
“La estamos pasando mal“, resume la frase de Gervasio Raffo, cuya voz delata la desesperación de una extensa zona productiva en Olascoaga, en el partido bonaerense de Bragado. El productor, de 50 años, es uno de los cientos afectados por las inundaciones. Según contó, no solo pelean contra las lluvias récord de este año, sino contra el agua que llega descontrolada desde otros partidos y lo que describe como una “infraestructura terriblemente deteriorada”, además de una “desidia total” del poder político.
“Hace muchísimo tiempo que no se hace nada y, aún con el agua complicándonos la vida y en una situación de emergencia tampoco se hace nada o se trabaja muy lento”, indicó. A su entender, la crisis en el Cuartel VII del partido ya supera el desastre económico. “Casi todos estamos en una situación crítica. No podemos salir del campo, estamos sobrepasados de lluvias, de agua que viene de otros partidos y tenemos un solo camino para salir a Bragado”, describió Raffo.
El único camino de salida que tenían ahora está cortado y la gente debió utilizar otros trayectos, porque incluso el camino principal se llenó de agua. Recordó el hecho más grave ocurrido hace pocos días en la zona: “Una ambulancia quedó encajada en el medio del camino, la tuvimos que sacar con un tractor; tenía que atender a una beba prematura, hija de una familia que trabaja en un tambo”.
La producción está paralizada en un momento clave del año. “En este momento deberíamos estar sembrando, pero ni siquiera los campos más altos se pueden trabajar. No podemos entrar ni salir con tractores o máquinas: hay pozos, mucha agua en los caminos y terminamos rompiendo lo poco que tenemos para circular. No podemos sacar camiones, ni la producción; tampoco podemos entrar fertilizantes, ni semilla”, relató.
El nivel de agua en los caminos rurales de Bragado
La hacienda también vive su propio calvario: muchos productores no pueden cargarla en los camiones para venderla y cada día que pasa el alimento almacenado se va agotando. “Los animales están en una situación crítica. Se terminó el pasto porque todo se inundó”, advirtió Raffo. La única alternativa para acceder a los caminos es recurrir a métodos de antaño: “En algunos casos los sacamos a arreo, como antes: los animales caminando con caballos hasta un lugar alto para poder cargarlos para llevarlos a otros campos”.
Raffo vive en Bragado, a unos 20 kilómetros de su campo, por lo que el trayecto solía ser breve cuando los caminos no estaban colapsados. “Ahora estoy haciendo 70 kilómetros para llegar, porque el único camino transitable da una vuelta enorme”, contó. Para llegar al campo debía cruzar el puente El Vasquito, cuyo acceso hoy está inundado: “Es un mar de agua y está profundo, porque tiene muchos pozos. En camioneta no se puede cruzar desde hace mucho tiempo”. Su empleado, que vive en Olascoaga, solo puede llegar “a caballo o en tractor” para lo indispensable.
De las 350 hectáreas que trabaja, hoy tiene 200 anegadas y el resto inaccesible. “La próxima campaña va a ser muy mala. No sé qué porcentaje podré sembrar, pero seguramente menos de la mitad de lo habitual”, proyectó. Los trigos que deberían cosecharse en diciembre están “un 40 o 50% comprometidos”. No obstante, aunque rindan algo, duda de poder sacarlos del campo: “Los caminos no están transitables. La situación es tristísima. Las pérdidas económicas son enormes. Esto ya pasó varias veces y va a seguir pasando, porque no hay planificación ni preparación”, sentenció.
Un productor muestra el nivel de agua que hay camino al puente el Vasquito
Para Raffo, que llegó al campo gracias a que sus padres lo compraron como inversión, esta inundación remite a un déjà vu de la crisis de 2001-2002, pero con una agravante: décadas de abandono, según dijo. “Viví una inundación igual o peor -recordó- pero en esa época todavía había trenes: el tren llegaba hasta Olascoaga y desde ahí íbamos a caballo. Ahora no hay trenes, ni vías, ni nada. Hoy tenemos que movernos en camioneta o a caballo. Pasaron 25 años y la infraestructura está peor que antes: canales, caminos, todo. De todo esto, diría que el 80 o 90% de la culpa es del gobierno provincial, que no ha hecho absolutamente nada“, apuntó.
Al igual que otros productores, consideró que las autoridades tuvieron una ventana suficiente para ejecutar obras de infraestructura. “Venimos de tres años de sequía, cuando podrían haberse hecho muchas obras y mantenimientos. Les pedimos a los gobiernos municipales y provinciales que aprovecharan ese momento, pero no hicieron nada. Hay un plan maestro de la Cuenca del Río Salado. Tendría que haberse terminado en 2005, pero sigue sin finalizar. Hace 20 años que debería estar terminado”, lamentó.
En Bragado, el agua de tres canales desbordados está a punto de colapsar las lagunas porque el único canal de salida es angosto: “Si entran tres canales con 300 m³ por segundo y sale uno con 100, el tapón es inevitable. Eso deberían ampliarlo, pero no se hace nada”. Por último, dejó en claro que no se arrepiente de haber invertido y elegido el campo como forma de vida. “Soy un apasionado, por más que me tocaron varias inundaciones de estas y la sequía de los años anteriores me golpeó, es lo que elegí y no estoy arrepentido”, sintetizó.




