
Con un escenario de abundantes lluvias y una estimación de 23 millones de toneladas de trigo, el agro argentino se prepara para una de las campañas más prometedoras de los últimos años. Según el informe N° 187 de la Guía Estratégica para el Agro de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), el ciclo 2025/26 podría igualar el récord productivo del 2021/22, en un contexto donde el dólar agro y la brecha cambiaria marcan el ritmo de las decisiones comerciales del sector exportador.
Los técnicos del BCR destacan una situación inédita: “nunca vimos a los trigos así”, señalan incluso profesionales con más de 30 años de experiencia. Las lluvias de otoño y los registros históricos de julio y agosto transformaron un panorama de sequía en un escenario de abundancia, elevando el optimismo entre los productores.
En provincias como Chaco, Córdoba, Santa Fe y Entre Ríos, los rindes proyectados superan los 35 quintales por hectárea, mientras que Buenos Aires se mantiene como la principal zona productiva, pese a sufrir anegamientos severos. La producción total estimada —23 millones de toneladas— se apoya en un rinde promedio país de 35,4 qq/ha, aunque con 403.000 hectáreas afectadas por excesos hídricos.
Un trigo que sorprende y un dólar que preocupa
La provincia de Buenos Aires es el epicentro de las pérdidas: más de 210.000 hectáreas trigueras quedaron inutilizables por las lluvias, que duplicaron los promedios históricos entre enero y octubre. Sin embargo, el potencial del resto del territorio compensa ese daño: los rindes bonaerenses se proyectan en casi 40 qq/ha, seguidos por los 38 qq/ha de Santa Fe y los 35,5 de Córdoba.
Con un mercado internacional atento a la competitividad argentina, el tipo de cambio vuelve a ser el gran factor de incertidumbre. Las expectativas del sector se centran en si el Gobierno mantendrá o ajustará el esquema del “dólar agro”, herramienta clave para sostener la liquidación de divisas.
Un eventual deslizamiento cambiario podría incentivar las ventas externas, aunque un mayor diferencial con el dólar blue podría alterar los márgenes de rentabilidad.
Mientras tanto, la estabilidad del tipo de cambio oficial y la presión impositiva generan cautela. Con los precios internacionales estables, el agro vuelve a mirar hacia la política cambiaria para definir su estrategia de comercialización.
Maíz y soja: buenas perspectivas con foco en la exportación
El maíz temprano avanza con una siembra que ya cubre el 28% del área proyectada, pese a las lluvias que complican el ingreso de maquinaria. La BCR estima que la superficie nacional alcanzará 9,7 millones de hectáreas, con una producción récord de 61 millones de toneladas. En tanto, Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe lideran el crecimiento interanual.
Por su parte, la soja iniciará la siembra en la próxima semana, sin limitantes hídricas, un cambio notable respecto de campañas anteriores. Se prevé una superficie de 16,4 millones de hectáreas, con una producción estimada en 47 millones de toneladas, aunque con una caída del 7% respecto del ciclo pasado.
El potencial exportador del agro dependerá, otra vez, del dólar y las retenciones. Un dólar competitivo podría impulsar la liquidación de divisas y mejorar el ingreso de reservas, en momentos en que el Banco Central necesita oxígeno.
En definitiva, la campaña 2025/26 combina un clima excepcional, tecnología aplicada y una mirada expectante sobre el dólar. Con el trigo liderando el repunte y el maíz y la soja acompañando el impulso, el agro argentino vuelve a ser el motor de ingreso de divisas. Pero su verdadero rendimiento, advierten los productores, se jugará tanto en los campos como en el mercado cambiario.
GZ / lr