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Miércoles, 28 de octubre de 2020

El “affaire Etchevehere”: los usos políticos de la agenda de género

El “affaire Etchevehere”: los usos políticos de la agenda de género

Los gobiernos peronistas, a través de los años, se hancaracterizado por tener la habilidad de interpretar y representar reclamos yagendas ya presentes en la sociedad y mostrarlos como propios. Así lo hizoPerón con los trabajadores en los años cuarenta, Kirchner con los derechoshumanos en los 2000 y, en este nuevo ciclo, el gobierno de Alberto Fernándezestá tomando como propias las demandas alrededor de las cuestiones de género.

Los argentinos vemos cómo el gobierno intenta que la eternacuarentena, el desmanejo económico, la catástrofe escolar, los casos de abusode la autoridad y las tomas de tierra queden escondidos tras la gran causa dedefensa de la agenda de género.

El “albertismo” encontró su móvil y lo utiliza deforma sistemática pero, a diferencia de lo que ocurrió en otras experienciasperonistas en las que sus banderas fueron acompañadas de avances concretos-como el decreto del estatuto del peón y la creación de los tribunaleslaborales en el primer peronismo o la reapertura de los juicios por crímenes delesa humanidad durante el kirchnerismo-, en este primer año de gobierno AlbertoFernández tiene poco para demostrar en materia de género, más allá de laconstrucción simbólica.

Se creó el ministerio de Mujeres, Género y diversidades. Conregularidad encontramos anuncios sobre la formación de direcciones de género enministerios y secretarías que no las tenían, el gobernador de la provincia deBuenos Aires cuestiona la falta de baronesas en el conurbano, se utiliza ellenguaje inclusivo en los discursos oficiales y, sin embargo, no se hace frentea los problemas más graves que sufren hoy las mujeres.

La decisión de mantener las escuelas cerradas hace que lastareas educativas y de cuidado permanente de los niños recaigan en la familia,lo que en general termina traduciéndose en una mayor carga para las mujeres o,directamente, en su imposibilidad de salir a trabajar y, por lo tanto, en lapérdida de su independencia económica.

La Argentina es un país que tiene un femicidio cada 32 horasy en el que las mujeres que deciden abortar lo tienen que hacer de formaclandestina, con los riesgos y costos que eso implica. El impulso por parte delEjecutivo de la ley de interrupción deseada del embarazo es un rumor queaparece cada tanto y que luego desaparece, sin que medien explicaciones.

Por otro lado, desde el discurso oficial y de losfuncionarios se desprende que los derechos de las mujeres siempre dependen dequé mujeres se trata o, mejor dicho, de qué lado de la grieta se encuentran.

Podemos listar numerosos ejemplos de esto, como el silenciofrente a la denuncia por abuso sexual que recibió el senador tucumano JoséAlperovich, la falta de reacción frente a la muerte de Florencia Morales en SanLuis por incumplimiento de la cuarentena, la poquísima repercusión delasesinato de una oficial de policía en Mar del Plata efectuado en la víapública por su pareja o la decisión de desestimar el nombramiento de AlejandraLazzaro -primera en la terna para integrar la Cámara Electoral que, de haberserespetado el orden de mérito, iba a convertirse en la primera mujer en accedera ese cargo en toda la historia argentina.

Todos estos son una muestra de tantas violaciones y abusosen los que la frase “yo te creo, hermana” quedó en el olvido y de reclamos paraque las mujeres ocupen lugares institucionales de importancia y prestigio queson abandonados cuando se trata de opositoras.

Esta semana, el conflicto alrededor de la propiedad delcampo de la familia Etchevehere volvió a dejar claro que hay mujeres cuyosderechos el gobierno cree imprescindible defender y otras mujeres con las queno sucede lo mismo. Victoria Donda, titular del INADI, acompañó a Doloresargumentando que se la está discriminando por mujer. “Ningún conflicto judicialse puede solucionar en desmedro de las mujeres”, afirmó Donda.

¿Qué ocurre en aquellos casos en los que una mujer esculpable de cometer un delito? Por su parte, Luana Volnovich, directoraejecutiva del PAMI, trazó una relación directa entre la toma de los campos ylos maltratos a los que las mujeres estamos acostumbradas. Pero, ¿Qué ocurrecon los derechos de Leonor Marcial Barbero, la matriarca de la familiaEtchevehere, que es la dueña de los campos intrusados?

Así como el kirchnerismo puso el foco en los derechoshumanos de los años 70 y desatendió las violaciones de derechos humanos quesufrieron los Qom durante el gobierno de Cristina Fernández, del mismo modo elgobierno de Alberto muestra ductilidad para levantar una causa fundamental sinuniversalizarla: derechos para las mujeres sí, pero depende qué mujeres yderechos para las mujeres sí, pero depende qué derechos. Abunda el lenguajeinclusivo y la creación de oficinas ad hoc y faltan políticas y un discursopúblico inclusivo que con hechos mejore la situación de todas las mujeresargentinas.

Sabrina Ajmechet es historiadora, profesora en la UBA yUNSAM.

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