
Una nueva y desafiante ecuación se presenta al planificar la actual campaña agrícola. Sin embargo, quiero resaltar cómo el equipo económico ha logrado sacar a nuestro país de una casi inevitable hiperinflación que se vislumbraba tras el último gobierno kirchnerista.
La desorganización de la administración Fernández llevaba a un desenlace que parecía irreversible. Hoy, las variables comienzan a transitar un lento pero positivo camino. El gran esfuerzo y la capacidad de quienes dirigen la economía en estas circunstancias demuestran que es posible cambiar la historia marcada por tantos fracasos.
La era de las irresponsables “tasas de interés negativas”, acompañadas por fluctuaciones cambiarias que licuaban deudas, ya pertenece a un recuerdo vertiginoso que dilapidó recursos del Estado. Asimismo, los artificios del “dólar soja”, que pretendían acelerar la venta bajo la amenaza de mayores impuestos, o bien “premiar” temporalmente a quienes se desprendieran de soja o maíz con un precio superior, parecen haber llegado a su fin. Estos fueron inventos nacidos del apuro de las autoridades para que los productores vendieran rápidamente y “liquidaran la cosecha” en busca de los tan esperados “dólares del campo”.
Javier Milei anunció una rebaja permanente de las retenciones tras un esquema temporalManuel Cortina
Después de un (quiero creer) último intento de “rebaja temporal de retenciones”, con objetivos similares a los de Sergio Massa, parece que han concluido estos intentos que no conducen a nada, salvo a empañar los mercados.
De todas maneras, las ansias y la voracidad del gobierno no cambian. Las autoridades han anunciado una “rebaja permanente” (siempre susceptible de reversión mediante DNU) de los DEX a niveles que aparentemente permanecerán fijos por tiempo indefinido, y “cuando se pueda” (una afirmación laberíntica, atemporal y enigmática), se reconsiderarán a la baja nuevamente.
Nada tendría un impacto más positivo que un fuerte cambio en las expectativas, con un horizonte de disminución de DEX hasta su eliminación. Los mercados a futuro se encargarán de capitalizar esas mejoras y trasladarlas al precio del productor.
Sin embargo, hoy esa esperanza no es más que un espejismo. Frente a sí, un productor se encuentra ante un callejón sin salida para los resultados agrícolas futuros, donde la mayoría de los costos están en niveles internacionales o incluso superiores, mientras que los ingresos, debido a los DEX (Retenciones), son muy inferiores a los que perciben los agricultores de otros países competidores.
Solo queda la esperanza de que, antes de algún evento, las autoridades actuales sientan que no pueden presentarse con las manos vacías, y así, desde un balcón, anuncien que se aflojará un poco la soga. Tal como ocurrió recientemente en Palermo.
Del Solar: “Nada seria de mayor impacto positivo que existiese un fuerte cambio de expectativas con un horizonte de baja DEX hasta su eliminación”Archivo
La responsabilidad de mantener el equilibrio fiscal parece ser una carga que, inevitablemente, recaerá con mayor peso sobre la soja. Quizás por costumbre, por la facilidad de cobro en el puerto, porque los chacareros resignados ya asumen esta carga, o por la creencia de que existe un yacimiento inagotable de soja, pero sobre todo porque otros sectores de la economía (algunos también exportadores, como la energía o la minería) logran presentar explicaciones que demuestran ser “distintos”.
Estos sectores, o están exentos de DEX, o bien tienen alícuotas mucho menores, o fórmulas de cálculo (a veces absurdas) menos gravosas que las de los productos agrícolas. Evidentemente, para los libertarios, algunos sectores son más iguales que otros en la aplicación de los DEX sobre productos exportables. En general, en los despachos oficiales, la agricultura suele llevar las de perder, salvo en casos de cultivos particulares como el maní, que accede por una puerta distinta y, desde ya, mucho más exitosa.
Lo mismo ocurre con la industria aceitera, que casi siempre se las arregla para conseguir en los despachos oficiales un menor alícuota de DEX para el aceite y sus subproductos en relación al poroto de soja. El sacrosanto relato del “valor agregado” que ayuda a transferir recursos del interior agrícola a un puñado de empresas aceiteras.
Hoy, en esta era libertaria, esa prebenda sigue vigente. En el campo, ante esta situación, es crucial realizar varios cambios para poder enfrentar la próxima campaña. Si se empieza a construir una mochila de deuda con proyecciones exponenciales debido a tasas de interés de dos dígitos en dólares, y con resultados proyectados casi neutros o de pérdidas, sumado al habitual riesgo climático, podríamos estar ingresando en un periodo peligroso para las empresas agrícolas.
Un par de años de resultados magros o negativos, alimentados por altas tasas de interés, tienen un correlato ya conocido a corto plazo. La música ha cambiado, pero muchos acordes y ritmos son familiares. Estos ritmos pueden acelerarse si las decisiones de los productores no logran interpretar a tiempo dónde estamos danzando. Y lo más complicado, intentar seguir a un director de orquesta de espaldas, con movimientos inesperados y bruscos.
El autor es productor agropecuario; fue jefe de Gabinete de Agricultura durante el gobierno de Mauricio Macri.