
Mediante el decreto 617, a finales de agosto, el gobierno volvió a establecer una aplicación parcial de los impuestos a los combustibles líquidos (ICL) y al dióxido de carbono, práctica que ha mantenido a lo largo del año, con el fin de mitigar los efectos sobre los costos del transporte, la producción agropecuaria y los presupuestos de automovilistas y motoristas.
Con esta norma, el Ejecutivo incrementó en $11,2 por litro los tributos sobre las naftas y en $9,6 sobre el gasoil, buscando aliviar la presión sobre los precios en pleno período preelectoral.
Costo fiscal
El más reciente informe semanal de la consultora Economía y Energía, dirigida por el economista Nicolás Arceo, exdirector de Finanzas de YPF, estimó que la política oficial de postergar la actualización total de estos tributos supondrá una pérdida de recaudación de aproximadamente USD 177 millones por las ventas de naftas y gasoil en septiembre. En el acumulado de los primeros nueve meses del año, el Gobierno ha resignado por esta vía USD 1.786 millones de ingresos fiscales.
Según la normativa vigente, tanto el ICL como el impuesto sobre el dióxido de carbono (CO2, el principal “gas de efecto invernadero”, GEIs) deben actualizarse trimestralmente de acuerdo con la variación del Índice de Precios Minoristas (IPD), lo que implica aplicar la tasa de inflación minorista.
Sin embargo, el informe señala que, con el objetivo de evitar aumentos en el precio de los combustibles en surtidor, la actualización del monto impositivo ha sido pospuesta en numerosas ocasiones en los últimos años. De acuerdo a la normativa, a septiembre, el ICL sobre las naftas debería ser de $507 por litro, pero con la reciente actualización se fijó en $278 por litro.
El aumento parcial ha diferido el incremento pendiente hasta octubre. De hecho, como evidencian los gráficos del informe, a lo largo del año el gobierno ha acumulado un creciente retraso en la aplicación de ambos tributos. Según la normativa, para septiembre el ICL sobre las naftas debería ser de $507 por litro; sin embargo, con la reciente actualización se estableció en $278 por litro, lo que implica que, de corregirse ese retraso, la actualización en octubre debería ser de $229 por litro, algo que es dudoso que suceda. Un cálculo similar revela que, mientras que según la normativa los tributos sobre el gasoil deberían promediar $328 por litro, se han limitado a $208 por litro, lo que da lugar a un retraso de 120 pesos.
El informe aclara que los valores de los combustibles utilizados para el cálculo corresponden a los montos publicados por el Indec; sin embargo, dado que los biocombustibles y las ventas en la zona sur del país están exentos, el impacto promedio en los precios en surtidor a nivel nacional es un poco inferior al reportado: en el caso de las naftas, el aumento en septiembre promedió $8,8 por litro y para el gasoil el incremento fue de $8,4 por litro.
Mercados local e internacional
La reticencia oficial a actualizar completamente estos tributos se relaciona con la inflación y la percepción de los consumidores. En resumen, según el mismo informe de EyE, en los últimos 12 meses, los precios del petróleo y los combustibles líquidos han disminuido en el mercado internacional. El barril de crudo West Texas Intermediate (WTI), la referencia en EEUU, bajó un 17%, y el Brent, principal referencia del mercado local, cayó un 15,9%, en ambos casos en dólares. En contraposición, el precio promedio de la nafta súper en el mercado argentino aumentó un 32,6% en pesos.
El caso del gas es diferente, ya que varía según el “Hub” o centro concentrador en cuestión. El precio del fluido en el Henry Hub de EEUU aumentó un 48,7%, mientras que en el TTF, en Países Bajos, de referencia para el precio del gas en los países de la Unión Europea, cayó un 10,2%, debido a los altos inventarios del hidrocarburo. En el mismo período, en Argentina, el precio del gasoil grado 2 subió un 27,6% (con un promedio de $1.487 el litro) y el del grado 3 un 22,9%, alcanzando un promedio de $1.690 el litro.