Martes, 21 de octubre de 2025   |   Campo

En septiembre, las importaciones de bondiola igualaron a la producción argentina total

En septiembre, las importaciones de bondiola igualaron a la producción argentina total

En el sector porcino alertan por el marcado incremento de carne de cerdo importada desde Brasil, que ya comienza a impactar en los precios y en la rentabilidad de los productores locales. Según la Federación Porcina Argentina (FPA), en septiembre pasado se importaron 4600 toneladas por 125 millones de dólares, y casi la mitad correspondió a bondiola, un corte que en el país vecino se considera de descarte pero que en Argentina es uno de los más demandados por los consumidores. La entidad advierte que el ingreso “masivo” de producto duplicó la oferta interna, presionó los valores a la baja y provocó una fuerte pérdida de competitividad. Agregaron que los productores brasileños cuentan con menores costos y políticas de promoción.

“El 97,8% de la carne importada provino de Brasil, y la mitad correspondió a bondiola, uno de los cortes más populares del consumo argentino. En términos equivalentes, esas 2000 toneladas representan 2 millones de kilos de carne, o unos 500.000 capones, el mismo volumen que se produce localmente en un mes”, advirtieron desde la FPA en un comunicado.

Desde la entidad explicaron que la irrupción de semejante cantidad de producto duplicó la oferta interna de bondiola. Estos productos, señalaron, son “de menor calidad, que viene congelada y contiene agua, lo que afecta la percepción del consumidor y la imagen del producto porcino en general”.

El director ejecutivo de la FPA, Alejandro Seijas, destacó que la producción nacional alcanza sin dificultad para abastecer el mercado interno: “El 98% de la carne porcina argentina se destina al consumo local y solo el 2% se exporta. El problema es que en Brasil la bondiola es un corte de descarte, prácticamente sin valor, mientras que acá es uno de los más apreciados”.

Alejandro Seijas: “El 98% de la carne porcina argentina se destina al consumo local y solo el 2% se exporta”

A ello se suma, explicó, que los productores brasileños usan promotores de crecimiento que aumentan la productividad en alrededor de un 6%, lo que los vuelve más competitivos. “Cuando se importa producto desde Brasil, llega a un costo mucho menor. Eso genera un desbalance en la comercialización interna y en la integración de la media res, porque en la Argentina no está permitido el uso de la ractopamina, el promotor que sí se usa allá”, detalló.

También recordó que el país todavía no cuenta con un protocolo sanitario habilitado para exportar subproductos porcinos a China —como patitas, cabezas o menudencias—, un negocio que Brasil sí tiene abierto. “Todo eso nos deja en clara desventaja”, sostuvo.

Según precisó, la ractopamina es una sustancia que mejora la conversión del alimento en carne, incrementando la productividad, y que en 2011 el entonces Ministerio de Agricultura, a cargo de Julián Domínguez, firmó una resolución que permitía su uso solo en porcinos, aunque sujeto a la reglamentación de un plan de trazabilidad que nunca se implementó. “Por lo tanto, su uso está técnicamente permitido, pero en la práctica prohibido”, explicó Seijas.

Frente a ello detalló que desde la entidad vienen pidiendo hace años —a este y a anteriores gobiernos— que se derogue esa resolución para ser coherentes con la política sanitaria. “La ractopamina está prohibida en más de 160 países. Mantener una normativa ambigua genera confusión y posibles inconvenientes en el comercio internacional”, advirtió.

La advertencia de la FPA llega en un momento clave para la cadena. El Plan Estratégico Porcino (PEP) proyecta hacia 2032 inversiones por más de US$1600 millones, con el objetivo de duplicar la producción, generar más empleo y sumar divisas. “Hoy la foto del sector muestra una actividad que mueve más de US$4000 millones al año, genera 72.000 empleos directos e indirectos y registra un consumo per cápita superior a los 18 kilos anuales, con un crecimiento sostenido del 4 al 5% anual durante la última década”, señalaron.

Sin embargo, advirtieron que ese potencial topa con obstáculos estructurales que frenan las inversiones. El primero es el régimen de IVA diferencial: los productores venden con una alícuota del 10,5%, pero compran insumos y bienes de capital con el 21%, lo que genera saldos inmovilizados y un sobrecosto de hasta 19%. El segundo problema es la falta de financiamiento adecuado. “La producción porcina necesita plazos largos, períodos de gracia y tasas compatibles con su ciclo biológico, condiciones que hoy no existen en el sistema financiero local”, explicaron.

Bondiola de cerdo, uno de los cortes preferidosShutterstock

El sector también pide avanzar con un plan de erradicación de la enfermedad de Aujeszky, en colaboración con las autoridades sanitarias, para adecuar las normativas vigentes con financiamiento propio, que aún espera la aprobación definitiva.

Por último remarcaron la necesidad de firmar el protocolo sanitario con China que permitiría exportar subproductos de bajo valor del mercado interno. “Es una oportunidad para mejorar la integración de la media res y generar divisas genuinas”, apuntaron.

“Nosotros no pedimos cerrar mercados. Si tiene que ingresar carne porcina desde Brasil, que lo haga, pero en igualdad de condiciones. El Estado debe ser un aliado, ayudando a abrir nuevos destinos —como el de subproductos a China—, lo que sería un gran beneficio para toda la cadena y permitiría mejorar la competitividad frente a las importaciones”, concluyó Seijas.

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