el estado de Washington de 3 a 6 millones de toneladas anuales.
Vietnam se ha convertido en el principal comprador de harina de soja para Argentina. En 2024, realizó la compra de 4,18 millones de toneladas por un valor de US$1598 millones, lo que representó, tanto en volumen como en valor, un 15% del total de las exportaciones del producto en ese año.
La amenaza sigue latente. La dirigencia política debe actuar antes de que sea tarde y nuestros competidores reemplacen a la cadena sojera argentina.
Son urgentes dos acciones: equiparar los derechos de exportación de la oleaginosa con los de los demás granos e incrementar el uso de biodiésel basado en soja. Durante años, ha existido un castigo oficial por producir soja, al despojarla de un tercio o un cuarto de su valor pleno. Paradójicamente, este ha sido un escenario frecuente para presumir del liderazgo argentino en estos productos.
Hoy, ese liderazgo está fuertemente cuestionado y, si la tendencia continúa en los próximos años, Brasil y Estados Unidos habrán superado a Argentina, cuya influencia en el mercado global se verá significativamente reducida.
El autor es ingeniero agrónomo, director de RIA Consultores y exsubsecretario de Mercados Agropecuarios.