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Domingo, 17 de agosto de 2025   |   Economía

El clásico sudamericano en la agricultura: Brasil triplica la producción argentina por inversión y políticas efectivas

Un informe describe las razones de las diferentes trayectorias en los últimos 40 años: políticas consistentes, más inversión en tecnología y apoyo al productor, contra exacción de este lado de la frontera
El clásico sudamericano en la agricultura: Brasil triplica la producción argentina por inversión y políticas efectivas

En 1984, Argentina y Brasil se encontraban en un estado de paridad en el ámbito agropecuario, produciendo ambos países aproximadamente las mismas toneladas de granos. Sin embargo, esa equivalencia ha quedado en el pasado. Hoy, según un informe de Cippec, por cada tonelada que cosecha Argentina, Brasil logra más de tres. Esta comparación destaca un marcado contraste en las trayectorias productivas, que en cuatro décadas ha derivado en un rezago relativo para el agro argentino.

El documento enfatiza que esta diferencia no fue producto del azar, sino de las políticas implementadas en cada país. “Una de las explicaciones de ese desacople fue la diferencia en la calidad, consistencia y orientación de las políticas económicas y productivas aplicadas al sector agropecuario”, sostiene el estudio.

Políticas divergentes

En las últimas décadas, Argentina ha experimentado ciclos de apertura y desregulación, seguidos por períodos de severas restricciones al comercio y controles del mercado interno. Esta dinámica ha generado un desacople entre los precios locales e internacionales. Aunque en los años noventa la liberalización del sector agroindustrial, la creación del Mercosur y el ingreso a la OMC en 1994 ampliaron la inserción internacional, ese impulso ha ido perdiendo fuerza.

Las medidas posteriores, tales como impuestos y cuotas a las exportaciones, aranceles a las importaciones y controles de precios internos, han afectado negativamente la rentabilidad. Según Cippec, “la relación insumo-producto se deterioró: se redujeron los márgenes de ganancia, disminuyó la inversión y se detuvo la adopción de nueva tecnología”.

Particularmente, a partir de 2011, con la implementación del cepo cambiario y el aumento de los derechos de exportación, el agro argentino dejó atrás un modelo expansivo para adoptar una lógica defensiva, centrada más en preservar la actividad que en expandirla.

El camino brasileño

Brasil, en cambio, optó por una estrategia a largo plazo que consolidó al agro como motor de desarrollo. Combinó la ampliación del área cultivada con mejoras sostenidas en productividad, impulsadas por la incorporación de tecnología, financiamiento y asistencia técnica.

Ese crecimiento se vio respaldado por políticas públicas concretas. El Plano Safra canaliza anualmente financiamiento subsidiado y herramientas para productores de distintas escalas. El Pronaf promueve la agricultura familiar, y el Moderfrota proporciona crédito para la modernización tecnológica mediante la adquisición de maquinaria.

El resultado fue un escenario más favorable para los productores. Según el monitoreo internacional Agrimonitor del BID, Brasil mantuvo sistemáticamente niveles positivos de apoyo al productor (PSE), mientras que Argentina experimentó valores negativos de manera persistente. En 2023, el país ocupó el último lugar en el ranking global.

El proceso brasileño no se limitó al agro. La expansión de los agronegocios fue acompañada por el crecimiento de ciudades intermedias que se convirtieron en polos de dinamismo económico. El caso de Goiânia, que en tres décadas alcanzó una población comparable a la de Córdoba, es ilustrativo. Según Cippec, “aunque esa urbanización fue dispersa y sin planificación, evidencia cómo las urbanizaciones intermedias se consolidan como organizadoras del entramado económico rural”.

Oportunidad para Argentina

A pesar del panorama adverso, el informe indica que Argentina aún tiene margen para revertir la situación. “Hoy, con una macro más estable, tenemos una nueva oportunidad para producir más con más”, señala el documento.

El diagnóstico reconoce que el entramado de productores argentinos ha sostenido la actividad incluso en contextos desfavorables, generando un impacto en el transporte, los servicios, la industria y la tecnología. Ahora, la reducción de distorsiones macroeconómicas brinda un marco de mayor previsibilidad.

Para Cippec, el reto es abandonar la estrategia defensiva de “producir lo mismo con menos” y avanzar hacia una ofensiva de “producir más con más”: con más inversión, más articulación público-privada y más productividad. Esto requiere alinear capacidades, mejorar la competitividad y eliminar barreras que limitan el potencial del agro argentino.

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