
El Banco Central de la República Argentina (BCRA) intensificó en julio su intervención en el mercado de dólar futuro con el objetivo de contener el aumento del tipo de cambio, incrementando su posición neta abierta a aproximadamente USD 5.000 millones hasta el 15 de julio, según el Fondo Monetario Internacional (FMI). Este aumento, de cerca de USD 3.000 millones solo en ese mes, se dio en un contexto de alta volatilidad y excesiva liquidez tras el fallido desarme de las Letras Fiscales de Liquidez (Lefis), lo que motivó una advertencia por parte del organismo.
El informe del FMI, correspondiente a la primera revisión del programa con Argentina, señaló que el país no cumplió con las metas de reservas y de cantidad de dinero fijadas para junio.
En medio de la escalada del dólar, el BCRA optó por una intervención más agresiva en el mercado de futuros, vendiendo contratos de dólar contra pesos para moderar las expectativas de devaluación y frenar el ascenso del tipo de cambio. Sin embargo, estas ventas no fueron suficientes para detener el avance de la divisa estadounidense, que experimentó un aumento superior al 13% en julio, marcando su mayor incremento mensual desde la devaluación iniciada por el Gobierno de Javier Milei.
De acuerdo a estimaciones de fuentes del mercado citadas por Infobae, la intervención del BCRA en futuros de dólar generó una pérdida de casi $500.000 millones entre mayo y fines de julio. La mayor parte de esta pérdida se concentró en los últimos días del mes, cuando se registró el ajuste más significativo en la cotización del dólar futuro, destacándose el tipo de cambio A3500, que avanzó un 13,22% en treinta días.
Los últimos datos oficiales muestran que la posición de futuros alcanzó USD 2.000 millones en mayo y, aunque el dato oficial se dará a conocer a finales de mes, en junio la posición se mantuvo estable.
Desde la eliminación del cepo para personas físicas, el esquema de bandas de flotación cambiaria implementado por el BCRA restringe el uso de reservas internacionales para contener presiones sobre el dólar spot, salvo en situaciones excepcionales que lleven la cotización al techo de la banda.
Por tal razón, la entidad recurrió a la venta masiva de contratos futuros como alternativa para intentar controlar la inestabilidad cambiaria sin comprometer aún más sus reservas internacionales, que permanecen muy por debajo de los objetivos acordados con el FMI. La autoridad monetaria estableció un tope de USD 9.000 millones para esta herramienta, aunque no hay un objetivo específico en el acuerdo con el Fondo.
Salvador Vitelli, Head of Research de Romano Group, estimó que la posición de futuros del BCRA alcanzó USD 5.100 millones en julio, y sus cálculos indicaron que dicha exposición se redujo en USD 1.500 millones a finales del mes.
El BCRA complementó su estrategia de intervención en futuros con aumentos en las tasas de interés de corto plazo, con el fin de absorber parte de la liquidez inyectada por el desarme de las Lefis. Este proceso, que liberó cerca de $10 billones en el mercado, no fue acompañado por una absorción total de esos fondos, lo que intensificó la presión sobre los precios del dólar y motivó una reacción más dura en los mercados derivados.
El documento del FMI advirtió que el uso de futuros para intervenir en el mercado “no debe sustituir otras herramientas de política monetaria en la gestión de la liquidez y en el manejo de la alta volatilidad de tasas de interés”. Al liquidarse en pesos, estas posiciones no representan un riesgo directo para las reservas, pero implican un costo cuasi fiscal para el balance del BCRA. Cada vez que se liquidan posiciones perdedoras en futuros, la autoridad monetaria emite pesos adicionales, generando un riesgo para la estabilidad monetaria a mediano plazo.
Durante julio, la actividad en el mercado de futuros alcanzó niveles máximos de la gestión Milei. La combinación de una fuerte demanda de cobertura, las limitaciones operativas impuestas por el régimen de bandas, la escasez de reservas y las restricciones sobre la intervención directa en el mercado contado llevaron al BCRA a mantener una posición vendedora.
Analistas advierten que esta dinámica, que ha permitido postergar episodios de mayor tensión cambiaria, simplemente traslada el problema hacia la política monetaria en general, ya que esos pesos pueden terminar presionando nuevamente sobre la demanda de divisas en el futuro. La operatoria en futuros, aunque no compromete reservas, condiciona la capacidad del BCRA para controlar la liquidez y coordinar expectativas, además de aumentar la incertidumbre sobre la consistencia del régimen cambiario.
El FMI resaltó la necesidad de que el Banco Central avance en la definición de un régimen monetario y cambiario “más claro”, enfatizando que los instrumentos utilizados hasta ahora, como los contratos de dólar futuro, solo ofrecen cobertura limitada y por un plazo restringido. El organismo advirtió sobre el riesgo de mantener herramientas transitorias como principales instrumentos, destacando que la consolidación fiscal y monetaria será fundamental para estabilizar el mercado cambiario y restaurar la confianza de los inversores.
La intervención actual muestra una diferencia abismal en comparación con la intervención en el mercado de futuros que realizó el BCRA durante la etapa final del segundo gobierno de Cristina Kirchner, en los 14 meses de Alejandro Vanoli como presidente del Central.
A finales de 2015, un informe de Quantum precisó que el BCRA, además de tener reservas netas negativas, estaba “vendido” en futuros por el equivalente a USD 17.500 millones, y que el impacto monetario de la compensación por la devaluación inicial realizada por el gobierno de Mauricio Macri habría superado los $90.000 millones, el 14% de la base monetaria de entonces, aunque a través de negociaciones y regulaciones se redujo a “solo” el 7% de la base monetaria de aquel momento.