
El primer dictamen de Olivos llegó al Senado en la mañana del jueves: “Este presupuesto no nos sirve”. Era esperable porque en el primer balance de la votación en Diputados de horas antes, el gobierno lamentó una suma de reveses: 1) la oposición le ganó el capítulo cultural de la batalla al salvar las leyes de discapacidad y universidades; 2) el gobierno logró un presupuesto con déficit fiscal, porque esas leyes salvaron la letra pero no tienen financiamiento en el nuevo proyecto aprobado, y eso quiebra la ecuación de equilibrio que pretendía; 3) el trámite desprolijo, por decirlo suavemente, le costó a La Libertad Avanza una pelea con su principal aliado que es el arco PRO-UCR, al dinamitar el acuerdo que preveía la designación de un auditor general de la Nación para alguna de esas fuerzas; 4) la otra batalla cultural que perdió es que quedó al desnudo que el socio principal del oficialismo es el peronismo; 5) lo más importante es que esa sesión caótica y tumultuosa arrastró los acuerdos que podían existir en el Senado para avanzar en la ley de reforma laboral.
El final lo deja al gobierno con tres alternativas: 1) abrir el presupuesto en Senado para un egreso a Diputados de final incierto 2) mandar un presupuesto complementario 3) prorrogar y pasar todo a febrero.
Parece un resultado buscado para volver a administrar sin presupuesto, sin el Congreso y por DNU, y provocar a todos con una revolución laboral a la que se confía el destino de la humanidad. También es un resultado esperable para un gobierno que finge ser de mayorías cuando es un gobierno de minoría y con votos prestados.
Bullrich sin quorum, primer revés
En la tarde del jueves, el proyecto laboral podía tener dictamen, pero había perdido el quórum para aprobarlo el viernes 26 de diciembre, como pretendía el oficialismo. Un ataque concertado de sindicalistas, gobernadores y legisladores dejó a La Libertad
Avanza con 8 bancas por debajo del número necesario para arrancar esa sesión, que quedó postergada para la primera semana de febrero. El proyecto de “modernización” es una especie de ley ómnibus como lo fue la llamada ley bases, que contiene tantas materias que movilizó a la mayoría de las tribus para el debate.
Un error estratégico que hizo caer en 2024 la primera versión de aquel proyecto, porque se le acumularon al gobierno todos los adversarios.
Una ley de la política es que lo primero que hay que evitar en un debate es que todos tus adversarios hagan fila para cachetearte uno detrás del otro. Eso se le ocurrió a Patricia Bullrich el jueves, como en la madrugada de ese día: en Diputados se alinearon todos para voltear el Capítulo 11 del Presupuesto y salvar las leyes de discapacidad y universidad.
“Está en bolas Benegas Lynch”
Enviar la reforma laboral como una ley ómnibus parece perseguir el propósito de poner a la colectividad política patas arriba, iniciar debates transversales sobre leyes laborales, sindicales, impositivas, etc. Con iniciativas de ese tipo los gobiernos débiles intentan hacer músculo, identificar amigos y enemigos.
También buscan construir instrumentos que les permitan canjear posiciones. Te invento una locura y te cobro para bajarla. Si no, no se entiende el resultado de la primera sesión de la nueva legislatura, que ha pasado como un festival de desaciertos.
Los gobernadores amigos que habían cobrado desde el 26 de octubre $ 66.500 millones de ATN no se iban prender en la batalla contra discapacitados y universitarios. En política es una ingenuidad de aficionados creer que billetera mata galán.
Cuando se cayó el Capítulo 11 del Presupuesto, festejado por toda la oposición con pitos y serpentinas, el jefe de la bancada peronista Germán Martínez intentó reanimar al oficialismo caído que miraba las pantallas con cara de gil afanado, diría el tango. Buscó a alguien que mitigara el revés que le había propinado el bloque de dos de Encuentro Federal – Pichetto-Massot – que habían mocionado para que el contenido de las leyes de discapacidad y de universidades estuvieran contenidos en el presupuesto.
Massot intentó reemplazar parte del contenido del Capítulo 11 que había rechazado la cámara, por leyes que estaban en el dictamen de minoría de Encuentro. Germán miró hacia el cielo y buscó al jefe de la comisión de Presupuesto y Hacienda, informante del proyecto. Lo encontró en un tal estado que le hizo decir: “- Le pido al diputado Benegas Lynch que me desmienta… Está en bolas Benegas Lynch… Está knock out. ¡No se pongan nerviosos! ¡Te salió mal, te salió mal, te salió mal!“.
Radicales pasan factura por la AGN
El incidente le puso algo de nervio a una madrugada que se extendía en la larguísima sesión. El rostro de “Bertie” sólo fue comparable ese día al de Patricia Bullrich cuando debió postergar la reforma laboral porque se le había esfumado el quórum para la sesión de la semana que viene.
Esta postergación del proyecto laboral la decidió el bloque de LLA del Senado cuando se reunió con el bloque radical, del que esperaba le diese número y apoyo. El grupo que integraban, entre otros, “Peteco” Vischi, el entrerriano Darío Schneider, y Maxi Abad le entregó un pliego con 12 objeciones al proyecto. Era un trabajo elaborado por el bloque con la asistencia del exsenador por el Chaco Víctor Zimmermann, que ha seguido trabajando sin ser ya legislador para asesorar a sus colegas.
Entre las objeciones están las que hacen a los fondos que crea la reforma, que pueden desfinanciar a la Anses, y la eliminación de impuestos internos y otras gabelas que se coparticipan. Los radicales se cobraban que ninguno de sus correligionarios iba a ir a la auditoría por Diputados. El gobierno tiene un repechaje esta semana.
El acuerdo con el peronismo por la AGN se extiende al Senado, donde restan por cubrir otras tres vacantes. Una será para Javier Fernández (PJ), otra la querrá La Libertad Avanza y queda una tercera que puede ir a los radicales Luis Naidenoff – propuesto por el Comité Nacional de la UCR, pero vetado por su comprovinciano Gildo Insfran – o Víctor Zimmermann.
Hay que tener espaldas
El bloque del peronismo aportó en la comisión el cálculo que hizo Jorge Capitanich, que revela que el proyecto tiene un costo fiscal de US$ 12.000 millones por menor recaudación de impuestos, que no se dice cómo se van a compensar.
Esta tarea dentro del Senado la complementó una brigada de dirigentes sindicales que trabajaron durante una semana de manera discreta con gobernadores, que se comprometieron a negarle el voto al proyecto a menos que les preserven los fondos que se coparticipan.
Esas presiones se sumaron a sectores empresarios como los bancos, que reprochan al proyecto que se les permita a las billeteras virtuales el manejo de las cuentas salarios. Los banqueros les habrán dicho a los gobernadores a quienes financian con sus bancos: ¿no se les va a ocurrir votar esa ley?
El gobierno logró lo que quería, enloquecer a todos y construir instrumentos de canje. Y ya perdió por eso la ley hasta nuevo aviso, que quedará moderada para no herir a ningún sector. Una normativa laboral tiene tres planos: los derechos individuales, los derechos colectivos y los derechos asociativos – los sindicatos, las obras sociales, etc-.
Un gobierno débil puede reformar el capítulo de derechos individuales, es decir las formas de contratación, paritarias, salarios y condiciones de trabajo. Son leyes que si funcionan van y si no funcionan se derogan con otra ley y sirva otra copa.
Pero para reformar los otros dos capítulos, los derechos colectivos y asociativos, un gobierno debe tener espaldas políticas. Y este gobierno no las tiene, para una pelea que enfrentaron y perdieron el radicalismo de Alfonsín y el peronismo menemista. Esos dos gobiernos, que tenían respaldo, debieron moderar y negociar con los sectores empresarios y sindicales reformas menos pretenciosas.
Hasta el quorum es líquido
Entre los pasivos de la sesión hay que sumar otro: que el gobierno no alcanzó, siendo primera minoría en Diputados, ni el quórum para arrancar la sesión. En la sociedad líquida también las mayorías son líquidas. Cuando debía iniciarse la sesión del miércoles, había sólo 126 diputados presentes.
El quórum lo dieron diputados de la oposición razonable como Miguel Pichetto y Nicolás Massot. Con ese aporte comenzó el rock and roll de diputados.
Massot lo quiso dejar en claro en su intervención en el debate. “Pasó inadvertido un detalle —espero que no para usted, señor presidente, ni para las autoridades del oficialismo—: estuvieron a un minuto de que se les caiga esta sesión. A las 14 y 29 había 126 diputados sentados. Este bloque, que hace tres años viene pidiendo que cumplan con la ley y que presenten y discutan un presupuesto, que tiene un dictamen propio, que tiene muchísimo para decir y que quiere que la Argentina, a nivel nacional y sus veinticuatro provincias, tenga la misma certeza para planificar a largo plazo que estamos vendiendo en nombre de la libertad, nos sentamos para habilitar la sesión y discutir a fondo, a pesar de las trapisondas reglamentarias; cómo es que la política económica está dando libertad y con cuánta igualdad. Anoten: acá no hay desestabilización“.
Martín Menem había tomado nota porque apenas comenzó la sesión, Massot pudo acercarse a la presidencia y le dijo a Menem: “- Sacá lápiz y papel y anotate que esta es una que me debés a mí”. Sonrisa neutra la de Martín, y difícil de auscultar porque sonríe cuando le va bien y también cuando le va como la mona.
Un cuento de Navidad (la AGN)
El otro revés lo va a cobrar el gobierno el año que viene, por el pacto que hizo con el peronismo para integrar la representación de la cámara en la Auditoría General de la Nación. Fue una sorpresa que dinamitó lo que quedaba de relaciones con el PRO y la UCR, que lo facturaron horas más tarde en el Senado al bajarse del apoyo a la ley laboral.
Se lo recordó Cristian Ritondo cuando levantó a su bancada y se retiraron del recinto. “- Que les quede bien claro que la falta de códigos y de respeto con los compromisos asumidos, corre por cuenta de La Libertad Avanza y por quien preside esta Cámara“.
Desde 2023 el gobierno había demorado la designación de los auditores por Diputados para lo cual conocía del acuerdo de que el peronismo se llevaba uno, el radicalismo otro, y el PRO otro. Esperaron a la nueva constitución de la legislatura para darle dos al peronismo – Juan Forlón y Pamela Calletti, y uno para una candidata propia, Mónica Almada de origen radical. Fue un golpe palaciego.
Al ingresar a la sesión el diputado del PRO Álvaro González se cruzó con Lule Menem, que estaba controlando la asistencia de los diputados de LLA que entraban. Cruzaron chanzas de ocasión y Lule le dijo que la AGN sería un tema para tratar en el futuro, cuando se reformase la ley que ordena una cantidad de miembros y los plazos de mandato.
Era un cuento de Navidad, porque estaba todo preparado para que jurasen, en la madrugada del jueves, los tres auditores que, junto al peronista Juan Manuel Olmos, por lo menos pueden tener quórum para sesiones. Este incidente provocó la ira de Mauricio Macri, que tenía como candidato a su principal asesor, Jorge Triaca. No esperaba tamaño agravio y se lo hará saber a todo el que se cruce este fin de semana, antes de refugiarse en Cumelén hasta febrero.




