
La tensión bélica en Medio Oriente, que fue interrumpida este lunes con el anuncio de un cese al fuego, paralizó durante los últimos días al mercado, que aún evalúa la posible onda expansiva del conflicto y la viabilidad del armisticio. Esta incertidumbre gira en torno a algunos elementos clave, como el precio internacional del petróleo, la inflación global y la amenaza de una fuerte volatilidad en los mercados financieros.
En el Gobierno existe preocupación ante la posibilidad de que un eventual shock externo, si se produce una escalada militar, impacte a nivel mundial con un aumento de la inflación, lo que podría, por ejemplo, provocar un incremento en las tasas de interés. Este escenario, junto con la aversión general de los inversores a mercados más riesgosos como el argentino, representaría un desafío adicional para el equipo económico.
Esta percepción de riesgo se refleja en un riesgo país que continúa por encima de los 700 puntos; este lunes superó las 725 unidades, a pesar del superávit fiscal, el acuerdo con el Fondo Monetario y el nuevo régimen de flotación cambiaria entre bandas. Tanto en el mercado como en los pasillos oficiales, existe consenso en que los activos argentinos aún no son considerados favoritos por diversas razones, que van desde una mayor ordenación económica y la aprobación de reformas hasta las expectativas en torno a las elecciones parlamentarias.
Durante esta semana, el Gobierno decidió no ofrecer ante los inversores internacionales el Bonte 2030, que puede suscribirse en dólares, como lo hizo a fines de mayo y en la primera operación de deuda en pesos de junio. Aunque el techo mensual de emisión de Bontes era de USD 1.000 millones, el Palacio de Hacienda optó por quedarse con los USD 500 millones adjudicados hace diez días y liquidados este lunes. La incertidumbre financiera global podría haber disminuido el apetito de los inversores por activos en pesos en este contexto de tensión.
“Probablemente se produciría un aumento en la inflación mundial y un incremento de la aversión al riesgo. Este sería un shock externo no solo para Argentina, sino para todos los países”, señaló una fuente oficial, quien también afirmó que “si mantenemos el superávit fiscal y la economía con buenos fundamentos, ya que se espera un incremento en las exportaciones, a la larga Argentina podría verse favorecida”, según la interpretación desde la Casa Rosada.
Este aumento en las exportaciones se atribuye a otro factor clave: el precio internacional del petróleo. Desde los despachos oficiales se indicó: “En el plano estrictamente económico, a algunas industrias les beneficia porque todos los commodities suben y somos exportadores. A la Argentina le vendría bien y aceleraría las inversiones”. No obstante, la reacción del Brent, uno de los precios de referencia del crudo, fue negativa: cayó 70 dólares, un hecho que en el mercado fue interpretado como una señal “positiva” de que Irán no tomó represalias obstruyendo el estrecho de Ormuz.
Desde Adcap señalaron que “el conflicto, por el momento, se percibe como localizado, pero el mercado teme una disrupción en el estrecho de Ormuz que alteraría las expectativas inflacionarias globales y forzaría cambios en la política monetaria”. También advirtieron que la Reserva Federal ha dejado entrever un posible recorte de tasas hacia septiembre, aunque condicionado a que la situación no se agrave. “El dilema es claro: recortar en un mundo incierto o sostener tasas altas a riesgo de enfriar aún más la economía”, evaluaron.
Desde Portfolio Personal Inversiones alertaron que los recientes ataques “podrían generar un sentimiento de aversión al riesgo a nivel global”, con un impacto directo sobre los bonos soberanos de mayor riesgo. En este contexto, la deuda argentina comenzó la jornada con una baja del 0,1%, en sintonía con otros activos de frontera. A pesar de que el petróleo abrió sin grandes cambios, se notó una búsqueda de refugio en el dólar y en los bonos del Tesoro de Estados Unidos, cuya tasa a 10 años se comprimió en tres puntos básicos.
Gustavo Ber afirmó que “más allá de la reacción inicial calmada de Wall Street, aunque expectante, los operadores siguen atentamente los acontecimientos y sus implicancias”, subrayando el petróleo y su efecto sobre la inflación. En este marco, los activos locales siguen estando condicionados por el clima externo, debido a la mayor correlación adquirida tras el proceso de normalización económica. Asimismo, destacó que los inversores “parecen en esta etapa más inclinados a una postura de ‘wait and see’” y buscan evaluar cómo el reacomodamiento de variables internacionales podría impactar en la hoja de ruta económica y el mapa político en un año electoral.
En un análisis detallado sobre la coyuntura, la consultora Eco Go advirtió que “no es financiable un aumento sistemático en el déficit de cuenta corriente partiendo de un nivel aproximado al 1,3% del PBI en 2025 (USD 9.000 millones), sobre todo cuando en 2026 se permitiría el giro de utilidades al exterior y vencen USD 20.000 millones”.
“La baja del riesgo país se detuvo en torno a los 700 puntos básicos. La decisión de no comprar dólares no termina de convencer a quienes observan el incremento de las importaciones frente al estancamiento de las exportaciones, el aumento del turismo emisivo junto con la caída del receptivo y el creciente desequilibrio externo”, planteó el informe de la misma consultora.
En el Gobierno reconocen que el frente externo puede convertirse en un factor de presión que sume volatilidad a los activos argentinos. Por ello, decidieron acelerar el ajuste para demostrar al mercado —y también al Fondo Monetario Internacional, en la misión técnica que llegará hoy a Buenos Aires— un compromiso fiscal superior al previsto. Días antes del anuncio del nuevo entendimiento con el FMI, el presidente Javier Milei había instruido a sus funcionarios a aumentar el objetivo de superávit primario del 1,3% al 1,6% del PBI. La diferencia equivale a aproximadamente 2,5 billones de pesos.