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Domingo, 24 de junio de 2018

El hilo católico de la objeción (un caso de Entre Ríos)

El hilo católico de la objeción (un caso de Entre Ríos)

Es cuestión de seguir el hilo: cuando todavía en el Vaticanomandaba Juan Pablo II, el entonces cardenal Joseph Ratzinger estuvo al comandode una comisión que redactó el nuevo Catecismo, que luego presentó el mismoRatzinger en su encarnación como Benedicto XVI y que todavía está vigente ysuele asomar cada vez que Francisco reitera su “hagan lío”. La recurrencia a la”objeción de conciencia” es una de las herramientas a las que la jerarquíacatólica impulsa a sus fieles a la hora de impugnar el avance cotidiano dederechos y la diversidad en todo el mundo. Detrás de la noción amplia deobjeción de conciencia (que, en realidad, nació en tanto recurso libertario deindividuos frente a obligaciones impuestas por los Estados, como laparticipación en conflictos bélicos), se encuentra la idea vaticana de”desobediencia civil”, convertida en obstáculo para la aplicación de leyes yejercicio de derechos.

En 2010, en Argentina, luego de sancionada y promulgada laley de matrimonio igualitario, durante algunos meses se multiplicaron, aunqueno en demasía, los casos de juezas y jueces de paz que intentaban abstenerse deaplicar la norma, alegando razones de violencia moral. En La Pampa, la juezaMarta Covella, de General Pico, había avisado públicamente que no casaríaparejas del mismo sexo porque “la Biblia me enseña que primero tengo queobedecer la ley de Dios y después las de los hombres” y esas parejas son “unacosa mala delante de los ojos de Dios; me crié leyendo la Biblia y sé lo queDios piensa”. En San Juan, una ONG antiderechos, Compromiso por la familia, sehabía reunido con el entonces gobernador José Luis Gioja para contarle lo quehizo luego: presentar en la cámara provincial un proyecto de ley de objeción deconciencia.

En la misma provincia, la encargada del registro en elBarrio Los Pinos (Chimbas), Angela de Herrero, afirmó que con la sanción delmatrimonio igualitario “se nos ha complicado el trabajo”, por la tensión entreel imperio de la ley y el peso de los deseos personales. Su decisión, dijo entonces,era no casar a parejas integradas por personas del mismo sexo, aunque decíaestar al tanto de que por ello “podría recibir sanciones”.

En Entre Ríos, el director del registro civil de Concordia,Alberto Arias, había explicado que aunque la ley de matrimonio no loestipulara, se podía aplicar objeción de conciencia en esas bodas. Funcionariopúblico y “abogado canónico” que representaba, entre otros, los intereses de lacatedral de Concordia y las Carmelitas Descalzas, como él mismo había contado,Arias había llegado a explicar que no casaría a una pareja de varones, pero sía Alfredo Astiz (solamente con una mujer). “¿Por qué no lo voy a casar al pobrehombre? Si no, no se puede rezar más el Padrenuestro, si no perdonamos nopodemos. ¿Hasta cuándo vamos a estar acusando?”

El mismo abogado retomó argumentos sostenidos por jerarcasde la Iglesia Católicas: ampliar el matrimonio civil fue “un error” porqueconstituye “una especie de igualitarismo que no corresponde”.

Por esos días, precisamente, espacios laicos y no tantovinculados a la Iglesia católica distribuían manuales para aducir objeción deconciencia, y alentaba a sus fieles a recurrir a ella ante la aplicación de lanueva ley. En España, en 2005, la aprobación del matrimonio igualitario habíadesatado una reacción idéntica.

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