

En pocos días se cumplirá un año de la expulsión de Edgardo Kueider del Senado, tras haber sido detenido en un paso fronterizo de Paraguay junto a su entonces secretaria y más de USD 200.000 sin declarar. A casi nada de la renovación del 10 de diciembre y la puja entre legisladores vigentes y entrantes por oficinas a ocupar -tema que interesa a Victoria Villarruel-, el despacho que el entrerriano disfrutaba en el tercer piso fue convertido, según la imagen obtenida por Infobae, como una zona para rezar.
Como consta en la foto, se dispusieron tres bancos idénticos a los que suele verse en algunos pasillos de la Cámara alta y se ubicaron enfrentados a un mini estrado. A los lados del mismo se colocaron dos banderas: la argentina y una amarilla y blanca similar a las que utiliza la iglesia católica. Allí podrán asistir los senadores que profesen dicha religión para reflexionar, orar y pedir por el tratamiento de leyes. En el ex despacho de Kueider.
El ex legislador del peronismo disidente ingresó con la boleta 2019 del expresidente kirchnerista Alberto Fernández. Tiempo después se hartó del destrato del cristinismo y se alejó junto a otros justicialistas, como el correntino Carlos Espínola, hoy en el interbloque Provincias Unidas.
Durante la sesión realizada el 12 de diciembre de 2024, la decisión de echar a Kueider consiguió de manera holgada los dos tercios: 60 a favor, seis en contra y la abstención del peronista disidente Juan Carlos Romero. Se ausentaron a la definición -sin contar al entrerriano, que ya estaba detenido en Paraguay- los santacruceños Natalia Gadano y José María Carambia, el entonces viajante kirchnerista Gerardo Montenegro y el radical Víctor Zimmermann, a quien sobre el final de dicho encuentro se le aprobó una licencia sin goce de sueldo por un cargo en Chaco. Casi en un abrir y cerrar de ojos, se vio forzado a regresar.

La entonces jugada victoriosa del kirchnerismo contra su ex colega de bancada tuvo un único objetivo, en medio de las inobjetables contradicciones entre procesados y condenados buenos versus malos: reemplazar a Kueider por la entonces diputada provincial y referente camporista Stefanía Cora. De esa manera, pasó de 33 a 34 legisladores. A tres de recuperar el quorum y la mayoría propia.
El Frente de Todos, que lidera -el cada vez más cristinista- José Mayans, exprimió esa realidad y le asestó muchas piñas al Gobierno libertario, que rompió relaciones con dialoguistas que colaboraban y esperó a las elecciones nacionales de octubre pasado. Las voluntades que no blindó en la Cámara alta quedaron tapadas por el contundente respaldo que recibió en las urnas. En diciembre, el kirchnerismo bajará a 28 y no logra frenar una interna cada vez más tensa a medida que transcurren las jornadas.
La trifulca por los despachos ya tuvo reacomodamientos, como contó este medio semanas atrás. Es que, tras una resolución de Villarruel para quedarse con las llaves de las oficinas de quienes finalizan su mandato -mientras tanto, Patricia Bullrich avanza con la agenda real que tiene por delante el Senado y evita estas ínfimas pujas-, un puñado de senadores ya se comprometió con colegas para delegar zonas de trabajo.
Un caso mencionado fue el codiciado sector que tiene el neuquino Oscar Parrilli -dice adiós-, que pasaría a manos del bonaerense Eduardo De Pedro. O el lugar del experimentado Romero, que iría a parar a Espínola. Otra bancada que resiste como puede es la Unión Cívica Radical (UCR), debido a que mantiene espacios envidiables. Entre las potenciales ventanas a abrirse aparecen los silvestres provinciales, que convirtieron la lucha por un despacho en guerras personales. Quien no quede conforme, tendrá la posibilidad de asistir al “confesionario Kueider”.




