
En primera persona, productores de Argentina, África y Alemania compartieron sus experiencias en el Agrievolution Summit 2025, donde expusieron cómo están promoviendo una agricultura responsable y sostenible que ya comienza a transformar el sistema global. Esta es la octava edición del evento, organizado por la Cámara Argentina Fabricantes de Maquinaria Agrícola (Cafma) y Expoagro, y se lleva a cabo por primera vez en el país. Con un fuerte espíritu de resiliencia, coincidieron en que la digitalización, la innovación tecnológica y el cuidado de los suelos son pilares fundamentales para alimentar a millones de personas, enfrentar el cambio climático y garantizar un futuro sostenible.
Pedro Vigneau, desde Argentina, relató la evolución desde los trabajos manuales que realizaba su abuelo hasta la agricultura digitalizada en la actualidad. Su visión implica gestionar el campo como un sistema integrador donde la agricultura sin labranza y el cuidado del suelo como un ecosistema vivo son elementos esenciales. Demostró un compromiso decidido por hacer de la agricultura una parte activa en la solución al cambio climático.
Vigneau, oriundo de Bolívar, provincia de Buenos Aires, explicó su decisión de involucrarse en la política para otorgar a los agricultores una voz real y fuerte en la toma de decisiones. Basado en la premisa de que el conocimiento permite lograr más granos en menos tierra, dejó una reflexión final: “Podemos dejar a nuestros hijos un suelo mejor del que nos dejaron nuestros padres”.
Con más de 15 años de experiencia en África, el ingeniero agrónomo Jorge López Menéndez observó con optimismo el potencial de ese “gran continente”. El experto enfatizó que la mecanización, la intensificación mediante tecnología y el cuidado del suelo pueden transformar la productividad de una región con vastas áreas aún pendientes de utilizar para cultivar.
López Menéndez afirmó que “actualmente solo el 10% de 400 millones de hectáreas disponibles se aprovechan para producir alimentos, mientras millones de personas viven en pobreza extrema”.
La brecha de productividad, que exacerba desigualdades, puede mejorarse mediante el acceso a maquinaria, conocimientos y prácticas sostenibles como la siembra directa, que evita la erosión y captura carbono, indicó. El trabajo manual, la falta de insumos y el desconocimiento son limitantes para la población africana.
Para ilustrar esta brecha, comparó la producción en África y Estados Unidos: mientras que en el primero se logran recolectar 10 kilos de grano en una hora, en el segundo se cosechan 800 kilos. Agregó que “una persona camina 248 kilómetros para producir un cultivo”, lo que conlleva pérdida de tiempo, energía y recursos en el cálculo final de la producción. Como síntesis de su experiencia, afirmó: “África es una oportunidad enorme para los fabricantes de maquinaria agrícola”.
Con epicentro en el noroeste de Alemania, la visión de Stefam Cramm refleja un equilibrio entre tradición e innovación. Este agricultor de 36 años maneja 1300 hectáreas y ofrece servicios como contratista. Su sistema de producción se basa en la diversificación, cultivando trigo, maíz, arvejas, canola, pasturas, remolacha azucarera, cebada y barbechos. Por ello, destacó la importancia de la rotación de cultivos en campos que han sido agrícola durante 20 generaciones. “Cada uno de los cultivos juega un papel muy importante”, aseguró Cramm.
En ese sentido, señaló tres factores limitantes: los años de agricultura sobre el suelo, la dificultad para conseguir mano de obra calificada y las regulaciones del Estado. Por último, el productor europeo mostró cautela a la hora de incorporar tecnología y datos, ya que “la decisión de cada nueva inversión -dijo- depende de la posibilidad que proporciona en el ahorro de insumos, el retorno en el tiempo y la performance para mantener la liquidez en los campos”.