Lunes, 20 de octubre de 2025   |   Internacionales

El otro golpe al Louvre: la ausencia de la Mona Lisa 24 horas expone el silencio institucional

El robo silencioso de la obra maestra de Leonardo da Vinci expuso las carencias de seguridad del museo francés, provocó una ola de escándalos y consolidó el mito mundial del cuadro más famoso del mundo
El otro golpe al Louvre: la ausencia de la Mona Lisa 24 horas expone el silencio institucional

Antes del espectacular robo ocurrido el último fin de semana —cuando un equipo comando saqueó en menos de siete minutos una colección de Joyas de la Corona Francesa en el Louvre— el museo ya había sido escenario de otro gran golpe: el asombroso robo que catapultó a la Mona Lisa a la fama mundial.

El 22 de agosto de 1911, el cuadro más famoso del mundo, la “Gioconda” de Leonardo da Vinci, desapareció sin dejar rastro de una de las salas más vigiladas de París. No obstante, la ausencia de la Mona Lisa pasó desapercibida durante más de 24 horas.

El hallazgo de la desaparición se produjo en una mañana aparentemente rutinaria. Louis Béroud, pintor habitual del Louvre, y el grabador Frédéric Laguillermie acudieron al Salón Carré con la intención de copiar la obra maestra de da Vinci. Al llegar, se toparon con un vacío inquietante en el lugar donde solía colgar la Gioconda.

El personal del museo pensó en un primer momento que la pintura había sido trasladada al taller fotográfico Braun & Cie para su reproducción, pero pronto se comprobó que no estaba allí. Únicamente el marco y el cristal protector aparecieron abandonados en una escalera que conducía a la Cour Visconti, según detallaron Sortiraparis y Paris Secret.

La alarma se propagó con rapidez y, en apenas unas horas, la noticia del robo recorrió todo París.

La investigación policial se inició de inmediato. Cerca de 60 detectives, bajo la dirección del inspector jefe Octave Hamard, se desplegaron por el museo, mientras la Sûreté Parisienne tomó las huellas dactilares de 257 empleados para compararlas con la encontrada en el marco y el cristal, una labor pionera en la época, según destacó Sortiraparis.

El criminólogo Alphonse Bertillon, considerado el padre de la identificación criminal, dirigió el análisis de la escena. No obstante, la comparación de huellas no arrojó resultados y la policía —convencida de que el ladrón no había actuado solo— comenzó a buscar una red internacional de traficantes, según TF1 Info.

El escándalo llegó a las más altas esferas del museo. Théophile Homolle, director del Louvre, fue forzado a dimitir ante la presión mediática y las críticas por la falta de seguridad.

Georges Bénédite, conservador de antigüedades egipcias, reconoció en declaraciones recogidas por Yahoo News France que el personal era insuficiente para vigilar adecuadamente las salas: “Disponemos de 120 a 130 hombres, pero las bajas por enfermedad, vacaciones y obligaciones militares reducen ese número en un tercio. Es notoriamente insuficiente”.

La investigación también apuntó a figuras del mundo artístico y literario. El poeta Guillaume Apollinaire fue encarcelado durante varios días, acusado de complicidad por su relación con Géry Pieret, quien había robado estatuillas del museo y vendido algunas a Pablo Picasso. El pintor español fue interrogado, aunque ambos terminaron absueltos.

Durante los dos años siguientes, la desaparición de la Gioconda se transformó en un misterio que alimentó teorías y especulaciones. La prensa internacional siguió cada pista, mientras la Société des Amis du Louvre ofrecía una recompensa de 25.000 francos y la revista L’Illustration duplicaba la suma para quien devolviera la obra, según Sortiraparis.

Se cerraron fronteras, se inspeccionaron trenes y barcos, pero la pintura no aparecía. Como subrayó Paris Secret, el mito de la Mona Lisa se reforzó, y su ausencia solo incrementó la fascinación mundial por su enigmática sonrisa.

El robo, que mantuvo en vilo a Francia durante dos años y acaparó la atención internacional, marcó para siempre la historia del arte y la seguridad en los museos. La prensa expresó el estupor general con titulares como “¡Han robado la Gioconda!”, relató Le Parisien. Más de un siglo después, el eco de aquel escándalo perdura, especialmente tras el reciente robo de joyas napoleónicas en el mismo museo.

El giro decisivo se produjo en diciembre de 1913. Alfredo Geri, anticuario florentino, recibió la oferta de un hombre que, bajo el nombre de Leonardi, intentaba venderle la Gioconda por 500.000 liras. Geri y Giovanni Poggi, director de los Uffizi, alertaron a los Carabinieri, que detuvieron al vendedor en un hotel de Florencia.

El ladrón resultó ser Vincenzo Peruggia, un vidriero italiano que había trabajado en el Louvre y conocía perfectamente sus pasillos. En la noche del 21 de agosto de 1911, Peruggia —exempleado del museo— había instalado precisamente esas vitrinas protectoras, lo que le permitió conocer de primera mano la disposición del Louvre y sus fallas de seguridad​.

Vestido con una bata blanca de operario, ingresó al museo en la madrugada de aquel lunes, día en que el recinto permanecía cerrado por mantenimiento​.

Para ejecutar el robo, se ocultó en un armario junto con dos cómplices, los hermanos Vincenzo y Michele Lancelotti​. Al caer la noche salieron de su escondite, se dirigieron al Salón Carré y descolgaron la Mona Lisa sin dificultad. Retiraron el vidrio protector, desmontaron el marco y ocultaron la pintura bajo la ropa de Peruggia, que luego salió del museo sin ser detenido​.

Durante el interrogatorio, explicó su motivación: “A menudo, cuando trabajaba en el Louvre, me paraba delante del cuadro de da Vinci, y me sentía humillado de verlo así en tierra extranjera. Robarlo era muy sencillo. Solo tenía que elegir el momento adecuado… Nadie me vio, nadie sospechó de mí”.

Peruggia sostuvo durante el juicio que su acto respondía a un sentimiento patriótico, con la intención de devolver la obra a Italia. El proceso se celebró en ese país, donde el tribunal, influido por la simpatía popular hacia su causa, le impuso una condena de un año y quince días de prisión, posteriormente reducida a siete meses, según informaron Sortiraparis y TF1 Info.

La Gioconda realizó una breve gira por Italia antes de regresar triunfalmente al Louvre el 4 de enero de 1914, donde desde entonces permanece bajo estrictas medidas de seguridad.

El impacto de aquel robo trascendió la anécdota policial: evidenció las graves carencias en la protección de las obras de arte y motivó una profunda revisión de los sistemas de seguridad en museos de todo el mundo.

La popularidad de la Mona Lisa se disparó y su leyenda se consolidó hasta convertirla en el ícono universal que es hoy. A pesar de los avances tecnológicos y de las medidas reforzadas, el Louvre volvió a ser escenario de robos espectaculares, como el reciente saqueo de joyas, lo que demuestra que la tensión entre la admiración por el arte y la necesidad de protegerlo sigue siendo un desafío permanente, tal como remarcaron TF1 Info y Yahoo News France.

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