
De la redacción de INFORME DIGITAL
El relanzamiento político de Axel Kicillof con horizonte en 2027 dejó de ser una especulación. En las últimas semanas tomó forma con reuniones federales, encuentros con intendentes, gestos sindicales y una hoja de ruta que busca reconstruir volumen opositor frente al gobierno de Javier Milei. El movimiento, lejos de limitarse a Buenos Aires, apunta a ordenar un liderazgo nacional con anclaje territorial.
En Entre Ríos, ese proceso produjo una foto nítida: hubo apoyos explícitos, pero fueron pocos y anticipados. El resto del peronismo entrerriano optó por una prudencia calculada, una decisión que no puede leerse sin atender a la interna nacional que atraviesa al espacio.
El telón de fondo: Kicillof, Cristina y una interna abierta
La relación entre Kicillof y Cristina Fernández de Kirchner es un dato central para entender el comportamiento del peronismo entrerriano. Desde hace tiempo, el gobernador bonaerense trabaja para consolidar autonomía política y construir un liderazgo propio; Cristina conserva influencia decisiva sobre sectores del kirchnerismo duro. Esa tensión —a veces explícita, otras soterrada— condicionó definiciones en las provincias.
En Entre Ríos, una parte importante de la dirigencia eligió no subirse públicamente a esa disputa, percibida como una pelea de escala nacional con epicentro bonaerense. El silencio fue, así, una decisión política orientada a preservar la unidad interna y evitar costos prematuros.
Los entrerrianos de la primera hora
En ese marco, un grupo reducido decidió expresarse cuando hacerlo no era gratis.
Enrique Cresto, dirigente del PJ de Concordia y diputado provincial, fue de los primeros nombres asociados al armado nacional. Participó de actos y reuniones políticas vinculadas al proyecto cuando aún no existía un lanzamiento formal del 2027.
Ángel Giano, también de Concordia y ex presidente de la Cámara de Diputados, formalizó su adhesión al espacio que impulsa Kicillof y se involucró en la construcción temprana del armado federal.

Hernán “Vasco” Orduna, ex vicegobernador, cumplió un rol menos visible pero clave como nexo técnico y político en áreas estratégicas, convirtiéndose en uno de los primeros puentes entre Entre Ríos y el esquema bonaerense.

Intendentes que dieron señales
En el plano municipal, los gestos fueron contados.
Gustavo Bastián, intendente de San José, participó de encuentros nacionales con jefes comunales donde Kicillof fue figura central, en el marco del armado federal.
Damián Arévalo, intendente de San José de Feliciano, apareció entre los jefes comunales del interior que observaron con expectativa la proyección nacional del gobernador bonaerense.
Rosario Romero, intendenta de Paraná, expresó públicamente su respaldo tras la reelección de Kicillof en Buenos Aires, cuando todavía no se hablaba abiertamente de una candidatura presidencial, pero ya se discutían nuevos liderazgos opositores.

El contraste es el dato: el peronismo entrerriano conserva peso territorial, pero solo un puñado decidió expresarse de manera explícita en esta etapa.
Legislatura y gestos medidos
En la Legislatura provincial, los apoyos también fueron selectivos. Un grupo de diputadas del PJ —Laura Stratta, Andrea Zoff, Lorena Arrozogaray y Silvia Moreno— se pronunció tras el triunfo bonaerense de Kicillof, destacando su impacto político.
En el Senado provincial, en cambio, no hubo expresiones públicas de apoyo, un silencio que refuerza la estrategia de cautela.
En el plano territorial, se destacaron dos concejales de Paraná: Sergio Elizar, presente en el búnker bonaerense tras la elección, y Quique Ríos, que participó de reuniones políticas vinculadas al armado federal incipiente.
José Cáceres y la decisión partidaria de no alinearse
Un capítulo central de esta historia es el rol de José Cáceres, presidente del Partido Justicialista de Entre Ríos. Conducción partidaria en mano, el PJ entrerriano evitó pronunciamientos públicos que lo ubicaran en uno u otro lado de la interna nacional entre el armado de Kicillof y el esquema más identificado con el kirchnerismo.
Ese gesto —o, más precisamente, esa ausencia de gesto— no puede leerse como desinterés: fue una decisión de conducción. En un peronismo provincial con tensiones internas propias, Cáceres optó por no importar a Entre Ríos una pelea que muchos interpretan como bonaerense y nacional, preservando margen de maniobra hacia 2027. Sin embargo recibió con brazos abiertos y se retrató con Ricardo Quíntela cuando decía que iba a enfrentar a Cristina Kirchner por la conducción del PJ nacional y todos aludían su candidatura a una jugada de Axel Kicillof.

Michel y Bahl: gestos, diferencias y ambiciones
El caso de Guillermo Michel introduce un matiz relevante. Diputado nacional y uno de los dirigentes con mayor proyección hacia la disputa por la gobernación en 2027, Michel estuvo presente en el búnker del peronismo bonaerense celebrando junto a Kicillof tras un triunfo electoral. El gesto lo vincula públicamente con el liderazgo del gobernador bonaerense, aunque su estrategia también apunta a construir volumen propio en la provincia.

Adán Bahl también celebró ese resultado y compartió la lectura política nacional, aunque su posicionamiento fue más comunicacional que orgánico. Bahl evitó, hasta ahora, integrarse a un armado federal o asumir un rol visible en la proyección nacional de Kicillof, manteniendo una estrategia de prudencia.
Una postal política
El mapa entrerriano frente al Kicillof 2027 muestra anticipación de unos pocos y cautela de muchos. No hubo alineamientos masivos ni gestos grandilocuentes. Hubo cálculo político.
Quienes se expresaron temprano quedaron identificados como los entrerrianos de la primera hora. El resto eligió el silencio estratégico, a la espera de que la interna nacional termine de ordenarse y defina, finalmente, el tablero de cara a 2027.








