Sábado, 1 de noviembre de 2025   |   Campo

El maíz requiere políticas y planes para impulsar el despegue necesario

El maíz requiere políticas y planes para impulsar el despegue necesario

El sector agropecuario argentino ha demostrado una y otra vez su capacidad para producir, innovar y generar valor, incluso en los contextos más adversos. En el último año, desde Maizar trabajamos intensamente en múltiples frentes: impulsamos una nueva ley de biocombustibles que aumente su uso en el país; consolidamos la Red Nacional de Monitoreo de Dalbulus maidis, que fue clave para el manejo de la plaga conocida como “chicharrita”; realizamos ensayos de maíz bajo riego en la Patagonia para ampliar la frontera productiva; y creamos estándares de comercialización para el sorgo. Además, con el objetivo de aprender y potenciar el desarrollo de la cadena maicera y de la agroindustria en general, participamos en congresos nacionales y en foros internacionales.

En particular, buscamos incidir positivamente en políticas públicas a través del Consejo Agroindustrial Argentino; la Fundación Barbechando, junto con el Espacio Legislativo Interpartidario del Agro (ELIA); la Red de Buenas Prácticas Agrícolas (BPA); la Alianza Internacional del Maíz (Maizall); la Coalición Panamericana de Biocombustibles Líquidos; el Grupo de Países Productores del Sur (GPS); la Segunda Cumbre Sudamericana AgroGlobal; y el lanzamiento del Espacio Parlamentario Agroindustrial Sudamericano, entre otras iniciativas.

¿Por qué tanto esfuerzo de articulación institucional? Porque tomamos como referencia el exitoso ejemplo de Brasil, que en lo que va de este siglo se consolidó como potencia agroindustrial. No lo logró sólo por su capacidad productiva, sino porque comprendió algo esencial: el crecimiento no surge de acciones aisladas, sino de la coordinación público-privada con un rumbo claro.

El caso más elocuente del trabajo del agro brasileño es el Instituto Pensar Agropecuária (IPA), que convoca a todo el sector a discutir internamente, consensuar y definir un plan estratégico para su país. De ahí sale un mensaje unificado hacia los políticos, que se transforma en leyes, medidas y acciones coherentes con un horizonte común. El resultado es notable: año tras año aumentan la producción, el valor agregado, la infraestructura, el uso de biotecnología, la conectividad, la eficiencia de puertos y la competitividad.

El crecimiento productivo de Brasil es un ejemplo a imitar. MARCOS ALVES/GEttyMarcos Alves – Moment RF

En Argentina, en cambio, existe una tendencia a la fragmentación, que constituye uno de nuestros mayores déficits. Las diferencias de enfoque y las distintas lógicas institucionales hacen que cada sector impulse su propia agenda —legítima— pero sin una visión compartida. Así, a la política llegan mensajes confusos, contradictorios y, en muchos casos, de escasa repercusión.

El resultado es la acumulación de medidas inconexas y la ausencia de políticas coordinadas para la agroindustria en el marco de una estrategia de desarrollo nacional. Aún más preocupante, con frecuencia se percibe al sector como una caja para recaudar. Hace poco, un ejecutivo de una de las principales empresas agroalimentarias argentinas, cuyos productos llegan a todo el mundo, dijo: “Aquí, muchas veces, al generar valor, terminamos perdiéndolo”. Increíblemente, es cierto: los impuestos municipales y provinciales, los sobrecostos logísticos y la falta de previsibilidad hacen que transformar productos primarios no siempre signifique mayores ingresos, sino, muchas veces, pérdidas. Algo inaudito en otros países.

El etanol de maíz es uno de los biocombustibles más eficientes. Diego Lima – LA NACION

Es imprescindible abandonar el individualismo. Necesitamos un plan estratégico nacional para el agro argentino que marque un rumbo a largo plazo, alinee a los actores y le proporcione a los políticos un mensaje claro y unitario. No se trata de renunciar a la diversidad de miradas, sino de construir unidad en los objetivos.

El gobierno actual, fortalecido por el resultado de las elecciones legislativas del domingo pasado, pretende llevar adelante reformas estructurales. ¿Qué plan le propone la agroindustria al Gobierno? Estamos ante una oportunidad histórica para que el agro deje de reaccionar y pase a proponer. Pero para lograrlo es necesario ordenar la casa, unirse y presentar un proyecto consensuado y potente.

Brasil demuestra que la articulación entre producción y política fortalece e impulsa al sector. En Argentina también es posible, si somos capaces de forjar acuerdos que trasciendan personas y coyunturas.

No hay tiempo que perder: cada vez será más difícil competir. Nuestros países vecinos continúan creciendo y cuentan con más energía, más servicios, mayor conectividad, mejor infraestructura logística y un uso creciente de biotecnología; en definitiva, son cada vez más competitivos. Es momento de avanzar y dejar de quedarse mirando. El maíz tardío nos convoca a ello.

El futuro no llega por sí solo; se construye, y solo será promisorio si el agro argentino fija un rumbo común, basado en diálogo, coherencia y generosidad institucional.

El autor es presidente de la Asociación Maíz y Sorgo Argentino (Maizar)

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