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Domingo, 18 de noviembre de 2018

El peronismo dispuso el fin de la era de la cooperación (referencia al encuentro del gobernador de Entre Ríos con Massa)

El peronismo dispuso el fin de la era de la cooperación (referencia al encuentro del gobernador de Entre Ríos con Massa)

La señal para el Gobierno fue inequívoca: se terminó la era de la cooperación y seinició el tiempo de la campaña. El punto de inflexión fue la sanción del presupuesto,para los peronistas dialoguistas, el último gesto concreto de apoyo al oficialismo. Menosde 24 horas después, el propio Miguel Ángel Pichetto, artífice de una trabajosa mayoríapara aprobar las cuentas ajustadas de 2019, articuló en el Senado los apoyos para volveral Consejo de la Magistratura. Así Cambiemos, a pesar de tener la bancada másnumerosa, quedó en minoría ante la unión de las partes opositoras. Lo mismo ocurrió aldía siguiente en Diputados, en un movimiento aún más osado. Incluso los amigablesgobernadores Juan Manuel Urtubey, Juan Schiaretti, Gustavo Bordet y Domingo Peppose unieron a Sergio Massa y al kirchnerismo para birlarle a Cambiemos una banca en elórgano encargado de designar y desplazar jueces. Fue una derrota imprevista paraCambiemos. Los gobernadores arreglaron sus cuentas con la Casa Rosada y después lesmandaron la factura.El viernes en el oficialismo no salían del desconcierto y cruzaban acusaciones dedescuido e ingenuidad entre la cúpula legislativa de Emilio Monzó y Nicolás Massot, elministro Rogelio Frigerio y el equipo judicial de Germán Garavano, José Torello yFabián “Pepín” Simón.

Esa noche era mejor no hablar con Mario Negri, que fue quienperdió su lugar. Hubo recriminaciones mutuas por haberse relajado en los laureles delpresupuesto sin percibir la reacción de despegue que preparaban enfrente.La consecuencia no solo es que Cambiemos dejó pasar una oportunidad única paracontar con los dos tercios en el Consejo de la Magistratura, algo que ninguna otra fuerzahabía logrado antes. El problema es que también deberá enfrentar una oposiciónfortalecida con la presencia de figuras como Pichetto, Graciela Camaño y Eduardo”Wado” De Pedro, que tienen una espesura diferente de la de Mario Pais o RodolfoTailhade. El Consejo tendrá el año próximo una dinámica mucho más intensa. Se cerróel statu quo funcional al oficialismo que reinaba hasta ahora. Algo similar a lo que pasóen la Corte Suprema con la cristalización del eje Ricardo Lorenzetti, Horacio Rosatti yHoracio Maqueda, según el Gobierno, la nueva “mayoría peronista”.Todavía domina una profunda dispersión en el heterogéneo mapa del PJ. El inicio de uncuarto año en la oposición (el mayor período desde los 80), sumado a la falta de unliderazgo unificado, contribuye al desorden y a la multiplicidad de fórmulas pararesolver la angustia de poder. Pero por debajo de esas corrientes superficiales empezó acircular la convicción común de que hay una oportunidad para derrotar al macrismo.Las alianzas tácticas por el Consejo de la Magistratura exhiben esa expectativa.

Es unamirada realista que reemplaza al pesimismo resignado de principios de año (el 2019 estáperdido, apuntemos a 2023) y al impulso exitista de plena crisis cambiaria (el Gobiernono llega y hay que pensar contingencias).Esa perspectiva se basa en un giro conceptual clave: el principal vector ordenador delmapa político es Mauricio Macri y no Cristina Kirchner. El peronismo empezó aposicionarse más en referencia al Gobierno que en relación con la expresidenta. Cadavez más busca definirse como oposición a las políticas económicas que como K o anti-K.La cuestión identitaria es el primer requisito de cualquier agrupación. La crisiseconómica logró esa amalgama frágil.Sin embargo, las coincidencias terminan en el diagnóstico. En la mirada prospectiva lasdiferencias todavía están vigentes, aunque ya no hay dos bandos nítidos a favor o encontra de Cristina Kirchner. Internamente en las últimas semanas se produjeron undesflecamiento y un progresivo esfumado de las líneas divisorias. Todos hablan contodos y se percibe un estado de desordenada excitación.En todo caso, en un esfuerzo de clasificación, habría que hablar de “los cuatroperonismos”, parafraseando el concepto del historiador Alejandro Horowicz. El primerosería el “institucionalista renovador”, que tiene a Urtubey, Pichetto y Schiaretti comoreferentes. Es el sector que habla más claramente de no acordar con el kirchnerismo yque rescata ciertos modos republicanos de Macri. El gobernador salteño, el de mayoresaspiraciones en ese grupo, expone una lógica parecida a la de Marcos Peña y JaimeDurán Barba. “El sistema de representación política está en crisis y por eso la demandade la gente va a ordenar la oferta electoral, no al revés. Se acabó el verticalismo, elmundo es mucho menos autoritario”, reflexiona Urtubey. En su entorno exhiben unaencuesta de Isonomía según la cual Macri mide 31 puntos, Cristina 22, Massa 14 y él 9.Según ellos, estos números marcarían que hay vida detrás de la polarización.El dato más significativo es el sutil despegue de Massa, quien adoptó un discursoabiertamente opositor basado en una premisa básica que le aporta el consultor HugoHaime: el 70% está en contra del Gobierno. Por eso en las últimas semanas se cuida másde no embestir contra el kirchnerismo, porque piensa que en algún momento puede serun electorado a cautivar. Para evitar suspicacias de alianzas, esta semana ensayaba unafrase que repetirá desde ahora: “Cuando yo enfrenté a Cristina, los que hoy gobiernanestaban debajo de la cama”.

Sin embargo, Urtubey y Pichetto tomaron nota de sudiferenciación y arman un nuevo encuentro para el miércoles, donde además de loscuatro “alternativos” estarán invitados Bordet, Peppo, Rosanna Bertone, Mario Arcioniy Hugo Passalacqua, entre otros gobernadores. Massa aseguró presencia, aunqueentiende que no debe quedarse atado a ese grupo. Como señala el consultor FedericoAurelio, “los pocos esfuerzos de diferenciación del PJ alternativo no tuvieron resultadoen las encuestas. Macri y Cristina dominan la escena más por la negativa al otro que porla positiva. Las otras opciones están en la nebulosa. Massa sigue siendo el tercero, peroaún lejos”.

Por eso el tigrense no quiere quedarse encapsulado.El tercer y el cuarto peronismo pertenecen al hemisferio filokirchnerista. Uno, el”unionismo revisionista”, plantea una mirada aperturista hacia otras fracciones, perodesde el reconocimiento del liderazgo político de Cristina. Orbitan allí figuras comoAgustín Rossi y Felipe Solá, que están expectantes para saber si la expresidentafinalmente será candidata. Conversan mucho con el massismo, pero no tienen paraofrecerles un acuerdo tentador, excepto que Cristina se baje. También está cerca AlbertoFernández, que se ha transformado en un puente con protagonistas que habían sidoapartados del círculo áulico, como el caso de Guillermo Nielsen, quien se reunió hacepocos días con Cristina para darle su opinión económica. Reina en estos encuentroscierto déjà vu del nestorismo original. “Cristina tomó nota de lo que le pasó; sabe que nopuede encerrarse, escucha mucho más”, asegura uno de sus interlocutores. Para ellos, laclave está en encontrar una propuesta superadora del pasado. “El peor escenario para elelectorado es que tengan que elegir entre los que están ahora y los que estaban antes. Nopodemos ganar por defecto. Debemos tener una mirada de futuro”, propone Rossi,quien ve una discusión electoral basada en la dicotomía economía versus corrupción. Eneste sector están dispuestos a condenar los bolsos de José López, pero no a admitir loscuadernos de Oscar Centeno. El tema judicial es divisivo.Pero en el entorno de Cristina sigue teniendo peso el “kirchnerismo puro”, el núcleo deLa Cámpora y Nuevo Encuentro que hace pocas semanas emitió un documento en el quepropuso una reforma constitucional y una “democracia participativa”. Impera allí unavoluntad de retomar y profundizar el camino de los últimos años de Cristina, los másradicalizados. Curiosamente, no está Máximo tan convencido de este camino, pero dejahacer para mantener latente la militancia.En medio de todas estas vertientes, los gobernadores e intendentes con responsabilidadde administración y con necesidad de revalidar el año próximo, oscilan y especulan.Cada uno mira su territorio. Allí abajo hay cientos de peronismos distintos.En una charla informal hace un mes, Macri les dijo a sus interlocutores: “No es mi tareaser responsable de que el PJ construya una alternativa. Bastante tengo con Cambiemos”.Es cierto. Pero quizá deberá interpretar que el modo de relación con el peronismo acabade cambiar. Hay un nuevo escenario que no le será indiferente.

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