Domingo, 10 de febrero de 2008   |   Política

El Diario de Paraná salió a aclarar por Urribarri que es "un líder organizador"

INFORME DIGITAL eligió al Dr. Rosenado Fraga para hablar de poder y liderazgo, cuestiones que Urribarri desestimó oficialmente. El Diario de Paraná eligió a uno de sus periodistas para opinar también sobre el tema.
"El Gobernador intenta modelar su imagen desde un lugar alternativo", es la volanta que aparece en la noticia provincial de este domingo. "Ser un líder organizador, la aspiración de Urribarri", es el título de la noticia del destacado medio paranaense firmada por el periodista Víctor Fleitas.Textual de la nota publicada en El DiarioNo cabe duda de que el primer mandatario edifica su propio edificio del poder, hilada por hilada. Se verá en su momento cuánto provecho podrá sacar del esfuerzo y la dedicación que invierte. La conducción del proyecto y la gestión de obra lo transforman en un líder, aunque él diga que prefiere desentenderse de esos forcejeos dialécticos. En los últimos días ha insistido el gobernador Sergio Urribarri en que no forma parte de sus inquietudes inmediatas dedicar la gestión a construir poder, liderazgo, sino a hacer crecer a la provincia. Urribarri utiliza las palabras ‘poder’ y ‘liderazgo’ como si fueran naturalizados sinónimos, acaso porque esté establecido por fuerza de la costumbre que lo indicado para ejercer el poder es al modo caudillesco.De lo que no cabe duda es que Urribarri construye poder y construye liderazgo porque, aún sin quererlo, lo alternativo cuestiona lo instalado, le formula reproches, irremediablemente, promueve la distinción, establece una diferencia incluso cuando diga no estar interesado en aquello que desvelaría a cualquiera, esté detrás de bambalinas o en los primeros planos. Por lo demás, está claro que el Gobernador es el líder social por antonomasia en una democracia.En la composición de lugar que hace Urribarri, el de su antecesor fue un período que sirvió para ordenar la administración y entonces, desde ese plafón de ajuste general ya realizado, lo que se impone ahora es el diseño de planes de mediano y largo plazo, lo que se da en llamar ‘políticas de Estado’, como si alguna no lo fuera. Un salto de calidad, esa sería la ventisca que parece agitar las banderas del discurso oficial y que luce bordado a expresiones tales como “construir ciudadanía” o “imaginar una nueva institucionalidad”, que modela a su vez ámbitos remozados de interacción política como la mesa de la educación, las visitas del gabinete a los departamentos, las reuniones de gabinete por áreas y las apelaciones permanentes a que la sociedad civil participe de lo público.En medio de esa obsesión por acordar y diseñar planes de largo aliento, han ido apareciendo numerosos proyectos fundamentalmente en infraestructura, seguramente necesarios, todos demandantes de altos niveles de inversión, muchos de los cuales no podrán ejecutarse ni por asomo si la Nación no se apropia de ellos y decide financiarlos con un alto sentido del compromiso, es decir, si no está dispuesta a aportar millones de eso que se cuenta en pesos y hasta en dólares.POSTURA. Se justifica por ese lado, o al menos se entiende, el esfuerzo de Urribarri por llamar la atención del gobierno de Cristina de Kirchner. El tema es que, aún en el caso de que aquellos proyectos majestuosos efectivamente se realicen, difícilmente irán a estar terminados antes de 2011: forman parte de una verdadera inversión a futuro.Mientras tanto, con recursos propios o aprovechando fuentes de financiamiento de la Nación o el exterior, se procurará ir dando respuesta a esa multitudinaria constelación de pequeñas y medianas demandas que surgen cada vez que el Gobernador y sus colaboradores trasladan el gabinete a localidades del interior. Recoge el guante Urribarri y acepta, en público, que el futuro de esa metodología dependerá de la ejecutividad con que los planteos comarcales se vayan resolviendo, puertas adentro del propio Gobierno. Que quede claro: todas estas son experiencias valiosas para la sociedad civil, para la comunidad política entrerriana, para los ciudadanos de a pie que, apenas pueden, no dejan de manifestar su recelo hacia todo aquello que tiene aroma a política profesional.Esa red que se extiende, sutil, imperceptible, a la que confluyen autoridades y cada vez un número mayor de dirigentes sociales, que se enteran de lo que pasa en los encuentros por un circuito no formal de comunicación y deciden verlo con sus propios ojos y opinar con su propia voz, o las instancias de consulta multisectorial en educación y salud, es poder en construcción, sin dudas. Y quien encabeza esa forma de trabajo, quien conduce esa metodología, un líder en tanto inspira prácticas y asocia, forma relaciones. PERFILES. Claro, por ahora Urribarri es un ‘líder legal’, si se acepta la distinción, en el sentido de que fue colocado en el lugar del guía por imperio de una serie de dispositivos jurídicos, en la sucesión a la que nos acostumbró la vigencia de la democracia representativa. Y, se intuye, él aspira a convertirse en un ‘líder sinérgico’, no en un faro a seguir en medio de la noche, ni en un piloto en la tormenta, sino en alguien a la altura de los demás, que en la participación detecta talentos y diagnósticos adecuados o propuestas interesantes y planteos superadores e incita a tomar tal o cual rumbo. Un líder atento que contagia por propia convicción, con visión del juego, como quien ordena un scrum y resuelve cuándo debe salir el balón de la formación para hacer jugar el equipo y por dónde, con qué estrategia.El scrum es un tipo de agrupamiento dentro del rugby donde los jugadores de uno y otro bando se entrelazan primero y enfrentan al contrincante después, todos hecho uno, sobre un pasillo de intrigas, para reiniciar el juego y disputar poderío físico y territorio, con la posesión del balón como condimento extraordinario. La expresión ‘scrum’ se convirtió en los 80s en un paratexto que pasó a aludir a cierta metodología para la gestión de proyectos de reingeniería. El ‘scrum’ no es la creación de una mente fantasiosa sino la consecuencia de haber observado y sistematizado el registro de cómo operan industrias que producen a escala planetaria y que abandonaron la organización fordista en la que grupos de una misma preparación cumplían su labor y pasaban la posta, como en una carrera con obstáculos, en larguísima línea de producción, para conformar un espacio de especialización y reconocimiento múltiple, que privilegia el análisis integral para acelerar los tiempos de la reforma. En la década de los noventa, la noción de ‘scrum’ fue afectada al desarrollo del software, un campo fuertemente atravesado por la incertidumbre que un producto cualquiera provoca en el usuario, último eslabón de la cadena y primero. Allí, la posibilidad de reinsertar esa información que corrija o mejore la manufactura es vital, tanto como encontrar diseños versátiles, que permitan alteraciones menores que, sin embargo, mejoren la performance general. Es, digámoslo sencillamente, un modo de abordar la teoría de grupos, desde una perspectiva sistémica claro, a la que acaso no se le pueda exigir transformaciones radicales sino pequeñas adecuaciones, oportunas, para que las piezas se inserten a un proyecto en marcha y lo optimicen. Es decir, el scrum es una manera de explicar cómo lograr objetivos mientras los equipos se mantienen vigentes y puede ayudar a entender determinados momentos en una sociedad para operar convenientemente sobre ellos.INTERROGANTE. Es, palabras más, palabras menos, lo que Urribarri dice ver en la coyuntura entrerriana. En tanto a aspirante a líder organizador, se ubica frente al scrum que, hoy se forma acá y mañana más allá, en aquella otra problemática, otea la constelación de camisetas propias y ajenas dispuestas sobre el campo y sueña con una jugada maestra, con convertirse en la revelación, con dejar de ser el ‘líder legal’ de una vez para transformarse en el ‘líder sinérgico’, con peso propio. El tiempo dirá si es con fortuna.

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