
Los precios de la hacienda se encuentran en niveles excepcionales frente a los promedios históricos. Basta con señalar que un ternero para invernada cotiza actualmente a 3,90US$/kg, el valor más alto —en dólares corrientes— en toda la historia de la ganadería argentina. Si se lo compara con el promedio de los últimos 10 años, de 1,70 US$/kg, el precio actual lo supera con holgura. En moneda constante, el máximo histórico para el ternero había sido -a dinero de hoy- de 5500$/kg, un nivel que se mantuvo solo durante unos pocos meses en 2022. Una situación parecida se observa en la hacienda gorda. “De noviembre de 2024 a noviembre de 2025, el precio del novillo aumento 105% versus 31% de la inflación. En el mismo periodo, la vaca gorda subió 85%, mientras que un índice ponderado de insumos ganaderos aumentó 40%”, compara Ignacio Iriarte, director de Informe Ganadero.
Las razones de este escenario ganadero son variadas. En primer lugar, la faena de los últimos tres meses fue muy baja. Inicialmente, este déficit de oferta se atribuyó a la incertidumbre generada por las elecciones de medio término; sin embargo, aun con resultados favorables, la caída en la faena continuó.
También influyeron las millones de hectáreas fuera de producción en la provincia de Buenos Aires, además de una posible retención estacional de primavera, incentivada por expectativas de precios al alza. La escasez de oferta se combina con una demanda exportadora muy firme. “Entre 2024 y 2025, el mercado mundial de carne aumentó 1,5M/t y las proyecciones indican que este contexto favorable podría prolongarse durante varios años”, proyecta iriarte. La creciente demanda mundial está estrechamente vinculada a la presión de los mercados de EE.UU. y de China y al crecimiento económico de países del sudeste asiático – Filipinas ,Malasia, Vietnam, Indonesia y Tailandia- que continúan incorporando la carne vacuna a sus dietas. Frente a esta expansión, la oferta global -liderada por Brasil- resulta insuficiente para abastecer a los nuevos consumidores y a la demanda tradicional, lo que determina subas en el precio internacional de la carne vacuna. En paralelo, el consumo interno se ubica en 45 a 46kg/hab/año. Si bien es un nivel bajo, resulta difícil imaginar que siga descendiendo porque la población muestra resistencia a reducir el consumo por debajo de ciertos umbrales.




