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Domingo, 18 de agosto de 2019

El peronismo busca ahora quedarse con Trump (elecciones en Entre Ríos)

El peronismo busca ahora quedarse con Trump (elecciones en Entre Ríos)

Sergio Massa junta tapitas para recompensar el indulto quele dieron en el Instituto Patria. Para eso partió el jueves hacia los EstadosUnidos. El objetivo de superficie es entrevistarse con fondos de inversión quequieren conocer el pensamiento del frente que ganó la PASO y, en todo caso,asegurar que la oposición no echará nafta al fuego. El propósito real esretomar sus relaciones con Rudy Giuliani, socio de él en emprendimientos denegocios que nunca cortó, pero que es además uno de los políticos másinfluyentes sobre Donald Trump. ¿Qué tal si ahora el peronismo embalado por elresultado del domingo se pone en el medio de las relaciones entre el presidenteamericano y el amigo criollo, hasta ahora Mauricio Macri? ¿Qué tal si eseeslabón se ofrece como garantía ante el gobierno de Washington, valedor del apoyodel FMI al programa económico? La agenda de Massa contiene encuentros coninversores que le han armado varios de sus asesores, como Martín Redrado,Javier Timerman o Diego Bossio. No es difícil imaginar las casillas que ganaríaSergio en los cuarteles del Patria si trae ese botín. El ingenio del hombrepara estas picardías es inagotable, a veces más allá de la prudencia. Pero nole ha ido mal. El Gobierno se enteró, en pleno Gabinete del miércoles, y quedópreocupado por ese viaje. El ministro agrícola, Luis Etchevehere, contó quehabía mantenido un diálogo con Massa de auto a auto en un semáforo y le habíadicho que iba a viajar a los Estados Unidos. No es seguro que le haya dicho queiba a tranquilizar los mercados, que ese día volaban. Incansable, Massa preparapara antes de fin de mes un acto de relanzamiento de su Frente Renovador enRosario. Este sello integra el Frente de Todos y aspira a tomarle la delanteraa los otros. La organización es responsabilidad de Bossio, que sigue actuandocomo jefe de campaña, y arma el interior para el frente opositor, en donde elmassismo tiene candidatos.

Para el Gurú, las PASO fueron un terremoto

?Elgurú se defiende. Jaime Durán Barba partió a los Estados Unidos, pero dejó lasprescripciones autocríticas pos-elecciones. Las calificó, y es todo undiagnóstico, de “terremoto”. El escrito “Después del terremoto” circuladiscretamente en la cadena de funcionarios de la crema de Olivos, y dejaconsejos para remontar el resultado a un gobierno que por momento se enciendede entusiasmo, y en otros recae en el pesimismo. El ecuatoriano se suma –concierta ingenuidad tardía– a lo que todos saben desde hace rato, que lasencuestas son hoy una herramienta insuficiente para predecir resultados.Chocolate por la noticia. Da que pensar esa reflexión del perito en urnas,porque se suponía que él administraba otro kiosco más rentable, la escucha dela conversación de la sociedad por las redes. Parecía ser que eso era uninstrumento infalible que ponía al Gobierno en superioridad de condiciones.Ahora dice que el error del domingo pasado se suma a los fiascos en el Brexit,el plebiscito colombiano por la paz con las Farc, la elección de López Obradoren México, la de Trump en EE.UU. Estos argumentos los expuso antes de viajarante un grupo de embajadores extranjeros, a quienes el Gobierno quiso daralguna explicación de por qué había consentido pronósticos que le hicieronperder millonadas a empresas y bancos, que pagaron encuestas y se timbearonmal. Ahora perdieron millones por caída de sus acciones.

¿Qué hacer?

Más sugerentes son los consejos que dejó para dar vuelta loque muchos creen es un imposible: 1) promover una segunda vuelta sin impedirque las terceras fuerzas participen de la primera. Es un dictamen que apoyóPatricia Bullrich en el último Gabinete, contra la opinión del resto. Cree, porcaso, que el voto Gómez Centurión, antiabortista, se alimenta de un electoradoque por razones de clase no va en primera vuelta a Macri; 2) trabajar para quelos Fernández bajen 4/5 puntos; 3) no modificar el Gabinete. “Una crisis deGabinete no tiene sentido”, dice. Coincide con Carrió, que le dijo a Macri enel CCK que no debe tocarlo, y menos a Marcos Peña. De paso, Lilita le reprochóa Macri en ese stand-up, que hubiera quebrado la cábala de invitarla a almorzara Los Abrojos el día de la elección. Saben que la presión por los cambios vienede la oposición, que quiere hacer tambalear más al Gobierno, y que tiene eco enuna climatología adversa en los medios audiovisuales que ya busca adaptarse alresultado; 4) olvidarse de los argumentos sobre la inserción en el mundo: “Pormomentos parecemos extranjeros –dice Durán Barba– para mucha gente pocoinformada, con un horizonte local”. Lo que ha faltado, explica casi con ironía,”no es la inserción en el mundo, ni el FMI, ni el G20. Es la economía”.Concluye que en el terremoto, “la mayoría votó rechazando el manejo económicodel Gobierno, que tiene que ver con la vida cotidiana”. En sintonía, MiguelPichetto lanzó en su discurso del CCK: “Hay que tomar todas las medidasnecesarias para ganar”. Las que emprendió ahora Macri son las que él, Carrió ylos radicales había reclamado ya en junio. Sweet and lowdown (dulce ymelancólico): si las medidas eran buenas, ¿por qué no se tomaron antes? Latarea de Durán Barba es cuestionada por muchos funcionarios que esperaban quelas indicaciones estratégicas las diera antes de las PASO y no ahora. Eldesprestigio del asesor lo compromete a Marcos Peña.

El Gobierno tuvo en junio encuestas de 15 puntos abajo

Ahora se sabe que cuando dirigentes del interior visitabanal jefe de Gabinete alarmados por encuestas propias, que daban a Macri muy pordebajo de los Fernández, él les respondía que no debían preocuparse porque lasituación estaba bajo control. Esta trama señala un problema grave, porquetampoco un gobierno ni un partido pueden confiar tanto en las encuestas parasus acciones. Y menos negar la crudeza de los números cuando son negativos parasu proyecto. Afecta la inteligencia del problema, lleva a un mal diagnóstico yno permite soluciones plausibles. Tampoco sirve hacerse trampa jugando alsolitario. La realidad es que el Gobierno transmitió pronósticos de empate enlas horas previas a las PASO, que no se cumplieron. Lo que en cambio sí secumplió fue el pronóstico que en junio tuvo el Gobierno de una caída drásticadel prestigio de la candidatura de Macri, que llegaba a los 15 puntos, casi elresultado de las PASO. Al conocer ese número es que Macri escuchó el consejo desu entorno, de ofrecerle la candidatura a vicepresidente de Miguel Pichetto.Funcionó, porque aumentó los votos de 2015, y amortiguó la unificación delperonismo.

Corregir el diagnóstico: Macri sacó más votos que en 2015

La desinteligencia del problema permeó las apariciones deMacri, quien consintió la idea de que el electorado lo había abandonado;también instaló percepciones opuestas y fantasiosas, ya que nunca Cambiemos leiba a ganar al peronismo, aunque no hubiera ido unido, porque el oficialismo esuna formación de minoría. A un partido de minoría no se le pueden pedirresultados de mayoría. El oficialismo lagrimeó por algo que sabía iba aocurrir, aunque con otra música. Un error de lectura, porque en las PASO deldomingo el Gobierno sacó dos puntos más que en las PASO de 2015, y aumentó casiun millón de votos, de 30% a 32,81%, de 6.791.342 a 7.824.496. Los Fernández,en cambio, sacaron 47,66% más de diez puntos menos de lo que habían obtenido,sumados, en 2015 Daniel Scioli y Sergio Massa, que sumaron 59,24%. Estodesmiente el espejismo de que el voto de Macri le fue infiel, o que le sacaronel respaldo, como se quejó en el CCK, influido por argumentos desenfocados deMaría Eugenia Vidal, que había escuchado en la cena de autocrítica del lunes enOlivos. Lecciones para retener de esta elección: 1) que peronismo y oficialismomantuvieron la fidelidad de su público, en un país de voto muy estable; 2) queno hay campaña que modifique una buena estrategia. En este punto acertó elperonismo, que se reunificó, haciendo estos esfuerzos descomunales quefructificaron en la victoria del domingo: 1) apartó a Cristina la-que-mide-pero-divideen la fórmula; 2) hizo lo mismo con caciques territoriales como Magario yEspinoza; 3) retiró a los gobernadores peronistas de candidaturaspresidenciales, para no crear liderazgos por adelantado; 4) indultó a AlbertoFernández y a Sergio Massa, otro réprobo del peronismo bonaerense, que fogoneóleyes anticristinistas como extinción de dominio y arrepentido, imaginadas porel oficialismo y él mismo para arrinconar a la ex presidente y su entorno.Logró amortiguar disidencias de liderazgo y de programa. Con esto logró,además, herir al oficialismo en su principal activo, que era el dominioterritorial en los grandes distritos. Ese fue el éxito estratégico delperonismo.

Objetivos dispersos: de dónde sacar votos

El Gobierno dedica este fin de semana largo al recuento dedaños y a refinar alguna estrategia de reacción para mostrarse en control de lasituación, que es la clave para soñar con una reversión de resultados. Si no lologra puede perder la ventaja de haber aumentado el voto de 2015. Se basa en elreconocimiento de que su voto le ha sido fiel, que en octubre votarán 800.000extranjeros, padrón que no participa de las PASO, que puede aumentar lacantidad de votantes, que el domingo fue del 75,78%. En 2015 había votado el78,94%. Ese número aumentó al 81,07%, cerca de dos millones más, en la primeravuelta. La leyenda hermenéutica del oficialismo dice que la mejoría deCambiemos en octubre de ese año se alimentó de ese aumento. La cantera puedeaumentar con votos que fueron a terceras fuerzas, y pueden recuperar el frenteoficialista. Un objetivo más que complejo frente al del peronismo, al que lebasta con mantener el número del domingo para ganar en primera vuelta. Lacondición es no cometer errores como el de Alberto de declararse abortista; se jugóen un debate que divide de manera transversal a todos. También debe evitar sermirado como un incendiario, algo que entendió a las 48 de las PASO. En eloficialismo presumen que el porcentaje de los Fernández es la resultante desumar el peronismo cristinista a otros peronismos que han sido disidentes, comosuele ocurrir en una ley de lemas. Esos votos forman un segmento que es elobjetivo de un ala de la campaña que diseñan en el oficialismo, con elprotagonismo de Pichetto. Es la campaña bífida: radicales, Pro y Coalicióntienen que mantener el voto fiel del domingo; Pichetto y los peronistas tienenque ocuparse de intentar en llevarse votos de los ganadores de las PASO, algomuy difícil en el país del voto estable. El desacierto estratégico del Gobiernofue no revisar la doctrina de 2015, que el desprestigio de Cristina hundiríapor años al peronismo de cualquier chance de volver al poder. Debió hacerlo conlos resultados de las elecciones legislativas de 2017, cuando ganaron losperonismos más cristinistas en las provincias. Los gobernadores más amigos delGobierno no tuvieron buenos resultados. En esas elecciones perdieron losperonismos moderados en Buenos Aires, Córdoba, Chaco, Entre Ríos, La Rioja ySalta. El cristinismo rabioso ganó en San Juan, San Luis, Santiago del Estero,Tucumán. Fue una advertencia sobre la vulnerabilidad del dominio territorial.Lo confirmaron las elecciones de este año. Antes del domingo, Cambiemos yahabía perdido cuatro ciudades, y tambaleó la identificación con la burguesía delas grandes ciudades: Córdoba, Santa Fe, Paraná, Santa Rosa. En el oficialismohay críticas a esa ingenuidad de no revisar el paradigma de 2015, basado sobrela contradicción gobierno-cristinismo y confiar en la polarización extrema.

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