
Los intentos de amortiguar el comienzo del año con algúncódigo de convivencia entre el oficialismo y la oposición chocan con lasnecesidades electorales. Salvo el proyecto para que a fines de marzo elCongreso haya aprobado una reforma del sistema para que las empresas puedanblanquear el aporte de dinero a las campañas –una necesidad de todos por lasequía que siguió al escándalo de los cuadernos–, lo demás es sólo rispidez.
Apenas se sentaron Rogelio Frigerio y Emilio Monzó en elcomedor de Miguel Pichetto el martes, los peronistas les afearon a losinvitados la firma del DNU de extinción de dominio: “Eso no es de nosotros – sedisculparon – es de la otra ala del Gobierno”. Es la primera vez que sereconoce en esos niveles la existencia de “alas” en la administración. La firmade ese decretazo fue una idea de Elisa Carrió, que se guardaron entre setiembrey febrero con dos objetivos: 1) impedir que el peronismo de Diputados dejasesin votos al proyecto de esa cámara y quedase convalidado el del Senado,considerado menos rígido y 2) arrinconar al peronismo, en plena campaña, parahacerlo aparecer como defensor de los malos de la película.
Ese DNU tiene nueva fecha de tratamiento en la bicameralesta semana, pero la oposición no tiene aún los votos para voltearlo. En elrepaso que hizo la mesa de temas conocidos, Pichetto les previno de lainconveniencia de presentar el proyecto de nuevo Código Penal. El senadorargumenta que una norma de esa importancia no tiene que discutirse en un añoelectoral, porque la búsqueda de votos desnaturaliza todo. Además, advirtiósonriendo, ese proyecto va a reabrir el debate sobre el aborto, porque tienecláusulas que los antiabortistas consideran permisivas. “Si ustedes quierenreabrir el tema, allá ustedes”, dijo Pichetto, que es uno de los proabortistasdel Senado.
Los representantes del oficialismo recordaron que hay dosproyectos laborales que no tienen rechazo frontal del peronismo: blanqueo delempleo en negro y agenda de control de los gastos de salud. Los peronistas dela mesa que eran, además de Pichetto, Rodolfo Urtubey y “Camau” Espínola,respondieron: Eso háblenlo con los sindicatos y vuelvan. En eso está DanteSica, fue la réplica. Para cerrar las rispideces, Pichetto defendió su proyectode declaración de una emergencia fiscal para las empresas, con retoque deintereses por mora y suspensión de juicios. “¿Ustedes quieren ser competitivoselectoralmente? Miren la situación de las pymes”, dijo el senador. Se quejó dela resolución de la AFIP del viernes anterior que había aumentado las multaspor mora.
A esa altura ya el Gobierno había hecho una promesa deretoque a la baja, pero la mesa no se apartó del argumento de Hacienda: 1) quelos empresarios se financien con la AFIP porque la tasa por mora sea más bajaque la financiera es una irregularidad que se puede entender, pero nojustificar; 2) la resolución se firmó después de que la tasa había bajado casi30 puntos, no cuando estaba más alta. Pero no se podía esperar más.Transmitieron la idea de que Nicolás Dujovne no admitirá que la resolución, queaumentó las tasas por deudas a la AFIP, se modifique. Con ese clima losenviados de Olivos ni tocaron otros costados quizás decorativos de lasrelaciones con el Congreso, como la demora en el envío del proyecto de ley dereforma de la Carta Orgánica del Banco Central. Una de las condiciones delacuerdo con el FMI es el envío de ese proyecto, aunque no su aprobación. Ese proyectoes en realidad una herencia de la era de Federico Sturzenegger, y endurece losrequisitos para la destitución del presidente de la entidad y le ponerestricciones al financiamiento al Tesoro, en los mismos términos que hoycumple el Gobierno, aun sin esa ley. Pero en el Congreso y con los peronistas,ni hablar del Banco Central, que tiene todos sus directores en comisión. HastaSturzenegger, el presidente tenía acuerdo. Pero el pliego de Guido Sandlerisestá en el limbo. El peronismo entiende que darle acuerdo por cinco años, enmedio de la crisis y sobre el final del Gobierno no es viable. Si Cambiemosgana las elecciones, recién revisarán este temperamento. El peronismo reclamaque por lo menos dos de los directores deberían representar a la oposición,pero en ese plano no hay atisbo de acuerdos.
La enfermedad del internismo asusta a todos
La mesa política del oficialismo no ha dejado de actuar enlos meses del receso, lo cual demuestra el formato de los partidos que lointegran: son formaciones que resuelven de abajo hacia arriba, a diferencia delmétodo caciquil que se generalizó en los últimos 20 años en todas tribus. Estelunes el grupo del Pro sesionará en los cuarteles de la calle Balcarce, paraatender las últimas costuritas en distritos de voto adelantado. Estarán MarcosPeña, Horacio Rodríguez Larreta, María Eugenia Vidal, Rogelio Frigerio,Humberto Schiavoni, Federico Salvai, Francisco Quintana y Fernando De Andreis,que sale cada día más de su rol de camarlengo –un secretario general de la presidencia–y ejerce en esas mesas el papel de transmisor del sentido común de Macri, conquien habla de política como no lo hacen otros. En mesas de este tipo suelenaparecer los portadores de sentido común, el rol que ha ejercido en algunosmomentos José Scioli en los armados de su hermano Daniel.
La mesa tendrá que escuchar los resultados de lasnegociaciones del fin de semana en Córdoba, porque cierra la inscripción parauna interna que nadie quiere, entre Mario Negri y Ramón Mestre, por lagobernación. Peña y Frigerio atendieron en persona a Mestre y a Nicolás Massot,bastonero del Pro, en ese esfuerzo por impedir una interna. Estasconfrontaciones son hoy, en la Argentina de los políticos débiles, unaexperiencia venenosa. Lo demuestra el caso en 2015 del PJ de Buenos Aires,cuando la confrontación entre Julián Domínguez y Aníbal Fernández por lacandidatura a la gobernación dinamitó las chances del peronismo de ganar esecargo, y el efecto se arrastró a la derrota nacional. En la Argentina el que pierdeuna interna se pone furioso, y se pasa a la oposición más destructiva.
El viaje a la India, iniciático para dos diputados
En el oficialismo siguen de cerca la suerte de la oposiciónen varias provincias, en donde el cristinismo puede armar candidaturas quedebiliten a gobernadores y mejoren las chances de Cambiemos. Esperaban queocurriese eso en Entre Ríos, pero el gobernador Gustavo Bordet se abrazó a esoscontradictores internos, para mejorar su posición hacia una reelección. ACambiemos le conviene que el cristinismo presente listas propias en otrasprovincias en las que sueña con ganar, como Misiones o Chaco, adonde persistela división en el peronismo.
La orden del Instituto Patria fue hace casi un año, que suspersoneros en las provincias debían evitar romper a los peronismos locales.Pero esa idea va, muchas veces, contra el proyecto de cristinistas queprefieren perder en 2019, pero consolidar posiciones para 2023. Aunque estaráLarreta, no hablarán de la Capital, en donde hay un nonato Cambiemos que selimita hoy al Pro y a la Coalición.
Martín Lousteau partió el jueves por la noche junto a EmilioMonzó rumbo a la India, en donde acompañarán la gira oriental de Macri. Elhombre de los rulos es el principal damnificado de la unificación de fechaselectorales en la Capital, porque lo fuerza a jugar fuerte en internas contraMacri o Larreta por la candidatura presidencial o la jefatura de Gobierno. O arendirse para ocupar la lista de senador nacional. Su presencia en el viajepresidencial obedece a la oportunidad de conversar esto con Macri, que promueveel formato de debate de abajo hacia arriba, sin su intervención draconiana.Arréglenlo ustedes, suele repetir. Tampoco suele hablar de política con losentornistas, salvo en contadas ocasiones para escuchar algún deseo personal.¿Qué querés hacer?, pregunta cuanto más. Mejor que intervenga poco, porquetiene una frialdad florentina que demuele cualquier ánimo. A Emilio Monzó leviene oyendo las cuitas de la decepción hace dos años, y nada. “¿Sabés lo quese siente cuando decís que te querés ir y nadie te dice: ‘quedate’?”.
Puerta giratoria en la embajada en Madrid
Igual propósito tiene la presencia de Monzó en el viaje. Eldiputado está en una situación difícil porque le han asegurado la embajada deEspaña, que tiene aún dueño, pero para un mandato que nadie sabe si Macrirenovará. Oye que Ramón Puerta quiere volverse cuanto antes, por razonespersonales –familia y negocios particulares que desatiende cuando está en lafunción pública– y políticas –cree tener un rol importante en la construccióndel peronismo “republicano”, que no termina de consolidarse ni adentro ni afuerade Cambiemos–.
Como fuera, es el peronista del Gobierno que mejor diálogotiene con las otras tribus, salvo el cristinismo. Si fuera por él, dejaría laembajada cuanto antes. Lo habló con Macri en Buenos Aires en estos días. Viajaeste lunes de regreso a Madrid; se ha comprometido a atender a GabrielaMichetti, que andará por allá en las fechas de Carnaval. Su último compromisoformal es estar a fines de marzo en Córdoba, para acompañar a los reyes deEspaña en el Congreso de la Lengua, y en la visita de Estado que seguirá.
Monzó partió hacia a India con los nombres de tres colegiosa los que inscribiría a sus hijos en edad escolar en Madrid. ¿Se irá antes delas elecciones? ¿Se arriesgará a asumir un cargo que puede terminar pocos mesesmás tarde, si Macri no reelige? Si esto ocurre, obligará al oficialismo a unanegociación por la presidencia de la Cámara de Diputados. Monzó ejerce esecargo, pese a que su partido no tiene la mayoría, por un entendimiento con elperonismo. Es fruto, diría el propio Monzó, de su capacidad para el rosqueo. Elperonismo alternativo lo apoyó porque es peronista, y tiene un trato horizontalcon todos, pero cuando lo eligieron para un nuevo mandato en la presidenciadijeron que, si no era Monzó el candidato del oficialismo, ellos se consideraríanlibres para elegir a un peronista del PJ. Esa música explica el irresistibleascenso de Cristian Ritondo a una lista de diputados por Buenos Aires y, encaso de reelegir Macri, ser el presidente de la Cámara, cargo que siempreejerce un representante de Buenos Aires. La excepción fue Eduardo Fellner entre2007 y 2011, pero fue otra de las extravagancias del peronismo kirchnerista,que se explica por las tensiones eternas entre los santacruceños de entonces yel peronismo de Buenos Aires.