

En zona de definiciones electorales, el Gobierno empezará a dilucidar en las próximas semanas el futuro del gabinete, la política de alianzas con sus aliados y los primeros esbozos del segundo tramo de la gestión cuando inscriba, primero el 7 y después del 17 de agosto, el frente y los candidatos con los que Javier Milei buscará plebiscitar su administración en las elecciones de octubre.
En los últimos días, después del traumático cierre de listas bonaerense que dejó un tendal de heridos y consolidó el poderío de Karina Milei, la danza de nombres se trasladó a la presentación de candidatos nacionales que tendrá lugar dentro de tres semanas, y que empezaría a definir hasta qué punto el presidente está decidido a refrescar el Gabinete para la próxima etapa de su administración, que en un buen número de despachos oficiales coinciden en que debería entrar a boxes por el desgaste de este año y medio de gestión que, en algunas áreas, requieren de un service casi obligatorio.
En estos meses, al tablero del sistema de toma de decisiones implementado por Milei se le prendieron algunas luces de alerta que se cristalizaron con la reciente derrota en el Senado y la exhibición a cielo abierto de la disputa interna entre los sectores que responden a la hermana presidencial y al consultor Santiago Caputo, y que la Casa Rosada buscó enfriar en estos días con un supuesto replanteo en el equilibrio de fuerzas que ahora quedó en estado de pendiente.
La derrota en el Senado, que la Casa Rosada deberá contrarrestar en medio de la campaña con la defensa del veto al paquete previsional que Milei prevé firmar en los próximos días, agudizó la grieta interna por la estrategia de negociación del Ejecutivo con los aliados que se mezcló con la política de alianzas provinciales que la semana entrante terminará por cristalizarse cuando se inscriban los frentes electorales para la elección de medio término.
Caputo y “El Jefe”, en particular en la puja con los Menem, Martín y “Lule”, entraron en conflicto con el cierre provincial de Santa Fe, hicieron una tregua con la elección local de la Ciudad de Buenos Aires y volvieron a confrontar con la estrategia que la secretaria General y sus principales colaboradores adoptaron en Corrientes, cuando, tras una serie de pedidos que no fueron correspondidos por Gustavo Valdés -se planteó hasta la posibilidad de compartir la fórmula encabezada ahora por el hermano del gobernador-, LLA definió jugar de manera unilateral con el diputado Lisandro Almirón.
El cierre de la provincia de Buenos Aires terminó por zanjar la discusión: la estrategia electoral y el armado de listas corre por cuenta exclusiva de Karina Milei.
En ese contexto, el Gobierno definirá la próxima semana en qué provincias sellará un frente electoral con los gobernadores aliados que esperan no solo por esa decisión, si no por una oferta formal a los reclamos presupuestarios que dieron curso a la presentación a la presentación de los dos proyectos consensuados en el CFI, el de distribución de ATN y del impuesto a los combustibles líquidos, con media sanción en la Cámara alta, y en el traspié a través de la aprobación del paquete previsional que espera por el inminente veto presidencial.

Según trascendió, la Casa Rosada avanza en una alianza casi segura con el gobernador Alfredo Cornejo, en Mendoza. También con Leandro Zdero, de Chaco, una réplica del acuerdo provincial de principios de año. El mismo escenario se debería terminar de cerrar en Entre Ríos, con Rogelio Frigerio. “Todo tranquilo, todo okey”, se limitaron a responder fuentes cercanas al entrerriano aunque la última reunión de semanas atrás del ex ministro del Interior con Eduardo “Lule” Menem confirmó que la unidad navega por aguas tranquilas.
En el caso de Tucumán, la situación es un tanto más caótica por la multiplicidad de actores en danza. En Córdoba pasa algo parecido: incluso hay quienes advierten con la posibilidad de premiar a Rodrigo de Loredo, un aliado fundamental en Diputados, una carta con la que se especula en torno a la relación zigzagueante con Martín Llaryora. No es el deseo de Gabriel Bornoroni, el jefe de bloque en la Cámara baja, que posiciona a su socio provincia, Gonzalo Roca. En Río Negro, que renueva senadores, la familia Menem auspicia al diputado Aníbal Tortoriello, del PRO. Se resiste su colega Lorena Villaverde, que quiere encabezar la boleta. En algún momento hasta se llegó a barajar el nombre de Segundo Cernadas, postulante macrista en su momento en Tigre, en el Gran Buenos Aires, con arraigo rionegrino y el madrinazgo de la ministra Patricia Bullrich.
En el seno del Gobierno resaltaron que, más allá de los diferentes casos, la estrategia está atravesada por una único vector nacional, y orientada al objetivo de menguar lo máximo posible la performance del kirchnerismo.
El nombre de la ministra es, en principio, el único número puesto de un gabinete que se encamina a una revisión: en tren de especulaciones internas, Bullrich podría no ser la única funcionaria de relieve en ser inscripta como candidata y dejar al equipo de colaboradores del presidente en las puertas de una renovación.
¿Qué futuro le espera, por ejemplo, a Federico Sturzenegger, cuya gestión desregulatoria, muy celebrada por Milei, cumplió su etapa con el vencimiento de la delegación de facultades con las que fue dotado con la sanción de la Ley Bases? ¿Es posible que Sandra Pettovello sea candidata? Hasta ahora, ni la ministra ni nadie lo deslizó. La jefa de Capital Humano volvió a levantar el perfil en los últimos días y esa decisión generó sospechas, aunque en la Casa Rosada aseguran que se resolvió de esa manera para suavizar la imagen de un presidente que está próximo a vetar los proyectos previsionales y de discapacidad.

Los Milei guardan cualquier tipo de definición bajo siete llaves. Incluso parecieron sepultar en las últimas semanas las versiones que lo daban a Guillermo Francos con un pie afuera, y que desde el propio Gobierno echaron a correr con la supuesta promesa a Manuel Adorni, al que, en teoría, le habrían reservado un destino más glamoroso que la Legislatura porteña. ¿Es cierto que también hubo conversaciones avanzadas para incorporar antes de fin de año al intendente Diego Valenzuela, cabeza de lista de LLA en la primera sección electoral? ¿Tiene reservado un lugar Diego Santilli, que construyó un vínculo interesante con Karina Milei?
En la Ciudad de Buenos Aires, la secretaria General de la Presidencia ya habría bajado el martillo en contra de cualquier tipo de alianza con los Macri, en especial con el jefe de Gobierno, con el que la conducción libertaria no quiere ningún tipo de negociación a pesar de las señales que el propio Jorge Macri intentó enviar hace algunas semanas. De esa decisión dependerá no solo la postulación de Bullrich, —que en su entorno aseguran que querría, además, delegar la sucesión de Seguridad a un funcionario o funcionaria de su riñón—, sino el resto de la boleta y la estrategia a adoptar por parte del PRO. El ex presidente Mauricio Macri también mandó emisarios que plantearon que correspondería alcanzar en la capital un frente similar al que se arribó en territorio bonaerense.

Debajo de todas esas definiciones, que empezarán a esclarecerse en las próximas semanas, subyace el dilema que Milei deberá resolver hacia fin de año: la reconfiguración, o no, de un sistema de toma de decisiones hacia un esquema de mayor apertura y la relación con los aliados, y la necesidad de comenzar a exhibir, en base a las nuevas demandas sociales, una gestión mucho más efectiva que, hasta ahora, estuvo bien anclada en la estabilización de la macroeconomía. Con resultados, para el gobierno, evidentemente satisfactorios.