
Volvió Javier Milei, empoderado, listo para resetear la campaña rumbo al 26 de octubre. En el relato libertario, el viaje a Estados Unidos marca un antes y un después para recuperar el control tras una cadena de derrotas políticas y un jaque -casi mate- al modelo económico-financiero. Hasta dónde está dispuesto el Gobierno a empujar a la Argentina en su alineamiento con los Estados Unidos, en un mundo de poder difuso que obliga a las potencias medias a equilibrarse entre bloques y no jugarse un pleno. A priori, la elección del Presidente parece riesgosa aún en términos de ganancias relativas a largo plazo.
La presencia del ministro y candidato de LLA por Mendoza, Luis Petri, en la comitiva presidencial despertó todo tipo de versiones respecto del precio que la Argentina podría pagar si la magnitud del gesto ante la Casa Blanca se traduce de manera proporcional en una garantía contraprestación. Aunque desde la comitiva se ocuparon de aclarar que no hubo pedidos a cambio, a nadie escapa que Washington dista de ser un poder filantrópico en el mundo. Y la agenda que maneja el ministro de Defensa es una de las más sensibles en este sentido, tal como informó El Cronista esta semana.
En su paso por Nueva York, Petri acompañó las dos bilaterales de mayor peso del presidente Milei: con Donald Trump el martes al mediodía, y con el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, el jueves por la tarde. En ambos casos, la agenda de Defensa no solo es clave sino una de las más activas y que más dinamismo alcanzó el último año y medio en el nexo entre gobiernos, según fuentes de la Casa Rosada. En medio, Petri estuvo junto al jefe de Estado durante su intervención en la Asamblea General de Naciones Unidas.
Pero también se hizo un espacio para su propio “pull aside” con Marco Rubio, el secretario de Estado norteamericano, uno de los funcionarios más activos en los pasillos del multilateralismo esta semana, con quien no habían tenido oportunidad de cruzarse antes. De ese intercambio no hubo foto: en medio del aluvión de especulaciones que generó en Buenos Aires el supuesto interés de la Casa Blanca por ganar lugares en posiciones estratégicas argentinas, se optó por no alimentar más interpretaciones.
El ministro participó también de una reunión convocada por Estados Unidos y Filipinas para debatir la libertad en los mares y la protección de infraestructura crítica en zonas marítimas. Ambos países han puesto foco -y lo reafirmaron esta semana- en la necesidad de mantener libre y segura la región Indo-Pacífico para asegurar el comercio mundial y el orden internacional. “Juntos estamos construyendo una coalición para salvaguardar estos principios“, anunció Rubio. ¿Puede la Argentina formar parte de una iniciativa semejante? Difícil pensarlo hoy en esa parte del mundo aunque el control de la plataforma continental argentina si es una prioridad latente a nivel estratégico.
La competencia con China se insinúa en todos los niveles, más explícita algunas veces. Se percibe entre líneas en las declaraciones de Rubio con su par vietnamita, dentro de este foro, pero también en el vínculo con la Argentina. En el tablero global -y aquí el país no es la excepción- China ha colocado piezas en los espacios abandonados por administraciones anteriores; ahora la Casa Blanca busca correrlas. La disputa opera en todos los órdenes y algunas zonas del mapa adquieren un mayor valor geopolítico. Argentina es una de ellas.
La agenda estratégica entre EE.UU. y Argentina: el control de las aguas y la “oportunidad” con las Tierras Raras
“EE.UU. tiene el foco puesto en el Estrecho de Magallanes, eso es todo“, repiten desde el Ejecutivo al ser consultados sobre si habrá o no una base militar compartida en el extremo austral. La pregunta resurge cada vez que uno de los jefes del Comando Sur visita Tierra del Fuego o ambos gobiernos sellan un entendimiento de volumen fuera de lo común, como el que esta última semana se anunció desde Nueva York.
Cuando Alvin Holsey, almirante del Comando Sur con proyección en la región, recorrió los terrenos donde se construye una base naval multipropósito de la Argentina, desde el Gobierno reconocieron que el único requerimiento de Washington fue que China no establezca allí su propia base para controlar el paso entre Atlántico y Pacífico. No se habló, aseguran, de invertir recursos propios ni de izar una bandera extranjera. Tampoco ahora, remarcan.
Pero el valor estratégico en el control de los mares es claro: dos aviones P-3 adquiridos de Noruega llegarán en octubre y noviembre -el primero ya aterrizó en 2024- y no descartan que en un futuro formen parte de una patrulla marítima internacional para monitorear aguas y los recursos que albergan.
En Dinamarca, los F-16 se preparan para volar a la Argentina.
El Servicio de Mantenimiento para la Defensa (FVT) completó el proceso de pintado y puesta a punto de las primeras 6 aeronaves destinadas a la @FuerzaAerea_Arg. Asimismo, un equipo multidisciplinario integrado por… pic.twitter.com/7oBiWeH3fI— Luis Petri (@luispetri) September 19, 2025
En paralelo, la base aérea de Tandil está adaptada casi al 90 % para operar con los nuevos F-16. Está prevista la llegada del primer lote de seis aeronaves en diciembre -como parte de una operación multinacional con pilotos daneses, argentinos y apoyos de reabastecedores estadounidenses- cruzando el Atlántico. Otros seis vendrán en 2026 y una docena más en 2027. En los planes oficiales figura que Argentina se integre a los ejercicios Red Flag con pilotos nacionales al frente de los F-16 desde ese año.
“Estados Unidos quiere dar un mensaje con estos gestos, como hizo Clinton con México en 1995. Hoy su agenda con ese país es negativa, mientras Argentina representa lo contrario. Les conviene que sea un activo por su ubicación y peso, más en un escenario incierto sobre Brasil y Chile“, explican los interlocutores con la potencia norteamericana.
Desde el oficialismo y la oposición coinciden en que el valor geopolítico argentino reside en su capacidad de suministrar energía, alimentos y minerales críticos. Lo que diverge es el posicionamiento y las alianzas que se diseñan alrededor de esa condición. Con un EE. UU. en declive como potencia dominante -aunque sostenga su primacía parcial- y la presión por recortar costos, el Hemisferio Occidental recupera protagonismo para la Casa Blanca.
“Eso trae un elemento positivo y uno negativo. En lo positivo, más posibilidades de cooperación. En lo negativo, más posibilidades de presión“, añade una fuente con acceso a las conversaciones con Washington. Una buena parte de esas oportunidades se enmarca en las llamadas “Tierras Raras”, minerales clave para la industria de Defensa. Allí Petri y sus equipos pueden actuar como facilitadores del diálogo, pero dependen del consenso con los gobernadores. “Somos actores secundarios”, se excusan.
Según un documento del Servicio Geológico Minero Argentino (SEGEMAR), el organismo científico-tecnológico responsable de la producción de conocimiento e información geológica, tecnológica, minera y geológica ambiental del territorio de la República Argentina y plataforma continental, en la Argentina se identifican yacimientos y mineralizaciones en al menos siete áreas.
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Salta y Jujuy: mineralizaciones primarias en el noroeste.
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San Luis: depósitos en la zona centro.
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Santiago del Estero: hallazgos en el sur provincial.
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Córdoba: mineralizaciones no evaluadas.
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Provincia de Buenos Aires: concentraciones arcillosas en la zona de Barker.
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Plataforma Continental Argentina: costras de ferro-manganeso con concentraciones de ETR.
En su enumeración refleja el potencial geológico del país como proveedor de minerales críticos, en un mercado mundial que pasó de u$s 2.000 millones en 2020 a una proyección de u$s 12.000 millones en 2030, impulsado por un consumo del 4 % anual.
Paradójicamente, China ha sido históricamente el abastecedor clave para EE. UU. en este rubro y es el que concentra el grueso de esta riqueza a nivel global. Pero la competencia actual, cada vez más aguda, ha acelerado la necesidad de Washington de diversificar fuentes y evitar el punto de estrangulamiento. Dentro de ese plan, Argentina se perfila como una alternativa en lo que refiere a Tierras Raras, al igual que en otros minerales estratégicos como el litio. Como riquezas, no obstante, permanecen en manos de las provincias.
“El gobierno argentino ha fomentado la inversión extranjera en minería mediante incentivos fiscales, la simplificación de los trámites de permisos y políticas destinadas a reducir los obstáculos regulatorios. La minería está regulada a nivel provincial, siendo las provincias de San Juan, Catamarca y Salta las más favorables a la minería“, se lee en una síntesis actualizada al 1 de agosto de este año sobre el capítulo minero argentino en la web oficial de la Administración de Comercio Internacional de EE.UU.
Allí se consigna que en 2024, Argentina firmó acuerdos con Estados Unidos para fortalecer las cadenas de suministro de minerales críticos -el famoso memorándum- “con el objetivo de diversificar sus alianzas y reducir la dependencia de China“. También que Argentina forma parte de la Alianza para la Seguridad de los Minerales, liderada por Estados Unidos, que busca “inversiones sostenibles y respetuosas con la comunidad en minerales críticos”.
Acorde a ese documento, “los equipos y la tecnología minera estadounidense ocupan una cuota de mercado del 75 % en Argentina. Dado el potencial del mercado, los proveedores estadounidenses de tecnología relacionada con la minería deberían aprovechar la dinámica actual del mercado y considerar a Argentina como un mercado de expansión” por el potencial del sector minero argentino y “los recursos minerales del país permanecen en gran parte sin explotar”
De acuerdo a un informe de septiembre de este año de la Secretaría de Minería nacional, en agosto de 2025 el balance comercial de minerales de Argentina presentó un superávit comercial de u$s 305 millones. El balance comercial de minerales para los primeros ocho meses de 2025 presenta un crecimiento del 59,4% con respecto al balance del mismo periodo del 2024, y se ubica un 95,8% por encima del promedio 2010- 2024 para el mismo período.
En el reporte estadounidense se consigna además que las exportaciones mineras de Argentina en 2024 representaron alrededor de u$s 4.500 millones y el país tiene recursos para expandir la producción y lograr exportaciones por un valor de más de u$s 18.000 millones para 2030.
El apoyo de Trump a Milei
El inusual endorsement de Donald Trump a un candidato extranjero, junto al volumen inesperado de respaldo financiero comprometido desde el Tesoro estadounidense, marca un hito. Un quiebre que busca romper la cadena de derrotas políticas y devolver la iniciativa, la posición dominante, la cima de la colina a LLA. Así lo interpretan en el círculo íntimo de estrategas de la Casa Rosada, tal como lo relató El Cronista.
Dentro del Gobierno coexisten tres lógicas. Una piensa en 2026 y en una segunda etapa de Milei, cómo garantizar esa continuidad cualquiera sea el desenlace electoral. Otra pone todas sus fuerzas en ganar el domingo, convencida de que su supervivencia se juega en esos porcentajes. Y una tercera, según describen en los pasillos de Balcarce 50, “está en la boludez y la polémica”.
A partir de los posteos de Trump, del aporte de Scott Bessent y, sobre todo, de las conversaciones previas a esos contratos, los libertarios entienden que la apuesta geopolítica del expresidente no es una filantropía ni un simple gesto de amistad. Y no se limita al intento de construir gobernabilidad en lo inmediato sino a largo plazo.
Después de todo, la estabilidad es condición sine qua non para cualquier inversión, en particular aquellas de alto costo que demandan tiempo para rentabilidad. Quienes empujan vínculos con los gobernadores sostienen que volver a encontrar puntos de acuerdo con ellos y los socios político es esencial para retener poder, gane o pierda Milei. Por eso reclaman que cesen los ataques.
Algunos ya plantearon a Karina Milei la creación de LLA como una federación de partidos, con una carta fundacional que otorgue una carta de acción “de oro” al socio mayoritario dueño de la marca. La propuesta no prosperó. En su lugar se apostó por absorber toda acción bajo el color violeta y tejer alianzas puntuales solo en Entre Ríos, Mendoza y Chaco.
Hoy reaparece la hipótesis de una coalición. El objetivo: incorporar a los que quedaron afuera y evitar que un resultado adverso -como el del 7 de septiembre en la provincia- desencadene un nuevo lunes negro en la economía argentina. El cálculo es simple: si los acuerdos políticos se construyen antes de las urnas, cualquier desenlace podrá interpretarse y contarse de otro modo el domingo 26 de octubre a la noche. Ya no solo importarán los votos que sume LLA, sino también los de sus aliados. Un reseteo al 10 de diciembre de 2023.
A esta altura y tal como está el panorama, ninguna voz realista en el Gobierno sueña ya siquiera con los 45 puntos que pregonaban hace no más de unas semanas. “En este contexto, firmo 35 con gusto“, resumió un funcionario en la Rosada.



