
Sequías, plagas, rendimientos inferiores a lo esperado y precios bajos han tensionado la cadena de pagos en el norte argentino, generando incertidumbre sobre cómo se financiará la próxima campaña agrícola. Así lo indican los distribuidores de insumos, quienes enfatizan que la situación es complicada, ralentiza las operaciones y condiciona la planificación de la siembra.
“El norte está afectado: un año por la sequía, el otro por la chicharrita. Esto ha provocado un estrés en la cadena de pagos y un gran cuestionamiento: ¿cómo se afrontará la próxima campaña, en un contexto donde el crédito bancario es escaso y costoso?”, alertó Diego Napolitano, de la Federación de Distribuidores de Insumos Agropecuarios.
Explicó que hay grandes productores capaces de abastecerse desde diversas partes del país, pero también muchos productores locales que dependen de las agronomías de la zona, las cuales han estado “muy afectadas” durante las últimas dos campañas.
“Aquí está el quid de la cuestión: no se sabe con exactitud cuánto dinero se adeuda o cuánto se ha retrasado en los pagos. Lo que sí es evidente es que el norte representa una parte significativa para muchas empresas: aproximadamente entre el 20% y el 35% de su facturación depende de esta región”, advirtió. Añadió que el desafío de iniciar un nuevo ciclo productivo se complica debido a los costos más altos en la zona, especialmente los relacionados con el flete.
Mariano Malmierca, presidente de la Cámara de Distribuidores de Insumos Agropecuarios de Tucumán, explicó los motivos de esta situación. Señaló que la campaña 2024/25 comenzó con lluvias abundantes que permitieron una siembra anticipada, pero el panorama cambió drásticamente a partir de diciembre. “Desde la segunda quincena de diciembre, las precipitaciones fueron inferiores al promedio histórico y las temperaturas máximas estuvieron por encima de los valores habituales”, detalló.
Las empresas agropecuarias han sufrido severamente a causa de la sequía
El estrés térmico y la falta de agua han afectado los rendimientos: en soja se lograron entre 2000 y 2100 kilos por hectárea, por debajo de los 2400 necesarios en campos alquilados. El maíz rindió entre 5500 y 6000 kilos, y el poroto apenas 800 kilos, en un mercado deprimido por la sobreoferta brasileña. Muchos productores han decidido guardar su cosecha a la espera de mejores precios.
En otros cultivos clave para el norte, como la caña de azúcar y los cítricos, la situación también es complicada. A pesar de buenos rendimientos en caña, el precio actual de la bolsa no cubre los costos. Los cítricos, afectados por la baja de precios y la reorientación de empresas hacia la industria, comienzan a mostrar leves signos de recuperación.
Esta combinación de factores, sumada al mal balance de campañas anteriores, según Malmierca, “ha generado mucha especulación por parte de los productores, lo que paraliza el mercado y retrasa las operaciones hasta prácticamente su fecha de uso”. Afirmó: “Mientras que los productores de la zona núcleo logran cierto margen operativo, en regiones como el NOA o el NEA la situación cambia drásticamente”.
El estrés térmico y la falta de agua han afectado los rendimientos: en soja se lograron entre 2000 y 2100 kilos por hectárea, por debajo de los 2400 necesarios en campos alquilados. El maíz rindió entre 5500 y 6000 kilos
Luis Calvo, de la distribuidora de insumos Agrodelnea y productor en Chaco, coincidió en que la cadena de pagos está “extremadamente estresada”, aunque aún no se ha roto. “En algunos casos puede quebrarse, pero en muchos se estirará. Una cuenta que solías cobrar en marzo, ahora la cobrarás en diciembre. No es lo mismo estar estresado que estar roto”, explicó.
Aclaró que el impacto no es uniforme. “La crisis no afecta de igual manera a una empresa con campo propio que a una que alquila. Y lo mismo sucede con los insumos: no es lo mismo venderles a productores estables que a pools de siembra locales, que son clientes más riesgosos”, señaló.
En su análisis, los modelos más expuestos son aquellos que tomaron decisiones más arriesgadas. “Distribuidoras que se arriesgaron a sembrar aportando insumos y semillas, sin pagar alquiler, son las más afectadas. Porque si el año es malo, te desestabiliza por completo. Un año malo puede borrar tres o cuatro años buenos. Es una cuestión de riesgo y de modelo de negocio”, dijo.
Luis Calvo: “Un año malo puede borrar tres o cuatro años buenos. Es una cuestión de riesgo y de modelo de negocio”Gentileza NK
Calvo también destacó las dificultades estructurales de la región. “Estamos lejos del puerto, lo que nos quita entre un 15% y un 20% del valor de la producción solo en fletes. La infraestructura es deficiente: el ferrocarril apenas funciona. Y las tasas de interés son exorbitantes, tanto en pesos como en dólares”.
En ese contexto, advirtió que el financiamiento de la próxima campaña es una incógnita. “Las campañas siempre terminan financiándose, pero ahora no está claro quién asumirá esa carga: podrían ser los laboratorios, los proveedores o los bancos. La deuda generada será comercial o financiera, y con las tasas actuales, si el banco no puede cobrar un 50% en pesos porque el negocio no lo soporta, alguien más tendrá que asumir ese riesgo”.
No todos coinciden con este diagnóstico. Silvia Sánchez, fundadora de AGL, ofreció una perspectiva diferente sobre el NEA. “La situación agronómica en el NEA es complicada, ya que venimos de dos años difíciles, donde el clima (sequía y temperaturas extremas) y la chicharrita se han combinado para afectar seriamente los rendimientos del maíz, algodón y soja, los principales cultivos de la región. De ninguna manera está rota la cadena de pagos, ya que también debemos mencionar que venimos de 20 años de buenos resultados agroeconómicos”.
Sánchez destacó que “dos años con rendimientos tan bajos afectan el flujo de fondos y generan un desbalance financiero, pero patrimonialmente, el productor que siembra en nuestra zona se encuentra en una situación aceptable. Por lo tanto, esperamos contar con las herramientas financieras necesarias para enfrentar esta situación”.
Y añadió: “Los que trabajamos en la zona, así como los laboratorios y semilleros que han estado aquí durante años, comprenden esta realidad y apoyan la producción. Desde nuestra agronomía atendemos a 650 clientes entre ambas firmas (AGL y Langellotti SRL) y ningún cliente ha venido a honrar su deuda, a plantear su situación o a evaluar un plan de pagos en conjunto. Dentro de la situación general, esto es realmente gratificante”.
También resaltó un aspecto positivo: “Con las lluvias de otoño hay mucho trigo sembrado, y todo listo para sembrar girasol en julio/agosto”. Aseguró que el productor local “se está replanteando el negocio y lo está haciendo: reestructurando, minimizando gastos, reduciendo alquileres, eficientizando recursos”.