
Este enero, las charlas de ascensor vienen más cargadas quenunca. Es que todos tienen algo que decir acerca del clima. Las inundaciones enel litoral del país traen preocupación y consecuencias devastadoras. En BuenosAires, se repiten las quejas en torno a las lluvias y muchos están convencidosde que hace menos calor que otros años.
Clarín conversó con especialistas en meteorología, medioambiente y cambio climático para responder varias de las preguntas que noshacemos los argentinos: ¿qué le pasa al verano? ¿Es un verano diferente y fuerade la común?
Cindy Fernández es comunicadora del Servicio MeteorológicoNacional. Con respaldo en estadísticas detalladas y una larga experiencia,derriba algunos mitos. “Hay una percepción generalizada de que estáhaciendo más frío, por no poder salir al sol, pero los registros de este eneroson muy parecidos a los de otros años”, asegura.
Según Fernández, las lluvias en el área metropolitanadurante el primer mes de 2019 están, incluso, abajo del promedio: “En laCiudad suele haber 135,4 ml de lluvia en enero. Hasta ahora, llevamos solo 68,8ml”. Sin embargo, aclara que, aunque la lluvia fue poca en cuanto acantidad, casi la mitad de los días registraron precipitaciones. Estasfluctuaron entre 1 y 4 ml, salvo el martes 16, cuando hubo una mayor caída deagua.
La meteoróloga también destaca una fuerte presencia denubosidad, principalmente durante la mañana y tarde. “Durante los primeros25 días de enero, sólo hubo cuatro completamente despejados. Esto afecta latérmica, ya que el sol no calienta tanto la superficie de la Tierra, ni elaire”, detalla. Hasta hoy, el promedio de las temperaturas máximas fue de27,9°, aproximadamente dos grados por debajo de lo usual, que es en torno a los30°.
De hecho, Fernández dice que vivimos el enero contemperaturas máximas más bajas desde 2011. En cuanto a las temperaturasmínimas, este verano no registró novedades. El promedio viene siendo de 20°,exactamente lo que se espera para la época.
En Mar del Plata, las variaciones no fueron muy diferentes.El lugar más popular de la costa atlántica suele tener 94.9 ml de lluvia enenero: por el momento, sólo se alcanzaron 59,4. “Llovió bastante menos queel promedio”, concluye Fernández. Otra vez son las nubes -y, en este caso,también las neblinas- las que justifican la sensación de los turistas de un”mal clima”. En total, solo se pudo disfrutar de una semana perfectade playa.
Las temperaturas máximas de “la feliz” fueroncompletamente normales: promediaron los 25,7°. Lo mismo puede decirse de lasmínimas. Su media se acercó a los 15°, igual que casi todos los años. Eso sí,se experimentaron tres irrupciones de aire frío, que resultaron en temperaturasmuy bajas por la mañana (por debajo de los 10°).
Más allá de ese percance, la mitad del mes superó los 27° enalgún momento de la jornada y, además, hizo más de 30° grados en cuatrooportunidades. Como dice la canción, “no culpes a la noche, no culpes a lalluvia, no culpes a la playa”… porque la costa bonaerense nos regaló unabuena térmica.
Todo hace que la percepción de la gente sea de un veranoatípico, pese a que se están registrando valores de temperaturas y lluvias queno salen de lo normal.
Recién se podrá decir si el verano es atípico o no una vezfinalizado febrero y analizados los datos de diciembre, enero y febrero, ya queesos son los meses que constituyen el verano para las estadísticasmeteorológicas”.
¿Y el resto del país? En la Patagonia, los diez primerosdías del mes fueron bastante más fríos que el promedio. Esto se revirtió del 10al 20 de enero, cuando se observaron temperaturas más cálidas que lo habitual.Fernández repite que ninguno de los fenómenos fueron extraños: entran dentro dela llamada “variabilidad climática” esperada para para la zona.
Lo mismo ocurrió en el centro y norte argentino, donde latérmica estuvo un poco por debajo de lo usual -sobre todo en Córdoba y Santiagodel Estero-, pero sin resultar anormal. El fenómeno encuentra su raíz en lapresencia de lluvias y nubes.
Desde el Servicio Meteorológico Nacional indican que lascondiciones climáticas mensuales varían alrededor de valores medios: se esperaque haya alternativamente años más o menos cálidos, con más o menos lluvias,con mucha humedad o poca. Pero si ciertas condiciones extremas se repitenconstantemente, es entonces cuando hay que prestar atención.
Pese que las lluvias ocurridas en Corrientes, Entre Ríos,Chaco y Santa Fe -que llevaron a la declaración de una “emergenciahídrica”- no son extrañas para el lugar, muchos los relacionan con elcambio climático. Desde hace 20 años, son cada vez más frecuentes.
El meteorólogo y periodista de TN José Bianco subraya que,en su profesión -sobre todo cuando se evalúan catástrofes-, hay que procedercomo un médico con su paciente: tomar la temperatura no es suficiente, hay queponderar distintos elementos.
En cuanto al litoral, cuenta que muchos expertosatribuyen la abundancia de agua a sucesos atmosféricos que tienen lugar en eloeste del Pacífico. De todas formas, señala la asiduidad de episodiossimilares. “Hay que estudiar bien qué causas son naturales y cuálesdependen de la mano del hombre”, agrega Bianco.
Leonel Mingo, vocero de Greenpeace, considera que hay unarelación directa entre las inundaciones y la ausencia de árboles -“lasesponjas naturales del planeta”-, a raíz de la deforestación. “Lasituación es muy preocupante, están talando árboles centenarios, lo cual llevaa una liberación de dióxido de carbono a la atmósfera. No solo resulta en unaumento de la temperatura, sino que se desertifica la tierra e impide que elagua sea absorbida”, afirma.
Considerando los valores medios, por sí solos, este veranono es atípico. Sin embargo, como señala Mingo, incluso en el áreametropolitana, donde la temperatura promedio no varía mucho, en los últimosaños se han notado los picos mínimos más bajos de la historia. Ni hablar dellitoral, donde una vez más las inundaciones causan pérdidas irreparables.Quizás no sea tan malo prestarle atención nuestra “percepción” ycuidar un poco más al planeta.