| Entre Ríos EN LOS MEDIOS NACIONALES |
Viernes, 25 de enero de 2019

El botón descosido (Entre Ríos en programa nacional sobre violencia de género)

El botón descosido (Entre Ríos en programa nacional sobre violencia de género)

No le querían dar el botón antipánico. Le decían que nocorría peligro. Pero después de pelear para estar más protegida tuvo queactivar cuatro veces la alarma. Sin embargo, no se sintió protegida, sino másdesamparada. “Es lo que hay”, le dijeron en La Plata cuando le explicaron quetenía que mandar un mensaje de texto y cuando fue a activarlo se encontró conuna computadora llena de luces de alerta y con personal que no daba abasto. Suagresor, después de nueve denuncias, no frenó. La abogada Marina BenítezDemtschenko, Presidenta de Fundación Activismo Feminista Digital relató, enTwitter, su infierno, después que apareció el cuerpo de Carla Soggiu en elRiachuelo. Ella había activado dos veces el botón antipánico y su familiasospecha que falló la geolocalización. “No saben lo desesperante que es reaccionar a tiempo para usar el botónantipánico. No todos tienen geolocalización. Algunos, como el que me dieron amí, te piden enviar texto con la dirección exacta donde estás y la razón delauxilio pedido. Para ese entonces, ya no sirve… Yo tuve suerte en las cuatroveces que lo activé, contra mi agresor con nueve causas por violencia de géneroporque lo vi venir de frente y en tres ocasiones yo estaba adentro de mi auto.En las cuatro ocasiones, tuve tiempo de llamar al 911 también. Lo hice paraasegurarme que viniera la policía porque los botones antipánico en Provincia deBuenos Aires no te confirman que hayan efectivamente recibido el pedido deauxilio. Tenés una opción para activarlo mediante llamada por teléfono (notexto como el que viene por defecto). Pero nadie te atiende, solo les salta elaviso para ir a tu domicilio, el que vos denunciás cuando el juez ordena que teden el botón por seguridad. Por ende si vos en la desesperación, llamás porteléfono en vez de mandar un texto, el móvil policial va a ir a tu domicilio.Si estás en la calle no sirve de nada. Tampoco se puede contar con este sistemasi estás sin señal o sin crédito. Las mujeres que vivimos amenazadas de vidapor un agresor, a veces contamos solo con segundos para pedir auxilio. Tienenque mejorar este sistema. No sirve. Y con el presupuesto pobrísimo parapolíticas públicas contra la violencia hacia las mujeres que este país destinano hay forma que se implementen tecnologías de avanzada. El botón antipánicosolo sirve eventualmente, para acreditar el momento límite con riesgo de vidaque enfrentamos cuando lo activamos”.

Cuando está no es suficiente y, sin embargo, todavía, enmuchos lugares, ni está. En siete municipios de la Provincia de Buenos Aires nohay botones antipánico ni tobilleras propias (Moreno, José C. Paz, MalvinasArgentinas, San Isidro, San Miguel, Tres de Febrero y Esteban Echeverría), enonce sí hay formas de alarma electrónica para la violencia de género(Avellaneda, Hurlingham, Ituzaingó, Lanús, Lomas de Zamora, Morón, Quilmes,Vicente López, Almirante Brown, Berazategui y Ezeiza), según un relevamientodel gobierno bonaerense sobre dieciocho de los veinticuatro municipios delconurbano. En Avellaneda, Morón y Vicente López hay botón antipánico. Pero enLanús, Lomas de Zamora, Quilmes, Almirante Brown y Berazategui usan unaaplicación del celular simil botón. En Hurlingham se utiliza una pulseraconectada a una aplicación. Mientras que en Ituzaingó se utiliza un númeropreprogramado en el celular de la víctima. En general, la justicia ordena queuna mujer disponga de una forma de protección electrónica y las municipalidadesgestionan y controlan el dispositivo.

En la Ciudad de Buenos Aires, mientras tanto, hay 3.260botones antipánico y 63 tobilleras electrónicas, según la Central de AlarmasFijas y Móviles de la Policía de la Ciudad. En el caso porteño el dispositivotiene 3G y un botón central que se conecta con el 911 y otro que llama a laoperadora y también se puede chatear, mandar fotos y videos. La tecnología esmayor. Pero depende de la presencia policial si una víctima corre peligro real.

Carina Rago, asesora en el Programa las Víctimas contra lasViolencias del Ministerio de Justicia subraya: “En la Ciudad de Buenos Aires elque más se usa es el que da la policía. A veces también se le instala unaaplicación en el teléfono. Se supone que tienen que actuar rápido, a vecesfallan la señal. Las pulseras duales al tenerlas puestas el victimario haymayor control y cuidado”.

En la Ciudad de Santa Fe entregan los equipos después de laintervención de un equipo interdisciplinario que acompaña a hacer la denuncia ala Fiscalía. El monitoreo está a cargo del Centro de Monitoreo de laMunicipalidad que da aviso al 911. Funcionan como un celular, con chip,geolocalizador y un cargador. Es clave tenerlo siempre encima, que esté cargadoy activarlo solo cuando es necesario. La demanda es muy alta: hay tres pedidospor día de mujeres que quieren tener un botón antipánico.

En general, ese es un tema. Muchas mujeres sienten miedo. Yes más difícil conseguirlo de lo que parece (con una justicia reacia), conmuchas diferencias regionales, con una enorme dependencia a la efectividadtecnológica y a las efectividad policial (y a que no subestimen el riesgo delas víctimas de violencia de género). Y, por supuesto, que ni las penas, ni losbotones sean ni parezcan la única, ni la solución a un machismo más complejo,extendido, cultural y enraizado que una app o una alarma.

En Salta hay entregados 111 botones que, siempre sonentregados, por orden de un o una fiscal o una jueza o un juez. Permitenalertar al 911, grabar la comunicación y rastrear la ubicación de la persona.”El dispositivo deber ser solicitado al Sistema de Emergencias 911, a través dela orden de un fiscal o de un juez, tras la correspondiente intervención delMinisterio de Derechos Humanos, quien hace una evaluación de la víctima. El911, hace un relevamiento técnico, se traslada al hogar de la persona y pruebasi efectivamente hay una buena cobertura y si el botón funciona. Tiene un chipy funciona al igual que un teléfono. Al pulsar el botón tiene que sostenersetres segundos hasta que vibre, para que no se active si está en la cartera deuna mujer”, explica Rosaura Gareca, Subsecretaria de Políticas de Género.

“El botón anti pánico ofrece un medio de comunicación rápidoy ágil entre la víctima de violencia de género y mecanismos de respuestapolicial. Además, si el dispositivo ofrece la geolocalización, puede ubicarsefácilmente a la mujer sin necesidad de que ella brinde esos datos, e incluso siestá en movimiento (por ejemplo, arriba de un colectivo) poder acudir aresguardarla. La desventaja principal del dispositivo es la dependencia de laseñal, la carga del dispositivo (la mujer debe recordar cargarlo) y que cuandola mujer lo acciona (si es que tuvo el tiempo y la entereza emocional paraactivarlo) ya implica que ella se encuentra en un riesgo alto. Es decir, cuandoya está en la urgencia. Además, no siempre la capacitación del personal de loscentros de monitoreo es la adecuada y es posible que no se le brinde unarespuesta calificada. Pero lo fundamental, más allá de la desventaja de algunafalla tecnológica, es que el botón no debería ser la única o la principalrespuesta del Estado al problema porque es solo una medida de corto plazo ypara paliar emergencias. Si lo único que se le ofrece a una mujer es undispositivo con un botón anti pánico, pero en un contexto de déficit depolíticas públicas preventivas, de asistencia (jurídica, económica, psicológicay social), de acompañamiento integral y acceso a la justicia, dificilmente esaherramienta tenga una gran eficacia. Como herramienta para un contacto de lamujer ante una emergencia es válida. Pero siempre y cuando no sea lo único queofrece el Estado a una mujer atravesando situaciones de violencia”, advierte lasocióloga Victoria Gallo, investigadora del área de políticas del EquipoLatinoamericano de Justicia y Género (ELA).

La protección real no es una ilusión de película sino unadecisión, inversión y mirada sobre la integridad de mujeres, lesbianas y trans.”Dentro del mercado internacional, un buen botón antipánico -dependiendo delequipo- cuesta entre 40 y 150 dólares. Bajo un gobierno que diagrama unpresupuesto de 11 pesos por mujer para prevenir y combatir la violenciamachista la utilización de buenos dispositivos que no resulten un placeboefímero a quien lo recibe, sino que efectivamente representen una protecciónresulta una utopía”, critica Benítez Demtschenko.

No sos vos, que sea él

En los casos más graves, de mayor incumplimiento del agresor(cuando se le dice que no se acerque a la mujer o a su casa y lo hace igual) ode alto riesgo para la víctima se recomiendan tobilleras duales que, siempre,son indicadas por los juzgados. El beneficio es que no es la mujer la que quedecontrolada e inmovilizada sino el agresor y que, supuestamente, son máseficaces en la protección que, hasta ahora, falla como los papelitos voladorespara que los golpeadores no sigan pegando a sus víctimas o amenazándolas.

El Sistema de Supervisión, Monitoreo y Rastreo paraAgresores y Víctimas de Violencia de Género, del Ministerio de Justicia yDerechos Humanos de la Nación repartió seiscientos dispositivos duales, enquince provincias, para proteger a víctimas de violencia de género, hasta el 31de diciembre del 2018. Las localidades que participan del plan son la Ciudad deBuenos Aires, Chubut, Córdoba, Entre Ríos, Jujuy, La Pampa, La Rioja, Mendoza,Neuquén, Provincia de Buenos Aires, Salta, San Juan, Santa Fe, Tierra del Fuegoy Tucumán. Y hay convenios con Santa Cruz y Rio Negro.

Gallo remarca la necesidad de profundizar las pruebas y demedir la diferencia entre la teoría y la práctica: “En cuanto a las pulseras elMinisterio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación entregó yaaproximadamente 600 tobilleras a catorce provincias. La política forma partedel Plan Nacional de Acción para la Prevención, Asistencia y Erradicación de laViolencia contra las Mujeres y se amplió luego de una experiencia piloto. Seríainteresante conocer información sobre la efectividad de los dispositivosempleados en las distintas jurisdicciones, en qué medidas los poderesjudiciales y las fuerzas policiales de las distintas provincias responden, conqué celeridad y ofreciendo qué mecanismos de protección adicionales”.

En la Provincia de Buenos Aires, hasta ahora, las tobilleraselectrónicas, el gran anuncio oficial para detener la violencia de género, seestrenaron en una prueba piloto en San Martín. La prueba demostró que seis decada diez agresores no cumple con la prohibición de acercarse a la mujer que yamaltrataron. En todos los casos lograron detenerlos. A partir de septiembre del2018 se comenzó a implementar en el Centro Integral de Monitoreo del ServicioPenitenciario Provincial y se promete que estaría, en el 2019, en másmunicipios provinciales. La conclusión oficial es que el dispositivo esefectivo y que evita femicidios.  Eso síque necesita de algo que parece simple y se vuelve un mundo: la articulaciónentre la justicia, el gobierno provincial, el municipal, la policía y lassecretarías de género. La burocracia también puede ser femicida. Y, porsupuesto, una justicia que crea y proteja a las mujeres para acelerar suprotección y no dilatarla en un riesgo doble por ser víctima de violencia y poranimarse a denunciar que, siempre, debe ser una decisión pero no un riesgo.

La policía bonaerense tiene que buscar al agresor y, en vezdel piano, tienen que colocarlo el GPS en el tobillo. Mientras que las áreas degénero de las municipalidades deben resguardar a la víctima. A partir de ahí sedebe avisar al Centro Integral de Monitoreo para que tenga localizado/a, las 24horas del día, al agresor y a la víctima. Si el denunciado se acerca a milmetros de la mujer el Centro de Monitoreo le exige que se aleje. Si no lo haceun patrullero debe ir (¿llegará?) a proteger a la víctima y otro a proteger alagresor. “Su utilización además de servir como complemento a otras medidas,permite la identificación de agresores por otras mujeres que no saben que sonviolentos. Tiene entonces una función mucho más expansiva que solo alertar a lavíctima”, destaca Benítez Demtschenko.

“El 11 de mayo del año pasado una joven, que teníareiteradas denuncias, activó el botón en el centro porque su agresor seacercaba y no tuvo respuesta. Se metió en un negocio y llamó a una de lascompañeras de nuestro equipo de género. Al tiempo, la Fiscalía convocó anuestra abogada para saber si era verdad que la víctima se había comunicado connosotras y si el botón no había respondido. Descubrimos que solo funcionaba siestaba conectado a la batería. Por lo tanto no podía usarlo en la calle. Estassituaciones son habituales”, objeta la concejala de Rosario Norma López.

En definitiva, los botones antipánico solos no sirven. Setrata de políticas para detener el machismo más complejas y que quiten elpánico y puedan proteger con efectividad. Pero si se utilizan deben actuar conefectividad, no quitar autonomía a las mujeres, no ser una herramienta desimulación, ni esquivarse ante la demanda real de situaciones de riesgo. Lastobilleras electrónicas parecen ser más efectivas por el mayor control a losagresores, pero deben repartirse masiva y federalmente y contar con policíaslocales efectivas y capacitadas y conscientes que el machismo es un problema yno un tema menor. Ante situaciones límites la tecnología puede ayudar,resguardar y coordinar, pero no debe ser una excusa para no ir a fondo o quedarseen línea para hacer como que se hace mientras la violencia avanza o serecrudece contra mujeres y otras identidades sexuales que luchan por su vida ypor su goce.

Déjanos tu comentario: